miércoles, 27 de abril de 2011

Ayaan Hirsi Ali, Una mujer somalí luchadora contra la intransigencia del Islam



“Nómada”
Del Islán a Occidente, un itinerario
personal y político
Ayaan Hirsi Ali
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
Barcelona, 2011


Instalacion. Museo Pompidou (Málaga) 2015
Foto Adriana Zapisek



Julia Sáez-Angulo


El multiculturalismo ha sido un fracaso o no funciona, recordó la escritora Ayaan Hirsi Ali (Mogadiscio, 1969), residente en los Estados Unidos, durante la presentación de su libro “Nómada” en Madrid, siguiendo la misma afirmación de Cameron, Sarcoszy y Merkel en Europa. No lejos de ella, varios agentes de seguridad la vigilaban, protegían y se transmitían mensajes. Hirsi Ali está amenazada por islamistas radicales, violentos y/o fanáticos.


Para esta mujer alta, bella, serena y segura de si misma, sabedora de que asume riesgos vitales, hay que distinguir entre Islam y ciertos musulmanes. Entre los segundos pueden encontrarse personas abiertas a la democratización y al respeto de los derechos humanos, pero no así en el Islam que quiere imponer la Sharia o ley del Corán en la organización normativa de los Estados. “El Islam es un todo político, religioso y social, imposible de disociar”, repitió varias veces la escritora.



Ayaan Hirsi Ali, hija de un líder político somalí, huyó de su país después de padecer la ablación y antes de que la obligaran a casarse con un primo que no quería. Holanda fue su primer país de acogida, donde pronto aprendió el idioma, estudió Ciencias Políticas e inició una carrera política en la que destacó por la defensa de los derechos humanos de las mujeres musulmana y en lucha, por tanto contra los preceptos del Islam.



Su vida comenzó a peligrar ante sus críticas claras y contundentes. Llegó al parlamento holandés y los avatares sobre su vida se sucedieron como en una novela incendiaria. Los vecinos no querían que viviera en sus casas por temor a un atentado; perdió y recuperó la nacionalidad holandesa... finalmente se trasladó a los Estados Unidos donde hoy colabora con el American Entreprise Institute. Ciertamente USA es una opción de mayor seguridad que en Europa. Ha creado la Fundación Ayaan Hirsi Ali para defender los derechos de las mujeres en Occidente frente al islamismo militante. Una mujer valiente.



Para la escritora africana, todo el conflicto Islam/Occidente es una cuestión de identidad cultural y defensa de los derechos humanos. Su mensaje es una alerta a Occidente ante el error de subestimar el islam radical y un llamamiento a instituciones clave –universidades, movimiento feminista, iglesias cristianas...- para que ayuden a los inmigrantes musulmanes a superar los desafíos que ella misma experimentó y a resistir el fatal atractivo, que tanto del exterior como en el seno de nuestras sociedades, ejercen el fundamentalismo y el terrorismo. “Hay que hacer un debate en profundidad y no dejarlo a una cuestión puntual de burka o no burka”, enfatizó.



Derechos humanos conculcados contra mujeres y cristianos

“La emigración es una decisión libre y voluntaria que exige lealtad a la cultura de acogida”, dice la escritora. Los derechos humanos son universales y hay políticas o culturas que los cercenan como China en lo político y social (no así en el capitalismo económico) y el Islam. La Sharia es una amenaza real en este campo, añadió. “El error de Europa ha sido no decir a los emigrantes cuales son sus obligaciones, además de sus derechos. De esto viene más tarde el triunfo de los regímenes populistas”.


Para Hirsi Ali, el hecho de que los países occidentales no exijan reciprocidad en cuanto a elecciones locales, construcción de iglesias en países islámicos o respeto a los derechos de los cristianos en países árabes o musulmanes... se debe más que a los intereses sobre el petróleo, al “relativismo en que se mueven las sociedades occidentales ante las conductas”.



En suma, lo escrito por Bertold Brech en los años 40 respecto a la cuestión de los judíos: “si esto no va conmigo, no me atañe..., hasta que un día la fiera lanza también lanza las dentelladas contra nosotros”.



Hay un choque de valores y de identidades entre el “Islam y Occidente” recalcó la escritora siguiendo el énfasis de las dos palabras del subtítulo. “La reciprocidad del permiso o la tolerancia de los países islámicos no existe para Occidente. Las noticias de las matanzas de cristianos en Iraq o de cristianos coptos en Egipto por los islámicos radicales apenas si se registran o denuncian en los medios informativos de Occidente, como si fueran de escaso relieve. Conozco algunas iglesias de Florida (USA) que están indignadas contra esta falta de tolerancia de los musulmanes respecto a los cristianos, pero los políticos de Occidente no parecen interesados en reaccionar contra ello.



“Los cristianos son perseguidos en países islámicos y apenas nadie los defiende en la comunidad internacional. La cuestión de los derechos humanos sobre las mujeres, los cristianos o los homosexuales en países islámicos no se combate ni se exige un conocimiento y debate en profundidad, en medio de una comunidad que alcanza los quinientos millones de musulmanes en el planeta”, concluyó la autora de “Nómada”.



Recordemos la afirmación de Muahamar El Gadafi en su día: “Los vientres de nuestras mujeres musulmanas llenarán la tierra de Europa”


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