domingo, 14 de septiembre de 2014

Elena San Martín, interiorista e instalacionista artística




Julia Sáez-Angulo

         “La casa no es un mausoleo, conviene cambiarla o modificarla de vez en cuando como placer estético para todos”, dice Elena San Martín, interiorista, escaparatista e instalacionista artística, con residencia a caballo entre Madrid y Castro Urdiales. La autora es una artista nata.

         Siempre ha trabajado en el circuito artístico, en centros culturales, pero la verdadera vocación de Elena San Martín González (Bilbao, 1966) es la de creativa. Su casa es periódicamente una caja de sorpresas estéticas, verdadero laboratorio de sus ideas.

         El mundo de los materiales o los objetos, que viene a ser lo mismo, le apasiona. Jugar con ellos e imaginar espacios es su tarea vocacional. De momento hemos visto en Castro Urdiales la instalación de una torreta suya, a base de cajas transparentes de metacrilato, donde aparecen diferentes objetos alternados en un ritmo de colores preciso.

         Las algas plastificadas o textiles en ramajes sucesivos suben por los techos y con un juego de iluminación adornan esquinas que trepan y se funden con el color de los muros. Mariposas y pájaros le encantan.

         Otra de sus instalaciones es “Luis II de Baviera”, una suerte de caja-armario corneliana con la efigie del monarca, una corona dorada y otros atributos que lo evocan de modo singular, no exento de humor.





         Elena San Martín se aprovisiona de materiales y objetos en sus viajes, últimamente en Austria. Las tiendas y bazares orientales le interesan mucho y adquiere redes de pescar porque le gustan sus retículas transparentes. Son objetos que después descontextualiza y crea con ellos mundos nuevos.

         Duendes, fotografías que ella misma hace, recortables, diminutos maniquíes de Elsa Schiaperelli o del XVIII entran en las “cajas mágicas” y todas en conjunto crean un mundo distinto lleno de magia y arte.

         Las cajas de té de madera, poliéster o acetato le gustan por sus habitáculos, en los que puede crear mundos cromáticos  y narrativos. “En Le palais du thé, de París adquirí unas cuantas cajas preciosas. La tienda es un lugar muy interesante”, cuenta Elena San Martín, evidente artista polivalente.

        


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