lunes, 28 de septiembre de 2015

Arcabas, cotizado pintor de arte sacro en Francia




 Cristo y los discípulos de Emaús


Julia Sáez-Angulo

         Arcabás es uno de los pintores más cotizados en Francia den el campo del arte sacro. Las catedrales, iglesias, cartujas y monasterios cuenta con Arcabas para llevar a cabo sus mejores proyectos. Sus retablos, pinturas murales o cuadros son de gran modernidad al tiempo que de fe y espiritualidad.

         Para  Arcabas no hay arte profano, puesto todo arte es sagrado en cuanto expresa la conciencia del hombre de cara al mismo Dios. El color es una forma de diálogo con la misma divinidad, al expresar un pensamiento. Lo sagrado surge cuando se invoca al Espíritu Santo.

         En Lyon se pueden encontrar obras de gran intensidad como Los discípulos de Emaús, un cuadro en la Casa de Pauline Jaricot, una venerable ilustre, que defendió a los obreros de los abusos en las sederías de la ciudad,  o El cenáculo, otro cuadro a la entrada de la congregación de religiosas del mismo nombre, que se encuentra en la cima sagrada de Fourvière, cerca de la basílica de Nuestra Señora que preside Lyon en lo alto. Ambos cuadros fueron donados a las instituciones correspondientes.

Notre Dame, de Arcabas

         Arcabas (Trémery. Moselle –Francia-, 1926), su verdadero nombre es el de Jean-Marie Pirot), pero ha aceptado con gusto el que le impusieron sus aluha expuesto en el Museo de Arte de Fourvierè (Lyon) para mostrar en una retrospectiva la trayectoria de su trabajo, prolongado e intenso. No hay que olvidar que Arcabas es también pintor de escenografías de ópera y teatro, si bien se le conoce más por su arte sacro, en el que utiliza el oro para sugerir, con su simbolismo de icono bizantino, una presencia en lo sagrado.


         Entre las obras más relevantes de Arcabas destaca el políptico monumental Pasión/Resurrección; el mobiliario litúrgico en colaboración don el escultor Etienne; la infancia de Cristo, en el palacio episcopal de Malines (Bélgica); una gran Cruz del Cristo de la Buena Esperanza en Ecuador, y sobre todo du gran trabajo en la Cartuja de San Hugo de 1986.



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