domingo, 15 de marzo de 2015

ANA QUERAL RECREA LAS MORADAS DE SANTA TERESA




Foto  A. QUERAL


M. DOLORES GALLARDO LÓPEZ

Ana Queral, pintora de origen cubano, criada desde su primera infancia en Méjico y asentada desde hace años en España, ha inaugurado recientemente  (marzo 2015) su última instalación: La Moradas  de Santa Teresa.   Se trata de una instalación permanente en Villanueva de la Jara (Cuenca).

  En el siglo XVI Santa Teresa  fundó  en Villanueva de Jara  dos conventos del Carmelo: uno femenino, de clausura, de carmelitas descalzas, que sigue funcionando hoy día, y otro masculino, no activo  en la actualidad.

   La rehabilitación y  transformación en un pequeño  Museo de lo que fue conocido como “Vivienda del capellán”,  se ha logrado   gracias al  tesón  y esfuerzo que en ello ha puesto  la  actual  congregación  femenina con su actual Rvda. Madre Priora al frente, una mujer joven, culta y universitaria. 

En 1577  Santa Teresa acabó de escribir en Ávila   Castillo interior o Moradas,  obra  de no fácil lectura -incluso prescindiendo de la dificultad que conlleva leer el castellano  del siglo XVI en el que, naturalmente, fue escrita-  dado que  la Santa  utilizó para construir esta obra un fuerte  armazón biblíco y una rica simbología. Escrita en prosa,  toda ella está impregnada de un  fuerte aroma poético. Es muy  complicado trasladar todo esto al arte.

 Pese a las  enormes dificultades, Ana Queral ha  sabido recrear  la Moradas, no   las ha ilustrado.

  Ha realizado una  recreación  artística -para la que ha utilizado diversas técnicas,  procedimientos y recursos-   y, a la vez, espiritual (la artista es persona profundamente creyente)  de  esa   obra de Santa  Teresa.

 El visitante  que quiera acercarse a Villanueva de la Jara  aguardará su turno de entrada en un agradable  patio que ha sido cuidadosamente reconstruido y  en el que encontrará,  entre otras cosas, un pozo teresiano y una reja perteneciente a la época de Santa Teresa.  Un  vídeo amenizará e ilustrará su espera.

 A continuación  penetrará  literalmente en el Castillo interior o Moradas: una tras otra irá  visitando  las siete moradas -sin olvidar que en cada una de ella hay otras muchas- que describe la Santa en su obra:   

  En la primera  morada en  el alma es considerada como  un “castillo diamantino”,  cuya puerta es la oración (Ana  ha recreado  una puerta orlada toda ella por un gigantesco rosario).
EL ALMA PURA ACCEDE A LA 1º MORADA, PUERTA DE ACCESO A LAS MORADAS DEL CASTILLO INTERIOR. FOTO A. QUERAL


En ese castillo  no entrarán las almas en pecado mortal (esas quedarán fuera enredadas en las pasiones, representadas como sabandijas y animales inmundos).

LAS PASIONES NO ENTRARÁN EN LAS MORADAS. Foto A. QUERAL


 Una vez la oración ha abierto la puerta y  ha accedido a ese castillo,   el alma encontrará  muchos aposentos que puede o no abrir, según su propia decisión y el esfuerzo que ponga en  por lograrlo.

 No todas las almas pueden acceder.


LAS ALMAS  INCAPACITADAS PARA ACCEDER. Foto A. QUERAL

 En el  viaje a través de ese castillo interior  algunas almas   han  logrado transformarse totalmente, como el gusano de seda que acaba convertido en crisálida o mariposa. 

  En  la sexta y séptima morada  se produce el desposorio o matrimonio del alma con Dios.


Este  viaje  no es un camino de rosas, es doloroso y no está exento de peligros:  el visitante lo ve  muy gráficamente en  la pared que  muestra  a Cristo con la Cruz a cuestas  y a su lado un sendero -que recorrerá el alma que lo  quiera seguir-  formado por huellas ensangrentada.


CAMINO  DE DOLOR. Foto A. QUERAL


 No quiero finalizar esta pequeña crónica sin mencionar el  simpático guiño que, en medio del enorme y arduo  trabajo que ha sido expresar  todo este mundo espiritual,  la artista hace a sus raíces mexicanas. A la hora de presentar a la Virgen María como manantial de donde fluye la vida espiritual, ha elegido…a la Virgen de Guadalupe; eso sí: convenientemente provista del escapulario carmelitano.


VIRGEN DE GUADALUPE CON ESCAPULARIO. Foto A. QUERAL

  No es la primera vez que la artista se  ha enfrentado  a los múltiples problemas que conlleva  una ambientación  mística. Hace años la joven Ana Queral  ya realizó una sobre las tres virtudes teologales titulada  Fé,  Esperanza y Caridad, que en la actualidad se puede visitar en la página web del la artista.

En la  presente ocasión Ana Queral se ha esforzado en poner  lo mejor de sí misma,  técnica y espiritualmente, en esta   hermosa recreación  museística; aunque sabe  muy bien  que, como al final de  Las Moradas  decía Santa Teresa a sus hermanas,  “El Señor no mira tanto la grandeza de las obras, como el amor con que se hacen”.







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