miércoles, 20 de enero de 2010

Sandra Gamarra, expone sus pinturas e instalaciones sobre libros


Sandra Gamarra, “En orden de aparición”
Galeria Juana de Aizpuru , Madrid
Del 19 de enero al 20 de febrero 2010

J.S.A.

“En Orden de Aparición” es la exposición de la peruana Sandra Gamarra, que alude a la manera usual en que se presentan los personajes en los créditos de una película, donde parece aleatorio un orden que está determinado por una narración. Así mismo, las noticias en la prensa, las novedades en la Web, las obras en una exposición responden a un orden al cual no siempre tenemos acceso.

La obra de Gamarra es multidisplinar y utiliza varios lenguajes: pintura, fotografía e instalación. En la inauguracion de la exposición estuvieron presentes el director del Museo Reina Sofía,,Borja Villel; María de Corral; Oliva Arauna; Alma Noblía, de la Fundación FiArt; Dermis León, Fieta Jarque; Tomás ochoa,; Carlos Boix y Joaquín Gállego entre otros.

El arte es un compuesto más del flujo de información incesante en nuestras sociedades. Se podría pensar que el espacio ¨propio¨ desde donde ver, experimentar, y reflexionar, el arte ya no tiene lugar. Estamos, además, por la labor de borrar esos límites y hacer del arte una vivencia cada vez más cercana y como tal, expuesta a ese flujo que crece y avanza, llevándose consigo los límites, modificándolos constantemente.

En un panorama como éste, ¿Dónde se encuentran los espacios de reflexión y de crítica? En un momento donde buscamos una mayor implicación del espectador con la obra, olvidamos a caso que esa implicación, esa intervención del espectador, no se da sólo frente a la obra, sino tal vez, justamente en esos espacios de reflexión. O es que hemos dado por hecho que no existe un después de la experiencia, que los espacios de tránsito están totalmente perdidos, que la inmediatez es la única alternativa.

Tres proyectos en cadena

En Orden de Aparición consta de un tejido de tres proyectos en donde la pintura es el hilo conductor para presentar posibles momentos de este panorama. La información difundida en masa irradia un halo de verdad entre los que la comparten, aunque sepamos que es producto de una selección que implica siempre un descarte.
Este flujo además, pareciera llegar de una manera aleatoria y desordenada, y aunque en teoría el orden de los sumandos no debería alterar el producto, en un sistema en el que la información no es procesada sino solo almacenada, este orden puede determinar su significado.

Con las imágenes de prensa y su doble reflejadas en pintura se rompe este orden y se reorganiza su lectura. Se intenta señalar los usos, coincidencias y estrategias que subyacen en éstas dentro de su multiplicidad. Al despojarlas del texto que las ilustraban, las imágenes de prensa (incluyendo reproducciones sobre el arte) se organizaron por sí solas; en donde la iconofilia, la iconoclastia, el drama, el bodegón, la imagen mediada, el retrato, la duplicidad, el espectador, el reflejo o la contraluz aparecieron como temáticas.

Los criterios de selección delimitan niveles de profundidad en la imagen de prensa y permiten trabajarla de forma casi escultórica, es decir, la aparición de su doble crea un espacio temporal y espacial desde donde la podemos volver a mirar.
La imagen pintada y su original

La relación entre la imagen pintada y su original señala las ventajas e inconvenientes de cada medio. Dado su condición impresa y su soporte, la imagen de prensa es más fiel a la realidad, aunque ira amarilleando y autodestruyéndose con el tiempo. Por otro lado la pintura aunque intente acercarse al original, rinde una información más subjetiva para espectador.
Aún así la piel de la pintura se conservará por más tiempo que sus originales impresos. A lo largo de su existencia la pieza evolucionará estableciendo más contrastes y diferencias entre ellas. La instalación rodea la sala de tal manera que se puede leer la suite de imágenes como las diapositivas de una película fragmentada y editada a la vez.

De manera semejante, los libros, como metáfora de la información están organizados en construcciones fijas, que intentan contenerla. Los libros originales son textos teóricos que tratan de crítica e historia del arte, filosofía, antropología, psicología, ciencia o estética. Estos libros pintados, conservan el tamaño y el grosor de los originales, pero como en una traducción cuyo lenguaje es la pintura, el resultado es siempre personal y parcial.

Al objectualizar las pinturas como libros (los bastidores se acercan los más posible a las medidas del libro original) éstas se convierten en una especie de facsímil que se encuentra entre lo industrial y lo artesanal. Aunque la pintura respete el diseño gráfico y el estado de cada libro (oxidación, suciedad etc.) todos los textos han sido reemplazados por pinceladas que no permiten identificarlos. En este caso el espectador se encuentra con objetos que le pueden parecer familiares y por tanto legibles.

Los libros vaciados de su contenido intentan hacer una metáfora sobre los límites de la cultura (y sobre lo que ella misma delimita), su variedad, su fragilidad, y su hermetismo.

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