sábado, 20 de noviembre de 2010

“Los nuevos nombres del cuento español” en el siglo XXI, seleccionados por Gemma Pelicer y Fernando Valls



"Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español”
Edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls
Ediciones Menoscuarto
Palencia, 2010; (615 pags)


Julia Sáez-Angulo

Toda antología aspira a ser un canon. El libro “Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español”, editado con primor por Ediciones Menoscuarto podría serlo ante una selección amplia y ambiciosa, con relatos muy bien escogidos de distinto orden, desde el realismo a lo negro y fantástico.

El libro se abre con la cita de Elias Canetti: “Lo que se desarrolla en línea recta y es predecible, resulta irrelevante”. Hay que arriesgar y Gemma Pellicer y Fernando Valls lo han hecho en un género como el cuento que siempre ha tenido cultivadores en España, aunque el marketing se haya ido hacia los escritores latinoamericanos, incluso por las mismas editoriales españolas.

Casi medio centenar de nombres se dan en esta selección que incluye a Pilar Adón, Pablo Andrés Escapa, Jon Bilbao, Ernesto Calabuig, Matías Candeira, Carlos Castán, Cristina Cerrada, Pepe Cervera, Fernando Clemot, Oscar Esquivias, Patricia Estebán Erlés, Ignacio Ferrando, Víctor García Antón, Esther García Llovet, Daniel Gascón, Cristina Grande, Ismael Grasa, Irene Jiménez, Juan Carlos Márquez, Berta Marsé, Ricardo Menéndez Salmón, Lara Moreno, Manuel Moyano, Miguel Ángel Muñoz, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Hipólito G. Navarro, Elvira Navarro, Andrés Neuman, Ángel Olgoso, Jesús Ortega, Julián Rodríguez, Javier Sáez de Ibarra, Miguel Serrano Larraz, Berta Vías Mahou y Ángel Zapata.

“La tesis según la cual el cuento ha sido la forma narrativa que menos ha evolucionado no puede seguir sosteniéndose, sobre todo a la vista de la reciente trayectoria del género”, explican los editores. “Ya sea en la concepción del libro como tal en las distintas modalidades expresivas que a veces baraja en su interior, ya en la composición de las piezas individuales, conforme a una determinada estructura, lenguaje y tratamiento de la realidad, el relato ha adquirido en los comienzos del siglo XXI unas peculiaridades que lo singularizan con respecto al que escribían sus antecesores.

La práctica antes que la teoría

Como señala Pablo Andrés Escapa “es más sagrado el rigor de la práctica que el de la teoría”. Nos encontramos con una narrativa en un mundo en transformación. Algunos autores merecen llamarse “generación de la plica”, porque acuden a concursos en busca de reconocimiento y galardón. Los premios de cuentos, relatos y narrativa breve han adquirido un predicamento notorio.

Como ocurre en todas las antologías o selecciones, uno echa en falta algunos nombres de gran solvencia que se conocen y no están. Es el caso de Ana Bikandi, ganadora de diversos concursos pero sobre todo escritora aguda y genial, por poner sólo un ejemplo.

En todo caso, “Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español” es un libro a tener en cuenta, máxime venido de una editorial generosa con el cuento y el relato breve, como puede apreciarse de inmediato por el catálogo de este año, en el que figuran nombres como Carlos Pujol, Evelyn Vaugh, José Jiménez Lozano, Mario Lacruz, Leon Bloy, Ramón Gómez de la Serna, Carmen Laforet, Horacio Quiroga o Josefina Aldecoa.

3 comentarios:

  1. Gracias, Julia. He buscado datos en Google sobre Ana Bicandi y no encuentro nada. ¿Ha publicado algún libro? Veo que tampoco Neuman la ha incluido en su antología. Saludos cordiales

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  2. El apellido de esta escritora es Bikandi, no Bicandi (yo también he sentido curiosidad, y por una vez he hecho caso al "quizá quiso decir..." del Google). Ana Bikandi parece haber ganado numerosos premios de relato, importantes algunos. Y tiene al menos una novela publicada. Un saludo

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  3. Hay mucha gente que escribe cuentos que nadie se arriesga a publicar porque son escritores desconocidos para los editores. No hay afán de aventura en este campo. Sin embargo, los periódicos se llenan durante el verano de relatos de periodistas o novelistas que no son afectos al relato. Lo cual se nota.

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