miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nati Cañada, cotizada retratista, expone en la CAI de Zaragoza




Nati Cañada
Pintura. “Antología”
Sala CAI Luzán
Zaragoza
Noviembre-Diciembre, 2011


Julia Sáez-Angulo

     El premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez tiene un único cuadro en su despacho: el retrato que la pintora Nati Cañada  le hizo hace unos años. Ella es una cotizada retratista en el panorama de pintores de hoy. Su ciudad natal, Zaragoza le ha dedicado una exposición antología en la sala institucional de la CAI Luzán.

       Volver a la propia tierra siempre es un reto y Nati Cañada Peña (Oliete. Teruel, 1942), residente en Madrid, lo ha querido hacer con una muestra antológica y retrospectiva de su trabajo artístico en el que da cuenta de todos los registros de su lenguaje plástico, rico en sugerencias de dibujo y paleta.

         Hija y hermana de artistas (su padre fue el pintor Alejandro Cañada), Nati Cañada estudió Bellas Artes en las Escuelas de San Carlos de Valencia y San Fernando de Madrid, A partir de su licenciatura comienza la búsqueda de su mundo artístico, de su estilo como manifestación propia para tener una dicción pictóricia personalizada.

       Mujer elegante, espiritual y refinada –siempre viste de blanco su estilizada figura- traspasa su espíritu a la pintura, por lo que no es de extrañar que hayan sido muchos los personajes públicos y privados que se han acercado a ella para posar y lograr un retrato que da permanencia a la imagen.

        Desde numerosos mandatarios latinoamericanos, como el residente Fox de México por partida doble, hasta cantantres de ópera, empresarios o escritores, Nati Cañada ha sabido acoger los rasgos físico y psicológicos en el lienzo, casi siempre resuelto en ocres, tierras y sienas que confieren un aire dorado a sus cuadros.

       Nati Cañada viaja a distintos países de América Latían al menos dos veces al año para llevar a cabo los retratos que le encargan.

Etapas de su trayectoria expositiva

        En Zaragoza comenzó mostrando sus cuadros de grupos de figuras de los años 60-70, en los que su propia familia aparece en composiciones a modo de dioses lares.

      La etapa mística de los 80-90 proporciona una ingravidez a sus figuras que se funden en nubes y cielos, con una blancura ciertamente inmaterial. Sus bodegones y naturalezas muertas de esta época son bellísimas.

      En 1990-2000 la desmaterialización se hace aún mayor y los objetos se hacen ingrávidos por completo. Parece que la autora se aisla de la realidad y crea su propio mundo más allá de las cosas circundantes. Las figuras y los objetos se sitúan en una ensoñación que los caracteriza como visiones oníricas.

        La arqueología clásica fragmentada o las escenas bíblicas con el Cristo como protagonista se dan cita en una siguiente etapa donde la artista pareciera asumir las dos raíces fundamentales de la cultura de Occidente: Grecia y Roma por un lado, el cristianismo, por otro. El color sepia se instala en su iconografía trabajada con frecuencia sobre tabla.

       Nati Cañada es una artista de evolución silente y progresiva en una continua indagación sobre el lenguaje pictórico.
(2016)


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