martes, 24 de julio de 2012




Jurgen Habermas analiza y critica en un ensayo la Constitución Europea




Julia Sáez-Angulo

         El filósofo y sociólogo alemán Jurgen Habermas (1929) ha publicado un ensayo sobre la Constitución de Europa que va precedido por un estudio de la relación entre los derechos humanos y el concepto de dignidad humana en el que se muestra como la dinámica combativa de indignación, nacida de las experiencias de vulneración de la dignidad humana, impulwa la esperanza razonable de una institucionalización mundial de los derechos humanos.

         El libro, que ha sido publicado por editorial Trotta lleva los siguientes apartados: El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos humanos; La crisis de la Unión Europea a la luz de una Constitucionalización del Derecho Internacional;  Anexo.La Europa de la República Federal. El ensayo añade un listado de la  procedencia de los textos

         Todavía recuerdan mucho el debate y la tensión que hubo entre los padres de la Constitución de Europa para debatir sobre las raíces cristianas de Europa, en definitiva sobre la denominada cristiandad, reflejada en la cruz de algunas banderas de países del norte. Laicistas beligerantes y masones radicales como Varely Giscard d´Estaigne fueron contra esa idea y los ciudadanos lo sintieron y registraron con una abstención brutal en el reconocimiento y votación de la Costitución Europea, verbi gratia en España, aunque el partido en el Gobierno quisiera vender la votación como mayoritaria, si bien solo era el recuento de una asistencia mínima a las urnas. Francia no la aprobó.

         El papa Juan Pablo II, en su visita a Santiago de Compostela, uno de los lugares referentes de peregrinación cristiana de Europa dijo en su homilía certera, con palabras que hoy figuran junto al sepulcro del Apóstol: “Europa sé tu misma, busca tus raíces cristianas…”

         Algunos países como Suiza y Noruega han reaccionado en el reconocimiento de la historia y raíz cristiana de sus países al prohibir la presencia de minaretes islámicos ostentosos, pagados por países como rica y autócrata Arabía Saudí, que no practica la reciprocidad de permitir la construcción de iglesias en su suelo. Sólo exigiendo el principio de reciprocidad, Europa podría protegerse de una falta de respeto a los derechos de sus ciudadanos.

         El ensayo de Jurgen Habermas merece la pena leerse, aunque estos temas no los afronte con la claridad y valentía que merecen. La Unión Europa del Tratado de Lisboa no está alejada de la forma de una democracia transnacional, pues se inscribe en un proceso de juridificación y civilización del poder estatal  que posibilita la creación de capacidades de actuación política más allá de los Estados nacionales.

         La crisis económica y del euro ha enfriado fervores europeos, sobre todo en los países del sur. La falta de un Banco Central Europeo con una regulación más extensa y la falta de fiscalidad común hacen que la vertebración de los países sufra, pero los derechos morales y de libertad religiosa, tan poco atendidos y combatidos por los laicistas beligerantes, hacen de Europa una entidad no tan plausible como se quisiera. No es la vieja Cristiandad y no olvidemos que los Estados Unidos nacieron de unos pioneros en busca de libertad religiosa.


         

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