lunes, 19 de agosto de 2013

Doña Letizia y "el ejemplo impagable de la Reina" de España



Julia Sáez-Angulo 


         Doña Letizia Ortiz Rocasolano dijo públicamente cuando la Zarzuela la presentó como prometida del Príncipe de Asturias, que ella tendría siempre delante “el ejemplo impagable de la Reina”. Ha llegado una crisis y el ejemplo impagable de la Reina no parece ser su modelo, porque está dado qué hablar con sus espantadas o viajes aparte, huidas o retiradas desconcertantes y asperezas públicas con su esposo, el heredero de la Corona.

         La Reina por su parte sigue con su papel impecable en Mallorca, con Marivent abierto a la familia y viajando a las islas para apoyar el patrimonio histórico-español. El rey la definió como “una profesional” y aunque sonó algo frío como calificativo, 


tuvo razón. La Reina aguanta bien los tirones de un esposo no precisamente fácil y con notorias faltas de sensibilidad en  diversas ocasiones.

         El Rey tiene inteligencia natural, es muy listo, aunque académicamente no sea un erudito. Supo calificar a la Reina y no sintió afinidad inmediata por la mujer que había elegido su hijo. El Príncipe de Asturias enamorado y generoso definió a Letizia como “un activo para la monarquía”. La palabra activo es polisémica y lo mismo puede hacer boom como muchos temen.



         La ex periodista no actuó como Mette-Mary antes de casarse, que confesó públicamente ante los noruegos su conducta deplorable del pasado a base de excesos y drogas. Letizia Ortiz sin embargo hizo cerrar con siete llaves el acta de su divorcio con un profesor y nada contó sobre su paso por clínica alguna, ni lo ha desmentido tras la publicación de su biografía por un primo que le acompañó, según manifiesta en el libro.

         Letizia ha dado desde hace un tiempo (quizás desde la aparición de la citada biografía) una imagen de que le disgustan los actos protocolarios de su función y por ello lo proclaman con lo de la búsqueda de espacios propios. Poco menos que quiere fichar sus horas de trabajo y adiós, beneficiándose de posición y estatus para su libertad y salidas. Esa no es la condición de un personaje de la familia real que ha de serlo durante las 24 horas y que supongo le explicaron en su día que tenía sus servidumbres. ¿O qué quería, llegar a la cumbre y desde allí apuntarse solo al disfrute?

         Ciertamente el Príncipe de Asturias ha madurado durante su matrimonio y paternidad, se muestra mucho más sensato, pero son muchos los que piensan porque lo pensaron, que no eligió la persona adecuada para ser Reina de España: una mujer divorciada y “con pasado”, algo que como decía su abuelo, Don Juan de Borbón: “una reina no debe tener pasado”.

         El Príncipe de Asturias tendrá que asumir con paciencia y sagacidad a la mujer que eligió como esposa y reina, procurar salir airoso en su estatus de esposo y heredero del reino. Letizia no ha despertado simpatías generales, su excesiva preocupación por su físico no la favorece, sus espantadas –incluida la de Mallorca-, menos.  Es la princesa menos popular en simpatía de todas las monarquías.


         Confiemos que las infantas Leonor y Sofía reciban la educación adecuada para el decoro que exige y merece ser Reina de España, descendiente de una monarquía católica en la historia de la cristiandad europea. Los principios son importantes y las tradiciones también. Después de todo son los fundamentos de una monarquía. El decoro, aunque pese, es moneda de cambio en el papel de reyes y príncipes.

Foto oficial de los 40 años

        

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