lunes, 3 de mayo de 2010

El mundo clásico de Juan Moral

Dolores Gallardo


Julia, el domingo dos de mayo, tras la hermosa tarde pasada en El Olivar, la hermosa finca de Juan Moral, escribía así en este blog sobre las últimas obras que pudimos contemplar del escultor jienense:

"Bastó un viaje a Roma y Florencia para que el escultor Juan Moral Moral (Torre del Campo, Jaén, 1941) se dejase influir por la belleza y fuerza del arte renacentista. Con su lenguaje de piedra y metal, en “litospacios”, piedras cromáticas fragmentadas sobre bastidor metálico, el artista ha creado una nueva serie denominada “Renacimiento”, homenaje a aquel periodo creador y deslumbrante de la Historia del Arte, que entre otras cosas nos legó la perspectiva y renovó la pintura y la escultura.
El David de Miguel Ángel Buonarotti, la cúpula de Filippo Brunelleschi; el ingenio de Leonardo da Vinci, la sutileza de Donatello o la presencia elegante del palacio Farnese y su almohadillado en los muros... todo sirvió para una recreación y homenaje que ha expuesto en el Espacio Renacimiento de El Olivar de Torrelodones, en Madrid”.

Hoy quiero aportar algunas reflexiones sobre la interpretación que Juan Moral hace de estos temas.
No es la primera vez que el pasado revive de la mano del escultor:
En la misma técnica que él llama “litoespacios” en el año 1995 -en una exposición sobre la Mitología Clásica en el mundo contemporáneo patrocinada por la Sociedad Española de Estudios Clásicos- recordó a los héroes homéricos Aquiles y Patroclo; posteriormente se ha dedicado durante años a reinterpretar el mundo íbero; hace un par de años retomó nuevamente figuras de la mitología griega en tres litoespacios. Con esta serie Renacimiento vuelve a beber en las fuentes más clásicas de nuestro pasado artístico.

Juan Moral recrea este pasado dentro de su concepción propia del arte, su mirada actual nada tiene nada que ver con las maneras tradicionales y mucho menos con el clasicismo.
Todavía cuesta hacer ver a gran parte del público que el clasicismo no es más que una forma -una sola- de interpretar el pasado. En realidad se trata de una estética que tuvo su momento áureo en el siglo XVIII (pero que no tomó nombre hasta el siglo siguiente, cuando libros como los de Madame de Stäel comenzaban a hablar ya sobre el romanticismo), por más que la tendencia clasicista haya perdurado en el tiempo.

Identificar, sin más, el clasicismo como única posibilidad de interpretar épocas como las que inspiran las obras de Juan Moral que comentamos lleva a grandes y graves errores de percepción.

Otras estéticas, además de la clasicista, han concurrido en reinterpretar el legado artístico y cultural que hemos recibido: el romanticismo y después de él el simbolismo y a comienzos del pasado siglo XX las vanguardias, con la ruptura de la tradición, nos dieron sus propias visiones estéticas del mundo antiguo.

Cada época y cada autor puede y debe interpretar el legado cultural que hemos recibido con una mirada acorde a su tiempo y a su personal sensibilidad. Así lo hace Juan Moral

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