miércoles, 23 de diciembre de 2009

25 de Diciembre, Historia en Roma y en el Cristianismo




Dolores Gallardo  López

El día 25 de diciembre fue una festividad celebrada en Roma sólo en los últimos siglos del Imperio. Para entender correctamente el significado de ese día hay que hacer un poco de historia.

Los días más cortos del año son los que acompañan al solsticio de invierno. A esos días los romanos tradicionalmente los llamaron angusti dies:  “días estrechos, cortos” “días intranquilos”.

La inquietud, la intranquilidad, que en tiempos muy antiguos (y a veces en los actuales) provocaba en el ser humano la continua disminución de la duración de la luz se expresa bien en lengua latina por la raíz *ang-. Esta raíz forma el verbo ango, “estrechar” y también “angustiar”; el substantivo angor, “opresión” o “angustia”; el adjetivo angustus, “angosto” o “estrecho”.

 De acuerdo con todo ello, hay un tiempo en el año -entonces y ahora- en el que la luz es  escasa (angusta según la terminología arriba indicada);  los días en que ello sucede los romanos los llamaban angusti dies y  acompañan al solsticio de invierno. Estos días constituyen una crisis de la naturaleza, crisis que acaba el 21 de diciembre, el día del solsticio de invierno o bruma.
En lengua latina el solsticio de invierno era llamado bruma o bruma dies. Bruma dies es contracción de brevissima dies (brevissima dies, brevima dies, bruma dies).

El 21 de diciembre el calendario romano primitivo celebraba la fiesta llamada Divalia o Angeronalia. Ese día uno de los pontífices ofrecía a la diosa Angerona un sacrificio.

 El nombre de esta  antiquísima diosa  está formado con la misma raíz *ang-, de la que acabamos de hablar;  también está presente esa raíz en angustiae (término  que  en latín  tiene dos acepciones:  en sentido temporal indica un espacio de tiempo breve sentido dolorosamente -“estar angustiado”, “sentir angustia” decimos nosotros todavía- y en sentido local  designa  un espacio  estrecho: un desfiladero, por ejemplo).

 La arcaica diosa Angerona  -de la cual, como de tantas otras deidades autóctonas, ni siquiera conocemos su aspecto pues no se ha conservado ninguna imagen- acabó por desaparecer cuando los romanos adaptaron sus dioses a los del mundo griego y por eso hoy día la interpretación  de la naturaleza de la diosa cuya festividad se celebraba el día del solsticio de invierno se hace difícil. Sin embargo su festividad se mantuvo en el calendario romano antiguo.  Desde G. Dumézil muchos eruditos creen que el oficio de la antiquísima diosa Angerona (algunos la llaman “diosa de la angustia”) sería proteger al sol del peligro que representan los días tristres y oscuros que acompañan al solsticio, pero es difícil mantenerlo.

Objetivamente el solsticio o bruma es sólo un punto en la curva del tiempo, pasa y continúa el ciclo anual del sol.
RENACIMIENTO ANUAL DEL SOL

Una vez finalizados los días más cortos y tristes del año, los angusti dies, pasado el solsticio de invierno, el sol entra en el signo zodiacal de Capricornio y se inicia un nuevo período en el que lentamente los días se van alargando. Ese hecho se puede considerar una especie de renacimiento anual del sol.

Es una de las razones por las cuales a finales del siglo III d.C. (en el 274 d.C). el emperador Aureliano eligió el 25 de diciembre como dies natalis o día de nacimiento del dios llamado Sol Invictus.

CULTOS SOLARES EN ROMA

Además del culto tradicional a Helio, otros cultos solares de origen oriental fueron conocidos en Roma: por ejemplo el dios sirio Helibágalo (introducido en Roma por el emperador que ha pasado la historia con ese mismo nombre) y  Mitra,  dios de una importante religión de origen persa.
Dios Sol Invictus
 Sin embargo fue  el emperador Aureliano (de procedencia iliria, gobernó del 270 al 275) quien introdujo en Roma y en el imperio el culto oficial al dios Sol, con el nombre de Sol Invictus.

 Se dice que lo hizo para agradecer la ayuda que creía que el dios Sol le había prestado para derrotar de los rebeldes de la ciudad de Palmira, que amenazaban en oriente la integridad del imperio. En realidad fue una actuación política:

El emperador con esta actuación -independientemente de que creyera o no que el dios lo había ayudado- buscó establecer una especie de sincretismo religioso que, de alguna manera, pudiera convirtirse en una fuerza integradora que, quizás, diera algo de cohesión a un Imperio cada vez mas expuesto a la desintegración.

Creyó que el culto al dios Sol serviría para este fin pues era practicado por muchos pueblos de la parte oriental del Imperio y, sobretodo, estaba muy extendido entre los diversos ejércitos imperiales (la religión solar de Mitra se había infiltrado con gran éxito entre los soldados de todos los ejércitos del Imperio).

   Sol Invicto se convirtió  desde entonces en protector del Emperador.

    Desde Aureliano -acuñó monedas con la inscripción  “El dios Sol, dueño del Imperio romano”- encontramos con cierta frecuencia en monedas la efigie de Sol Invicto. También en el arco de triunfo del emperador Constantino aparecen representadas estatuillas del Sol Invicto llevadas por portaestandantes.

El emperador Constantino  estableció que  el dies solis -día del sol-  fuera el día de descanso  semanal en el  mundo romano.

El 27 de febrero del 380 el emperador Teodosio con el edicto de Tesalónica acabó con lo que quedaba de la religión romana y proclamó el cristianismo como única religión. Tres años después, en el 383, el dies solis fue rebautizado como dies dominicus, nuestro "domingo".

25 DE DICIEMBRE EN EL CRISTIANISMO

Así pues desde el año 274 d.C. el día 25 de diciembre el Estado y la Religión romana celebraban oficialmente día del nacimiento, o natividad, del dios llamado  Sol Invictus.

 Se cree que después (probablemente en el siglo IV,  ya bien establecida la festividad de Sol invicto)  algunos cristianos comenzaron  por su cuenta a festejar la festividad del 25 de diciembre en su propio contexto religioso: conmemoraban el nacimiento de Jesús considerado "Sol que ilumina el mundo".
Algunos textos avalan la interpretación de Jesús como Sol:

“Nos visitará el Sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” Lucas,1,78.
“Sol de Justicia que traerá en sus rayos la salvación”, Malaquías,4,2.

Poco a poco la celebración del 25 de diciembre fue entrando en las tradiciones de la Iglesia hasta que finalmente en el siglo V quedó institucionalizada para todos los cristianos.

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