viernes, 12 de marzo de 2010

Ana Alejandre presenta en Madrid su última novela "La Ofrenda"


"La ofrenda"
Ana Alejandre
Editorial Ibersaf
Madrid, 2010 (226 pags)



L.M.A.

“La ofrenda”, última novela de Ana Alejandre ha sido presentada en la Casa de valencia en Madrid por los escritores Mario Soria, Dolores Gallardo, Laura López Ayllón y Julia Sáez Angulo. La intervención de esta última decía lo siguiente:

“La ofrenda” es una hermosa novela, bien escrita, de emociones y sentimientos, de amores y pasiones. Su protagonista, Carmen de la familia de los Villalar, es una mujer compleja, contradictoria que no siempre o en todo momento despierta la simpatía del lector. Vive en una época determinada, el tardo-franquismo, y hay que mirarla y juzgarla en ese contexto.

Carmen es una mujer que duda y vacila, que no se atreve a cortar alas a su cómoda situación de dependencia pero sí le gusta victimizarse, juzgar y condenar las presiones que sufre por parte de su madre, en primer lugar, de sus hermanos que la dejan a solas con una responsabilidad filial, contra la gente del pueblo que la critica con una maledicencia sostenida o contra el sacerdote que dice la misa y al que considera otra víctima de las circunstancias...

La novela de Ana Alejandre transcurre como un soliloquio íntimo y profundo que escarba como un escalpelo en el pensamiento, el espíritu y la carne de Carmen Villamar. A veces la lectura nos lleva a los abismos de ansiedad y amargura de la protagonista, que no sabe o no quiere cortar amarras de las cadenas familiares, máxime con una situación económica nada desdeñable. Ella, Carmen Villar, la protagonista, se ve como ofrenda de un altar profano a un dios menor.


Dosificar la intriga

La autora del libro ha sabido dosificar con inteligencia la historia que va en un tono gradual desde el secreto inicial; dosificar la intriga sobre esa aventura interior de los personajes. La novela parte de una confesión a la hija protagonista, hecha por su madre anciana, en silla de ruedas, la misma noche de su muerte. Esa revelación se va poniendo de manifiesto a medida que pasan las páginas en una serie de capítulos.

Ese otro personaje, la madre, doña Asunción, antagonista omnipresente de una u otra manera en la vida de la protagonista Carmen Villalar, incluso después de su muerte. La madre minusválida responde a un cierto arquetipo literario (recordemos que arquetipo es un personaje que sigue un hilo conductor sostenido con su presencia de la tradición narrativa), pues bien, el arquetipo de la madre en la novela “La ofrenda” tiene su cordón literario en la Bernarda de Alba de Federico García Lorca o más atrás en “Doña Bárbara”, el personaje que da título a la novela de Rómulo Gallegos. Se trata de mujeres poderosas, dominantes, castrantes, casi hembras de horca y cuchillo para decidir sobre las vidas circundantes. Mujeres egoístas y controladoras que “machacan” –por decirlo con palabras coloquiales- a quienes tienen a su lado. Caracteres que sin duda parten del infortunio, de su propia amargura o desgracia, pero que la hacen partícipe a los demás de manera consciente o inconsciente. El arquetipo existe a nuestro lado y por eso se repite de una u otra manera.

Ana Alejandre da unas cuantas y buenas pinceladas sobre la situación sentimental del origen en esta mujer “domina y señora” del patrimonio y vidas familiares; en la relación con su marido fundamentalmente cuando él vivía dedicado por entero a sus asuntos económicos y apenas si le hacía caso. La “venganza” cuando ella toma las riendas de la casa y el patrimonio no se hacen esperar: repite de alguna manera la conducta que reprochó.

Saga familiar, novela de mujeres

“La ofrenda” tiene algo de novela de saga familiar, la de los Villamar; de novela de mujeres, por cuanto ellas, madre e hija sobre todo dominan la escena frente a otros personajes masculinos secundarios, no tanto el amante, como el administrador o el gerente de los negocios familiares que aparecen de vez en cuando.


La novela es sobre todo una pasión fuerte y sostenida de sentimientos poderosos como son el amor carnal y el odio sordo y soterrado; el dominio del patrimonio familiar o la riqueza que se traduce directa o indirectamente en afán de poder sobre las voluntades ajenas.


Historia de amor con una inter-textualidad cinematográfica. El encuentro amoroso con la película de “Casablanca” al fondo. Música que sonó al piano entre cada una de las intervenciones.

Estructura original

La estructura de la novela está bien organizada en torno a la misa funeral de la madre muerta. La protagonista, Carmen Villalar, sigue casi ausente cada una de las partes de la misa como son el Introito, la Epístola, el Evangelio, el Salmo, etc, para evadir su pensamiento hasta una antigua historia de amor que tuvo en el pasado y en la que quedaban numerosos cabos sueltos que descubrió al fin la noche del óbito materno.

La alternancia entre esas partes de la misa como ofrenda mística y el recuerdo de los diferentes episodios de la protagonista como “ofrenda del altar profano” es una construcción original que permite al lector seguir el ritmo de ambos episodios en los que se producen los efectos de flashback y flashforward, es decir de avances y retrocesos en los recuerdos que conforman la vida, hecha de realidad visual y de realidad mental, con frecuencia disociadas.

Percepciones sensoriales

Las dotes de Ana Alejandre como narradora se ponen de manifiesto continuamente y de su prosa, bien amasada como el buen pan, se pueden extraer logradas percepciones sensoriales como las que siente un cuerpo en la ducha, con una riqueza de vocabulario y una precisión asombrosa en las consecuencias de la caída del agua en un cuerpo, ante las que el lector no puede sino admirarse del dominio de la observación de la autora y seguidamente del lenguaje para mostrarlo de modo narrativo.

Otro ejemplo, al precisar los sonidos -extraído de la página 141- al paso de la fila de comulgantes en el funeral, cuando describe “un murmullo encendido de frufrús de telas, carraspeos y crujidos de madera”. En la página 44 tiene otra descripción brillante sobre la ciudad a la hora de la siesta en plena canícula, cuando habla de “tejados rojos como crestas de gallo enhiestas bajo el sol abrasador, que obligaba a la bajada de persianas y cierre de cancelas...” La descripción es mucho más rica pero yo se la dejo completar a ustedes cuando lean la novela y la analicen por sí mismos.

En suma, la autora de “La ofrenda” no solo cuenta bien el pathos , los sentimientos, de los personajes de la novela sino que lo enriquece con la emociones interiores de cada uno de ellos o las visiones exteriores como cuando cita el dibujo de paso de cebra que la persiana forma en un cuerpo desnudo.

El auditorio de presentación estuvo lleno de público con escritores y artistas como Ángel Maestro, Emilia Currás, Charo de la Cueva, Antonio Alvarado y otros.





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