sábado, 20 de octubre de 2012

Eusebio López, retratista fascinado por la expresión del rostro






Julia Sáez-Angulo

         Pintor figurativo de factura clásica, Eusebio López  Muñoz (Calera y Chozas, Toledo, 1934) se ha especializado en el retrato, a partir de su dominio en el dibujo y su plasmación en la figura humana. El grafito para los dibujos y el óleo para los retratos sobre lienzo, son los pigmentos que el artista prefiere a la hora de ejecutar su arte.

         A caballo entre Madrid y su pueblo natal toledano, donde cuenta con una casa estudio, a Eusebio López –ésta es su firma artística- le gusta practicar el dibujo con el desnudo, sobre todo femenino, como símbolo de la proporción áurea por excelencia, por eso ha acudido siempre a las sesiones de modelo que el Círculo de Bella Artes de Madrid ofrece a diario a sus socios en la planta sexta.

En el Círculo de Bellas Artes ha conocido, como otros numerosos colegas, a la célebre Trini, una modelo de gran pose y elegancia, de la que se decía que aún dormida no perdía la compostura del saber estar y posar.

Calera y Chozas (Toledo)


Eusebio López comparece periódicamente en una exposición de galería o de institución, porque conviene tener una cita periódica con el público y la crítica; lo hace, sobre todo en Madrid, donde ha expuesto, entre otros espacios, en el Club de Arte.

A veces juega con divertimentos de desnudos femeninos y rostros de actrices famosas y ausentes como Ava Gadner, Marilyn Monroe o la modelo Kate Moss. Mixtificaciones insólitas. La belleza y la expresión de estos personajes le cautivan y no puede menos de representarlas.

Los retratos llevados a cabo en su larga trayectoria pictórica –comenzó a exponer en los 70— van desde la lejana Niní Montián a la reciente Victoria Vera en una soberbia pose, desnuda y sentada en su propio cuerpo, un retrato de gran acierto, sutil y delicado.

Eusebio López cuenta también con retratos de  la duquesa de Alba y su hija Eugenia Martínez de Irujo, Carmen Martínez-Bordiú, Julio Iglesias y numerosos rostros de la alta sociedad.

Capítulo aparte merecen los retratos a grafito, donde su maestría para apresar tenues detalles de luces y formas es asombrosa. Una vez más, los retratos a lápiz sobre papel constituyen una serie fecunda en su trabajo artístico.


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