viernes, 5 de septiembre de 2014

Daniel Nicolay expone en la galería Ra del Rey de Madrid


DANIEL NICOLAY
Pintar el gran teatro del mundo

"Daniel Nicolay (Peralta, 1960) no se acuerda de cuando comenzó a pintar. Tampoco sabe cuáles fueron sus primeras obras y le cuesta trabajo sistematizar y ordenar una producción artística dispersa y ecléctica, con piezas hechas siempre a medida de un espacio, pero concebidas para cambiarlo", escribe Graça Ramos y añade:

"Pasó la juventud entre pinceles, pintando desaforadamente, y  también académicamente, estudiando y copiando los clásicos y descubriendo la diversidad del arte contemporáneo. En ese camino se dejó seducir por la experimentación y la inquietud de las vanguardias, que le fueron alejando de los lienzos y llevando su pintura hacía el universo volátil de la performance, el happening, el teatro y el cine.

Siente entonces una necesidad ineludible de alejarse de Navarra y partir hacia el Sur en búsqueda de la luz costera, el calor, el color y el humor.  Se instala en La Línea, al lado de Cádiz, y viaja con frecuencia al norte de África, donde participa en el efervescente gueto de las artes plásticas marroquíes, escondido en las callejuelas de Tánger y en la medina de Tetuán, en donde fija entonces su residencia. Fueron años de producción frenética, en los que perfecciona el oficio de pintar. La intensa luz del Atlántico y el contraste de las tonalidades vívidas del Sur no abandonarían nunca más su paleta expresiva.

Corrían los eufóricos años 80, con la avidez de conocimiento, la curiosidad y la provocación. En ese ambiente febril de las vanguardias conoció a su mujer, sastra de profesión, cuando le encargó un traje de 40 Kg de hígados de cerdo -para su congelación, exposición y putrefacción-, que utilizaría en una secuencia de la película experimental El hombre navarro va a la luna, de la que fue director de arte.

Se muda a Barcelona y de ahí a Buenos Aires, y entre las dos ciudades su lenguaje artístico se fragua, diversifica y multiplica, encontrando su lugar en el mundo de la escenografía.

En su vida errática entre el Mediterráneo y el Atlántico, la pasión por el universo escénico lo lleva a recalar en el Teatro Real, cuando este reabría sus puertas. La ópera, como confluencia de todas las artes, incluyendo música, drama, danza, pintura, escultura, videocreación o fotografía, estimula e inspira su creación.

En los talleres del Teatro Real, junto a otros artistas y compañeros, pone su invención, creatividad y oficio en la realización del atrezzo y decorados de las producciones de ópera, en las que aprende de prestigiosos escenógrafos y artistas plásticos.

En el escenario el espacio condiciona la acción. Cada objeto es funcional, decorativo y efímero, despojándose de su significado al final de cada función. Daniel Nicolay reproduce en espacios reales y cotidianos el diálogo que los actores establecen con el decorado. Sus pinturas murales, lienzos, tapices, telones, muebles, alfombras, y todo tipo de artilugios y soluciones decorativas creados para transformar un espacio, tienen un nombre propio: los crea para su familia, amigos o compañeros. Con ellos intenta conseguir un espacio más divertido u original, más bello o elegante, más acogedor o agradable. Sus piezas están entre el arte y la decoración, o en el encuentro de ambas, pero siempre pensadas para las personas, en el gran teatro del mundo".

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