Julia Sáez-Angulo
Dentro de la pintura figurativa, Mercedes Ballesteros se atiene a los cánones clásicos de buen dibujo, dominio del color y correcta utilización del pigmento. Su pintura al óleo es “pintura” en tiempos de otras derivaciones.
Después de esto viene su repertorio iconográfico en el que la autora aborda la figura humana, el desnudo, el retrato, los bodegones y naturalezas muertas, el paisaje... Su figuración no tiene límites.
La trayectoria de la pintora toledana residente en Madrid arranca en los años 80 y desde entonces, con un acendrado espíritu profesional, no ha dejado de dibujar y pintar, de exponer.
Mercedes Ballesteros expone actualmente una amplia muestra individual en la Casa de Cantabria en Madrid, donde presenta todos los géneros pictóricos citados. Anteriormente lo hizo en la Agrupación de Acuarelistas de Madrid y en su localidad natal de Noblejas (Toledo).
De su galería de imágenes resalta la figura femenina, en su mayoría de espaldas, para dar juego a un sutil y misterioso movimiento del cuerpo, para mostrarnos su destreza pictórica a la hora de representar la textura de los mantones de Manila con su rico juego de bordados de flores en distintos colores o en los reflejos monocromos del blanco.
Los manteles calados y bordados son otro tema que la pintora aborda con maestría. Con ellos compone conjuntos de bodegones o naturalezas muertas junto a copas, frascos o jarrones de cristal, lo que le permite interpretar otro juego óptico, en este caso el de la transparencia.
Los juegos de interior /exterior dan pie a M. Ballesteros para jugar con el espacio y la atmósfera de un lugar. Su cuadro “La espera” es un ejemplo perfecto en este sentido, que trae a la memoria la pintura de Bonnard o de Matisse.
Los bodegones llevan a la representación de cerámicas, porcelanas, cristales, frutas o flores... Todo un pretexto para la forma y el color, para la textura, para aludir en algunos casos a la idea barroca de la “vanitas”.
Los paisajes en formatos alargados y estrechos sobre tabla nos brindan contemplaciones más sueltas y desenfadadas, de toque impresionista. La pintora ha querido representar así las ciudades de Ávila, Toledo y Málaga o Navacerrada, entre otras.
Mercedes Ballesteros no pierde mano en el dibujo como lo demuestra su periódica presencia en el Círculo de Bellas Artes para llevar a cabo apuntes rápidos sobre el cuerpo humano. Últimamente cuenta con modelo en su propio estudio.