jueves, 25 de febrero de 2010

"Joyas Reales, Fastos y Boatos", espléndido libro de Mateos y Sampedro

“Joyas Reales, Fastos y Boatos”
Ricardo Mateos Sáinz de Medrano
y José Luís Sampedro Escolar
Prólogo de la princesa Miriam de Bulgaria




Julia Sáez-Angulo


No es la primera vez que los autores abordan el tema de la apariencia y la imagen de la realeza a través de las joyas, ese Banco especial de inversiones en piedras y metales preciosos que constituyen un gran patrimonio para las familias reinantes (también para el resto de ciudadanos si las tienen) a la vez que constituyen objetos ornamentales que señalan su posición y poder económico.

Las Joyas de la Corona Española han sido estudiadas anteriormente por estos autores. Ahora, en el volumen “Joyas Reales, Fastos y Boatos”, editado por La Esfera de los Libros amplían el tema al llegar y comparar los joyeros reales de las viejas dinastías europeas, reinantes o no, así como los ceremoniales y protocolos que llevan a la exhibición de los joyeros y presencias heráldicas.

El libro, curiosamente, va dedicado “A la memoria de SS.AA.RR. doña Beatriz y don Alfonso de Orleáns, infantes de España, quienes hace cien años contrajeron matrimonio por amor sin fastos y renunciaron a sus joyas para adquirir ambulancias que mitigasen el dolor de las víctimas de la Guerra y para asistir a las parturientas de Sanlúcar de Barrameda”.

El prólogo de la princesa Miriam de Bulgaria, que sabe de joyas porque obtuvo la representación de una firma italiana, escribe el prólogo en el que destaca la excepcionalidad de las piezas mostradas en el libro “Joyas Reales, Fastos y Boatos”, “debida a su elevado precio y rareza, motivo que en ocasiones se reservase su uso, por ley o por costumbre, a personas privilegiadas y escogidas como monarcas, sacerdotes, héroes militares o deportivos...”

“Las joyas tienen una presencia constante en la historia. Las crónicas, los mosaicos y las miniaturas nos han dejado pálidas muestras del lujo con que se ataviaba Popea, la mujer infame del infame Nerón, o Teodora, que en Rabean aparece deslumbrante junto al igualmente deslumbrante Justiniano”.

“La obra que se presenta al lector –continúa Miriam Ungría- es una fugaz mirada a la puesta en escena de las cortes de Europa en los últimos siglos, desde 1804, fecha en que Napoleón se coronó como un César de la antigua Roma, hasta nuestros días. A mitad de ese camino cronólógico, hasta 1918, prácticamente toda Europa era monárquica y, en 1913, desde Lisboa hasta San Petersburgo y desde Atenas a Estocolmo, las catedrales y los salones palatinos servían continuamente de escenario para la representación de coronaciones, bodas, funerales, bailes y presentaciones de credenciales en las que los refulgente uniformes bordados de los embajadores y los chambelanes cubiertos de esmaltes...”

Piezas importantes en Museos y Joyerías

En suma, el libro de Ricardo Mateos Sáinz de Medrano y José Luís Sampedro es una hermosa divulgación ilustrada de la historia con las joyas como hilo conductor. Las firmas de los joyeros y artífices como Garrar (Londres), Fabergé (San Petersburgo), Musy (Turín), Mellerio, Lemonnier y Cartier (París) y tanto otros, figura como artistas, en un género que ya no es considerado menor. Los grandes museos cuentan con ellas.

Las ilustraciones de “Joyas Reales, Fastos y Boatos”, en color o blanco y negro para las históricas, documentan profusamente al lector que disfruta con el paso de las páginas y los contenidos de las mismas.

España, a diferencia de Inglaterra, apenas tiene joyas de la Corona, ya que los Borbones tuvieron siempre un sentido muy patrimonial de la Monarquía. Sólo la Reina Victoria Eugenia –venida de Inglaterra- tuvo el buen criterio de establecer las llamadas “joyas de pasar”, que irían de los reyes de España a sus sucesivos herederos en el trono, siempre como patrimonio privado.

Son muchas las joyas de las viejas familias reales las que hoy figuran en los museos como la de los Von Taxis de Alemania en la Sala Apollon del Louvre. El tesoro del Delfín Felipe V está en el Museo del Prado, etc. Algunas joyerías privadas también cuentan con algunas piezas procedentes de la realeza como la de Consuelo Sierra en Madrid.

De Carmen Cervera, baronesa viuda de Thyssen-Bornemisza, se sabe que no suele figurar en la lista de las mujeres mejor vestidas, pero ciertamente sí lo está en la de mejor enjoyadas porque su fondo en este campo es espléndido.

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