sábado, 10 de mayo de 2014

Sor Juana Inés de la Cruz, Dulcinea del Toboso del mes de mayo de 2014









L.M.A.

            Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como Juana Inés de la Cruz (1651-1695), hija de un militar español afincado en Nepantla, Méjico, y una acaudalada novohispana. Este nacimiento se produjo sin desposorio legítimo, hecho que intentó ocultar durante su vida.

Pasó su infancia en la residencia materna junto a su abuelo, el cual poseía una vasta biblioteca dónde Sor Juana pudo descubrir los clásicos y la teología antigua y contemporánea, componiendo sus primeras creaciones. A pronta edad propone a su madre el ingreso en la universidad disfrazada de hombre, pero será desechada la idea.

En 1664 ó a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera, ocupando el puesto de dama de compañía tras superar un examen evaluado por un nutrido grupo de sabios. La virreina, Leonor de Carreto, se convirtió en una de sus más importantes mecenas. Acudía a las tertulias en las que el virrey reunía a las gentes del saber, profesores de la Universidad Pontificia de México, siendo este ambiente el idóneo para la explosión de su producción.

Dispuesta por, quizá, numerosos amantes no correspondidos, o por el deseo del retiro aprovechando esas condiciones para desarrollar sus estudios intelectuales y literarios, ingresó en la Orden Carmelita, que abandonó por su férrea disciplina e ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada. Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas.

Pocos años antes de su muerte, cesó de escribir, quizá por una entrega mística, o quizá, por un enfrentamiento con su confesor, Antonio Núñez de Miranda, el cual receló de su ascenso en las clases nobles y de su fama, apoyando una conspiración para que Sor Juana fuese condenada a abandonar las artes y se centrase en la vida monástica. Anteriormente a este suceso, se encontró en medio de una gran controversia con diferentes teólogos por una crítica hecha a un sermón de un conocido jesuita. Ante diferentes ataques, publicó Respuesta a sor Filatela de la Cruz, en la que denunciaba la desconsideración intelectual hacia las clases monacales femeninas, al igual que defendía los derechos de la mujer a la educación (en su entorno contemporáneo).

Comprendida en el Barroco final, compuso gran variedad de obras teatrales. Su comedia más célebre es Los empeños de una casa, que en algunas de sus escenas recuerda a la obra de Lope de Vega, o Amor es más laberinto. Tres autos sacramentales revelan el lado teológico de su obra: El mártir del sacramento, El cetro de José y El divino Narciso.
Destaca su lírica, que aproximadamente suma la mitad de su producción; poemas amorosos en la que la decepción es un recurso muy socorrido, poemas de vestíbulo y composiciones ocasionales en honor a personajes de la época. Otras obras destacadas de Sor Juana son sus villancicos o el tocotín, especie de derivación de ese género que intercala pasajes en dialectos nativos. Sor Juana también escribió un tratado de música llamado El caracol, al igual que decenas de escritos científicos de diferente temática.




QUE CONTIENE UNA FANTASÍA CON AMOR DECENTE
Deténte, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

Yurihito Otsuki, pintor japonés residente en El Escorial, está pintando una serie con poemas de Sor Juana Inés de la Cruz.



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