lunes, 1 de abril de 2013

Ana Queral, LAS MUJERES DEL QUIJOTE Visión plástica del libro de Cervantes




Ana Queral



Por Ana Queral

Hace varios años realicé más de ciento cincuenta obras que representan cada capítulo de “Don Quijote de la Mancha” y lo titulé “Ana Queral Pinta El Quijote”. Es una ambientación integrada por dibujos, tintas, pinturas, esculturas y arte-objeto y está de gira exhibiéndose en los museos mexicanos. Cervantes en su novela describe más de doscientos personajes, de los cuales alrededor de treinta son figuras femeninas. La mayoría de estas mujeres me aparecen fascinantes. Para dibujarlas y pintarlas, tuve que adentrarme a sus personalidades. Mis ojos de mujer madre, dentista y artista, captaron, a su modo, sus diferencias y similitudes. Pude imaginar cómo, con el paso del tiempo, se reflejaba la vida y experiencias en sus rostros. Supongo que los grabadores como Doré, Ferrant, D. Martínez, William Hogarth, Dabroun, para nombrar a algunos, también hicieron lo mismo. Pero Cervantes podía retratarlas literalmente porque le gustaban mucho las mujeres y era un gran observador. Sus vívidas descripciones me facilitaron el dibujo de dieciséis personajes que realicé para este escrito. Espero que “las feas” no se parezcan a ninguna de mis amigas.

Creo que el verdadero artista no sólo lee a los personajes de una novela; también puede ver como elementos plásticos, las huellas que el tiempo deja grabado en el cuerpo y en el alma. Las líneas de expresión, los contornos, sus tonos, texturas y la relación que tienen entre sí, son un verdadero tesoro. Los defectos y las cualidades también ayudan a imaginarlas y traducirlas en dibujos sobre papel. Por ejemplo: sabemos que Dulcinea y Aldonza Lorenzo son una y la misma, por lo cual sus diferencias radican en la expresión de los ojos y en la concepción que Don Quijote y Sancho tiene de cada una. Nuestro caballero la idealiza como la mujer perfecta, el ideal del amor, una reina celestial. Para Sancho es una simple campesina, pues la ve únicamente con los ojos del mundo material. Los dibujos resultan diferentes, pero es la misma persona.

Un personaje que me encantó dibujar es la pastora Marcela. Separé un poco sus ojos para lograr una cara inteligente y de tez oscura bronceada por el sol. Es culta y disfruta libremente de la naturaleza, aprende de ella y se llena de paz y sabiduría. Para mí parece una santa y el sombrero, su aureola.

El sexo siempre ha servido para conquistar algo o a alguien. Ana Félix es una mujer bella y valiente que lleva un dolor en el alma. Se disfraza de marinero para rescatar a su padre injustamente encarcelado. Me costó trabajo imaginarla vestida de hombre. Entonces le puse unos labios carnosos, fuertes, sensuales, como si fueran un arma femenina para alcanzar la victoria.

Altisidora, en cambio, es erótica y, como su nombre lo indica, también altanera, frívola y dispuesta a conquistar el amor de Don Quijote para que le sea infiel a Dulcinea por órdenes de La Duquesa. Dorotea no es libertina, pero sí libre, apasionada y decidida. Se entrega a su novio mujeriego quien la abandona después de “usarla”, pero no se deja vencer por las lágrimas de traición amorosa; al contrario, su rostro demuestra la esperanza alegre e inteligente de cuerpo sensual. Y gracias a su perspicaz belleza, logra casarse con él. No así es Quiteria, considerada “La Hermosa”, la más bella del pueblo a quien quieren casar con el más rico. Para mí tiene poco seso, pero muy sana, como una muñeca de porcelana.

Obra de Ana Queral

También Antonia, la sobrina del Caballero de la Triste Figura, es de pocas luces y la presento como un rostro cualquiera. Por eso su tío no hablaba mucho con ella, ni tampoco con El Ama cuarentona que podía ser amable o enojona y la dibujo cuatro veces, como queriendo encontrarle una identidad. Maritornes trabajaba en La Venta. “Era ancha de cara, llena de cogote, de nariz roma, un ojo tuerto y el otro no tan bueno”, la describe su autor. En mi representación gráfica le añado la inocencia, porque sus pecados habían sido producto de la blandura de su condición. Tal vez aquello la hizo compasiva con pretensiones de hidalguía y baños de santidad.

Otra de “las feas” es Doña Rodríguez, la gobernanta de La Duquesa. Según lo que hacía y decía, la imaginé dura e iracunda como una bruja con poder y así la pinto. La Duquesa es otra bruja, pero de diferente manera. Físicamente hermosa, más el descarado ingenio que tiene para disfrutar burlándose de nuestros héroes, es de locos y así le puse los ojos, de loca. No cabe duda que Cervantes conoció todo tipo de locuras, sobre todo cuando estuvo en la cárcel donde metían por igual a maleantes, desquiciados, enfermos, asesinos, presos políticos y demás.
Obra de Ana Queral

Muchos de los personajes femeninos son hermosos por dentro y por fuera, como Camila, Lucinda, Zoraida María la mora cristiana, Clara de Viedma y hasta Teresa Panza, esposa de Sancho. Teresa es una figura acabada y completa de la mujer de pueblo, sencilla, sensible, buena, previsora, francota y amante de los suyos. Esa es su belleza y en el dibujo está en plena faena diaria.

Representar a las mujeres del Quijote desde el punto de vista plástico, ha supuesto un reto y, a la vez, una grata y constructiva experiencia tanto psicológica, como plástica. Fueron necesarias ambas cosas para llegar a dibujarlas. Los elementos como las manchas tonales y las líneas suaves y otras gruesas expresan la dulzura o la agresividad de estos maravillosos personajes que reviven la multitud de defectos y virtudes que nos caracterizan. Ha sido una experiencia muy provechosa para mejorar como persona, ya que alimentó mi creatividad e imaginación y hasta me sirvió como examen de conciencia….


Madrid, Marzo del 2013



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