miércoles, 2 de mayo de 2012




ROMA, CIUDAD DE OBELISCOS Y FUENTES



Julia Sáez-Angulo



         Roma, la capital de Italia, con otro Estado dentro de sí. Roma, Ciudad Eterna, desde el punto de vista de los cristianos católicos. Roma, ciudad abierta, según dicho de muchos que la conocen a fondo. Roma, ciudad de cientos de Madonnas en las fachadas de las casas, de once grandes obeliscos traídos de Egipto y situados en las plazas y de fuentes por doquier que, con su agua potable, sacian generosamente la sed de paseantes y turistas.
Algunos hablan de la maldición de los faraones sobre las palmeras de Roma, que están desmochadas en buen número de ellas, debido a una enfermedad que les ha llegado de Egipto. ¿Será por el expolio de los obeliscos, ahora todos ellos rematados por cruces o santos? 

         Ciertas fuentes romanas son míticas como la célebre fontana de Trevi, en la que cada día los turistas arrojan miles de monedas con el deseo de cumplir el rito y volver a la bella ciudad de Roma. Los funcionarios municipales succionan con máquinas cada día estas monedas abundantes y las entregan a una obra de beneficencia para necesitados de la ciudad. Una buena causa.
         Otra fuentes dignas de ver: las cuatro fuentes, en las cuatro esquinas de la calle del mismo nombre, no lejos del palacio presidencial de El Quirinal y de la célebre Galería Barberini, con una espléndida colección de pintura acumulada durante siglos (entre otros con el retrato de Henrique VIII, pintado por Holbein).

         Al igual que en la plaza Navona, en muchas de las fuentes se representa la clásica imagen escultórica de los grandes ríos del orbe conocido, antes del descubrimiento de América, como son el Nilo, el Tigris o el Eufrates que riegan generosamente la tierra, máxime en países de gran calor como son los de Oriente Medio.

         A Roma hay que fragmentarla por zonas y barrios para poder penetrarla poco a poco. Y no solo por los espacios imperiales del foro, el Colosseo o la magnificencia de las basílicas pontificias de San Pedro, San Pablo o San Juan de Letrán (la catedral de Roma) o Santa María la Magiore, también por sus barrios populares como el Trastevere, lleno de pequeños restaurantes con encanto o el Testaccio, donde actualmente reside el periodista Annibale Vasile (Trípani, 1933), el que fuera corresponsal de la R.A.I. durante diecisiete años en España.

El Testaccio, cercano al puerto del Tiber donde desembarcaban las tinajas de aceite que llegaban de Hispania y los mármoles que iban a ornar la ciudad (de ahí el nombre de la via Marmorata), es un barrio construido a primeros del XX, con casas en torno a un gran patio ajardinado que provee de luz y sol a todos sus habitantes. En este barrio, trufado de calles con nombres como Vannvitelli, Betone o Américo Vespuccio, vivió la escritora Elsa Morante, primera esposa de Alberto Moravia. La pizzeria del Antico Forno provee de una buena masa a la romana para restaurar las fuerzas del recorrido.
        
        


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