Por Carmen Valero
La personalidad de María Luz Barreiros Rodríguez y el reflejo de su perfil
humano, es difícil de definir sin la fuerza del espíritu de fe, en la
esperanza, y en la caridad y su vida
dedicada a la enseñanza, como religiosa
de la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, fundadas por Santa
Joaquina de Vedruna, mujer que ”procede de una ilustre familia de la noble
tierra española y hubiera tenido todas las dotes necesarias para recorrer con
distinción los brillantes caminos del éxito mundano. Y que funda una familia de
carmelitas que encuentra en la caridad la única razón de ser, de inmolarse; de
modo que, madre de nueve hijos, se convertirá en madre, ahora bienhechora de
innumerables pobres. Y en toda su vida un hilo invisible y seguro, la guía:
hacer la voluntad de Dios.” (JUAN XXIII). Estas fueron las palabras
pronunciadas por el Papa Juan, sobre la mujer que pasó por todos los estados de
la vida, soltera, casada viuda y monja.
Al principio de la fundación tenían dos casas de
caridad, una en Vic y otra en Barcelona que atendían casi dos mil personas en
cada una.
María Luz Barreiros Rodríguez era gallega y ejercía
de ello. Nació el 23 de julio de 1931, en Noguera Ramuin, parroquia de Orense,
aunque jocosamente decía que tenía un año menos porque en el documento de
identidad figuraba nacida en el año 1932. Sus padres son el origen de la tan
conocida familia de empresarios Barreiros.
Al conceder a su
padre una línea de transportes Orense-Los Peares, (unos veinte
kilómetros), se trasladan a vivir a Orense. Era la quinta de seis hermanos,
Eduardo, Valeriano, Graciliano, María, Maria Luz y Celso. María y María Luz se
educan en el Colegio de las Hermanas Carmelitas de Orense y reciben las visitas
de sus padres don Eduardo y doña Luz, con frecuencia, -según recuerdan algunas
hermanas que la conocieron-, a los que
acompañaban también sus hermanos. Todos los recuerdan como una familia
muy unida. En el colegio de las Vedruna, también se educa la que luego fue su
cuñada Dora Ramos, casada con Eduardo Barreiros.
El 31 de octubre de 1952, María Luz ingresa en la
mencionada congregación de las Vedruna, en el noviciado de Vitoria, situado en
el hoy en el centro de la ciudad, y dedicado en la actualidad al cuidado de las
hermanas mayores. Se licencia en
Ciencias Quimicas, y comienza su
dedicación al desarrollo de su carisma vocacional, en el Colegio Vedruna de
Pamplona como profesora y Prefecta de estudios.
Posteriormente y con los mismos cargos, en el año
1968, María Luz es destinada al Colegio del Sagrado Corazón de Vitoria; al
Colegio Santa Teresa de Bilbao; al Colegio María y José de Zumaya. Y en 1973 es nombrada directora del Colegio
Nuestra Señora del Carmen, de la Plaza de San Francisco el Grande de Madrid.
Al cerrarse el colegio de Madrid, en 1986 es
destinada al Colegio Virgen del Carmen de Toledo, donde ejerció su profesorado
con dedicación plena , hasta que en el año 2004, se traslada a Madrid, al
Colegio Mayor Vedruna para ejercer su vocación al servicio internacional de la
curia General de las hermanas Carmelitas en Madrid.
Una
etapa de retiro y júbilo
María Luz estaba feliz en esta etapa, porque tenía
que usar mucho el coche -le gustaba conducir-, para recibir a las hermanas de
la congregación que llegaban a Madrid. Entendía mucho de automóviles y daba
consejos para su mantenimiento. Ahí le salía la vena familiar.
En
todos los lugares que frecuentó y estuvo, dejaba la satisfacción en los otros por
haberla conocido, por su entusiasmo en lo que se le encomendaba, y con la
alegría y humildad con que actuaba. Se interesaba por el bien de todos, estaba
acostumbrada a tratar jóvenes, sus sobrinos en general eran parte de sus
preocupaciones, y disfrutaba cuando iban a visitarla al Colegio Mayor. Hacía lo
posible por verlos y echarles una mano en todo lo que la pedían de consejo,
ayuda u orientación. Ejercía de tía con mucho orgullo.
Su último destino ha sido el mejor
de todos, según declaró en festividades de celebraciones internas de las
religiosas. El último 26 de febrero estuve con ella en la mesa del convento, y
me decía que estaba en el mejor lugar que podía estar ahora, con una pequeña
comunidad que la mimaban, y donde se practicaba el espíritu evangélico de la
pobreza. Frecuentaba las visitas a su familia, y pasaba días con ellos, pensaba
que su hermano Gracy, que era el único que la quedaba, se iría por ley natural antes que ella, sin
embargo los planes de Dios eran otros. El espíritu de la fundadora se vive en
esta casa, donde se trata de seguir el espíritu y el carisma fundacional de la
educación, al que Mari Luz se dedicó plenamente.
Sus continuos desvelos por las
alumnas en el internado de Toledo, la llevaron a vincularse con problemas
sociales importantes, de difícil solución, por lo costoso de los tratamientos,
y nadie sabe de dónde obtenía fondos para solucionar algunas cosas. Fueron
experiencias dolorosas que la impactaron mucho.
Las hermanas que la han tratado en
la vida comunitaria, la recuerdan como una persona sencilla, humilde, y deseosa
de complacer a los demás. Muy educada, trataba de anteponer cualquier cosa,
antes que molestar a otros.
Fallecimiento
el Día de San Juan
Falleció el día 24 de junio, festividad de San
Juan, y equinoccio de verano. El funeral corpore
in sepulto, se celebró en la capilla del antiguo noviciado de las Hermanas
Carmelitas en la calle General Ricardos de Madrid, actualmente residencia de
hermanas mayores, donde son tratadas con inmenso cariño y dedicación
profesional, por hermanas más jóvenes y colaboradoras. Y era este el lugar de residencia de la pequeña
comunidad de Mari Luz en los últimos dos años, donde acudieron muchas Vedrunas de todas las comunidades de
inserción que hay repartidas por los barrios marginados de Madrid .Así como de
los colegios y comunidades de esta provincia. El funeral fue oficiado por el
capellán de la comunidad, y se leyeron unas palabras muy emotivas sobre su
vida. Presidieron la misa su hermano Gracy acompañado de su esposa Mayte
Spínola, y toda su familia, que asistieron emocionados al funeral de la tía
religiosa.
El día 3 de julio en la Capilla
Nuestra Señora de Begoña, de La Florida, en Madrid, se celebró una misa funeral
en su recuerdo, organizada por la familia Barreiros, en la que ofició el
párroco, concelebrando el Padre Ángel de Mensajeros de la Paz, y a la que
asistieron S.A.R. Doña Pilar de Borbón, acompañada de uno de sus hijos, e
innumerables amigos de la familia Barreiros, que junto a sus hermanos
Graciliano y su cuñada Mayte Spinola, presidieron la celebración junto a todos a
sus queridos sobrinos.
Junto a la representación de las Vedruna, entre las
que se encontraban la superiora Amparo de la Calle, y las hermanas de su
comunidad, Rosario Sánchez, Luisa Retuerta, y Petra Izquierdo. Y Leonor Maset
Maldonado representante de la Curia General en España y de la antigua comunidad
de María Luz.
Se ofició la misa con un excelente
repertorio de piezas musicales que fue un concierto por el Grupo Alborada, y se
terminó el acto con el canto del Salve Regina por todos los presentes.