martes, 7 de mayo de 2013


CICLO “A RITMO DE VALS”, EN
“CONCIERTOS DEL
SÁBADO”



EN  TRES CONCIERTOS, LOS SÁBADOS 11, 18  Y 25 DE MAYO, UNA MUESTRA DE CÓMO EL VALS FUE ASIMILADO EN TODA CLASE DE COMPOSICIONES

Este sábado 11 de mayo, a las 12 horas, en la Fundación Juan March (www.march.es, también Facebook y Twitter: @fundacionmarch) se inicia el ciclo A RITMO DE VALS, que se desarrolla en tres conciertos dentro de Conciertos del Sábado. A veces la música concebida para acompañar el baile se independi­za, convirtiéndose en un género propio. Esto fue lo que ocurrió con el vals, definido por un ritmo ternario que enfatiza el primer pulso, como mostrarán las obras seleccionadas para este ciclo.

La importancia del salón de baile como medio de socialización a lo largo del siglo XIX dio lugar a un variado elenco de danzas, entre las que se contaban algunas hoy olvidadas como la redowa o el krakowiak, y otras que nos resultan más familiares como la mazurka, la polonesa o el schottische (chotis). Pero el vals fue, sin duda, la danza más popular y la que, con mayor facilidad, trascendió al circuito de los salones para ser asimilado en toda clase de com­posiciones.

*11 de mayo:
Rafael Aguirre, guitarra, ofrece obras de Agustín Barrios, Granados, Antonio Lauro, Baden Powell de Aquino, Villa-Lobos, Chopin y Tárrega.

El piano, protagonista del romanticismo, servirá para difundir un vals cuya dimensión estética será elevada por Chopin. En su estela, aunque dando cabida a sonoridades impresionistas y sin dejar de mirar al pasado, se desarrolló la obra de Granados. Pero el vals también se acercó a la guitarra de Tárrega. Por otro lado,  la fascinación por el vals sobrepasó los límites europeos y llegó has­ta Latinoamérica. Aceptado con entusiasmo por la sociedad criolla, la fusión con elementos indígenas y africanos dio lugar a varian­tes como el vals criollo, el peruano o el venezolano.

Rafael Aguirre es malagueño y desde 2009 es profesor en la Hochschule Robert Schumann de Düsseldorf.






*18 de mayo:
David Kadouch, piano, ofrece obras de Chopin y Debussy.

Si alguna vez existió un arquetipo del Romanticismo, este fue Chopin. Nacido en Polonia, su carrera brilló en los salones de la burguesía francesa. A estos ambientes minoritarios destinó la mayor parte de su producción, en la que abundan las pie­zas de salón como nocturnos, polonesas, mazurcas y, por supuesto, valses. Es la expresividad el elemento dominante en estas piezas, de las que están ausentes, tanto el carácter danzable, como el compo­nente popular. Nos encontramos, por tanto, ante obras que reflejan poéticamente situaciones anímicas. Los 24 Preludios de Debusssy remiten de manera inevitable a los 24 Preludios de Chopin y, si estos habían revolucionado el pia­no romántico, aquellos habrían de provocar una sacudida similar en la técnica pianística del siglo XX. Compuestos entre 1909 y 1913, sintetizan algunas de las indagaciones que Debussy había realizado en años anteriores. Estas se plasman en el empleo de texturas lige­ras, sonoridades difuminadas y ecos orientalizantes que sugieren y evocan en lugar de expresar o narrar.

 David Kadouch con 13 años actúa en el Metropolitan Hall de Nueva York bajo dirección de Itzhak Perlman y un año después en el Conservatorio Tchaikovski de Moscú. En 2008 interpreta el Quinteto de Schumann junto a Perlman en el Carnegie Hall de Nueva York. Ha participado en la grabación del dvd Barenboim on Beethoven.


*25 de mayo:
Jacques Zoon, flauta, y Cameron Roberts, piano, ofrecen obras de Bach, Schubert, Brahms, Ravel, Fauré, Debussy, Godard y Andersen.


La introducción de ritmos de danza en piezas de música instru­mental es común desde el Barroco. La siciliana, de origen italiano y escrita en ritmo ternario, aparece en Bach. Aunque cayó en desuso después del siglo XVIII, hay algunos ejemplos de su uso en auto­res posteriores como  Fauré, cuya Siciliana Op. 78 evoca so­noridades antiguas gracias a su galante melodía. Por su parte, los orígenes del vals son poco claros. Sus raíces parecen encontrarse en danzas campesinas como la Drehtanz o el Länder, y su caracte­rístico ritmo ternario aparece ya en el “Allegro” de la Sonata 1032 de Bach. El Länder, a finales del siglo XVIII se hizo popular, y fueron muchos los compositores que, como Schubert en una fecha ya tardía (1823), se acercaron a él y, del mismo modo, Brahms introduciría temas deri­vados del Länder. A pesar del rechazo inicial y de las críticas de autores como Lord Byron, el vals había comenzado a expandirse por toda Europa desde el último tercio del siglo XVIII, reemplazando a otras formas de danza como el minueto. La enorme difusión del vals en la Europa decimonónica hizo innumerables las piezas de salón basadas en su ritmo, como sucede en las obras de Benjamin Godard y Joachim Andersen. Sin embargo, su hegemonía comenzó a desmoronarse a finales del siglo. La Sonata póstuma para violín y piano de Ravel,  presenta un on­dulante ritmo ternario que evoca, a la vez que deconstruye, el vals. Pero será la invasión del “vals lento” en la Francia finisecular lo que llevaría a Debussy a componer La plus que lente, una parodia del género que descompone el característico ritmo ternario mediante la utilización de un tempo flexible, muy libre.

Jacques Zoon estudió en el Conservatorio Sweelinck de Ámsterdam. Es profesor del Conservatorio de Ginebra y de la
 Escuela Superior de Música Reina Sofía. Cameron Roberts estudió música en Melbourne (Australia), y posteriormente
en Inglaterra, Rusia y Estados Unidos. Entre 2009 y 2012
 ha sido profesor en la Escuela Superior de Música Reina Sofía.


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