jueves, 9 de junio de 2016

EXPOSICIÓN: “ARTE SONORO EN ESPAÑA (1961-2016)”, en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca




JOSÉ IGES Y JOSÉ LUIS MAIRE, COMISARIOS
 [Del 16 de junio al 18 de septiembre]


L.M.A.

Lugán: arte sonoro

La entrada del así llamado “arte sonoro” en los museos ha supuesto la llegada de una novedad en espacios que se habían mantenido más o menos inalterados –en términos visuales– hasta casi los años 60 del pasado siglo. Y, al igual que en el caso de la musealización del videoarte, también el sonido y su exposición han presentado verdaderos retos para los espacios del arte, que han debido plantearse cómo “afinar” (parafraseando el célebre “The Tuning of the World” de R. Murray Schafer) sus espacios de colección y exposición. Porque cuando aquello a exponer es el sonido como tal (y no simplemente la instalación con sonido, la música interpretada o la música experimental), tanto la determinación y elección de las obras como el tratamiento de los espacios donde tienen lugar las prácticas sonoras deben fundamentarse en un concepto del sonido distinto al definido por la ciencia acústica o por la musicología.

En las tres últimas décadas, el sonido presentado, usado, evocado o articulado en el medio artístico ha confluido en el aglutinante anglosajón “Sound Art” (y también en el alemán “Klangkunst”, con un significado algo distinto), y el así llamado “arte sonoro” ha ido consolidándose casi como una nueva categoría artística, gracias a exposiciones monográficas en museos y galerías, a la aparición de bibliografía especializada, el desarrollo de estudios específicos en el ámbito académico y la aparición de nuevas disciplinas relacionadas con el arte sonoro, como los llamados Sound Studies, la réplica sonora a los relativamente recientes Visual Studies.

En proporción, la atención que se le ha prestado al arte sonoro en España y en todo el mundo, tanto desde el punto de vista del coleccionismo como desde el de las exposiciones, es aún escasa. A pesar de que acontecimientos centrales (e históricos) para el arte sonoro en nuestro país como Los Encuentros de Pamplona de 1972, de algunas exposiciones recientes o de fenómenos como el pionero programa de radio Ars Sonora, dirigido hasta 2008 por José Iges o publicaciones como MASE (en sus ediciones de 2006 y 2014) o La mosca tras la oreja, de Llorenç Barber, testimonian el interés por el sonido en el arte, es obvio que la plástica e incluso el arte conceptual y el videoarte han ganado más rápida y fácilmente el favor de las instituciones.


Los espacios de la exposición: Palma, Cuenca, Madrid

La exposición Arte sonoro en España (1961-2016) pretende mostrar los orígenes, la diversidad de trayectorias y la vitalidad del arte sonoro realizado en nuestro país desde 1961 hasta nuestros días. Mediante una amplia variedad de obras y un extenso material documental, la exposición quiere hacer visible (y sobre todo audible) el sonido organizado con criterios artísticos en nuestro país, incluso en unos tiempos (las décadas de los 60 y los 70) en los que el propio término “arte sonoro” no había sido aún enunciado como tal.

Durante 2016, Arte sonoro en España (1961-2016), que cuenta con José Iges y José Luis Maire como comisarios invitados, presentará, en su paso por los dos museos de la Fundación Juan March y en su versión –ampliada– en los espacios de la Fundación en Madrid el próximo mes de octubre, más de una veintena de instalaciones sonoras, esculturas, vídeo-instalaciones y obras de encargo (de Xabier Erkizia y Juanjo Palacios, quienes realizarán sendas “fonografías” en Palma y Cuenca, respectivamente), junto a una cuidada selección documental que incluirá objetos, ediciones, vinilos, casetes y una variada documentación impresa y fotográfica.

Arte sonoro en España (1961-2016) tiene una peculiaridad: el hecho de que las obras sonoras, piezas, instalaciones y documentación audiovisual e impresa que la componen no se presentarán en espacios expositivos aislados, como los habitualmente dedicados a muestras temporales, sino que se insertarán primero en los espacios de los museos de Palma y ahora en Cuenca ocupados habitualmente por la presentación de las obras de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Juan March, con las que convivirán temporalmente. La exposición quiere mostrar así la práctica artística sonora de autores que fueron estrictamente contemporáneos a los artistas representados en ambas colecciones, así como la obra sonora, poco conocida, de alguno de estos últimos, y también la de creadores de las generaciones más recientes.

Si, en ciertos casos, el uso del sonido fue habitual en la obra de algunos de los artistas de la colección de la Fundación Juan March (en el contexto del arte conceptual), en otros hubo una relación con la vanguardia musical experimental (como es el caso de algunas obras de Martín Chirino o de los artefactos de Manuel Millares, expuestos en su día en una muestra compartida con el grupo ZAJ en el año 1965). Por lo demás, otros casos, como los de Eusebio Sempere o José Luis Alexanco son paradigmáticos entre aquellos artistas de las décadas de los 60 y los 70 que, no entendiéndose como sonoros, sin embargo, forman parte de la historia del sonido y su relación con las artes en España. Ellos iniciaron los primeros tanteos interdisciplinares con otras propuestas experimentales y, con el tiempo, posibilitaron el hábito y la comprensión del arte sonoro en el contexto de las instituciones y colecciones de arte contemporáneo, una línea en la que cabe incluir también algunos de los trabajos de Juan Navarro Baldeweg o Enrique Salamanca.

Así, no pocas de las obras seleccionadas acentuarán, interferirán o se relacionarán con las obras exhibidas en ambos museos y con sus respectivos espacios. Como ejemplo, cabe destacar la presencia en ambos museos de numerosos artistas de las generaciones de los ochenta y noventa (como José Luis Alexanco, Elena Asins o Eva Lootz, entre otros), cuya relación con el arte sonoro o sus antecedentes ha sido rastreada para esta muestra. En el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, que celebra su cincuentenario durante 2016, la muestra atiende además a las iniciativas en torno al arte sonoro de dos instituciones conquenses: el Gabinete de Música Electroacústica (en el que ya en los años ochenta se componía y experimentaba con un Synthi 100, uno de los instrumentos de composición electrónica y de procesamiento del sonido más avanzados y relevantes de la historia de la música electroacústica) y la Facultad de Bellas Artes (que cumple sus primeros veinticinco años).

En este contexto, la exposición se ocupará también de la labor de programación y difusión que ejercieron los programas, ciclos y conciertos del Departamento de Música de la Fundación y su Centro de Documentación de la Música Española Contemporánea desde su creación en 1983, principalmente en lo que respecta a la música experimental y la música electrónica.

Por supuesto, más allá de los límites de la colección de la Fundación, la muestra atenderá a la especial relevancia de artistas como el grupo ZAJ, Isidoro Valcárcel Medina o LUGAN, pioneros que con trabajos experimentales y transversales han sido verdaderos precursores del arte sonoro, e incluirá, junto a los ya mencionados, obras de Walter Marchetti, Francisco López, José Antonio Orts, Eduardo Polonio, Fernando Millán, Esther Ferrer, Bartolomé Ferrando, Juan Hidalgo, Wolf Vostell Javier Aguirre, Nacho Criado, José Maldonado, entre otros.


Exhibir el sonido en los espacios visuales

La exposición Arte sonoro en España (1961-2016) asume el reto de “exhibir” el sonido enfatizando todos sus aspectos artísticos mediante su amplia selección de obras: así, de la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura hablan Mirlitones, de Bosch & Simons (2012) y L’Isla des Neumas de Ramón González-Arroyo (2008); del silencio y del límite de lo audible, la Pieza escuchando la pared (1992) de Juan Muñoz, o la Música ZAJ (ca. 1999) de Esther Ferrer; Luci: sin nombre y sin memoria, de Josep Manuel Berenguer (2008), tematiza la asincronía y los procesos rítmicos sonoros de la vida a partir del estudio del comportamiento bioluminiscente de las luciérnagas, mientras que de la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo se ocupa *.WAV, de Mikel Arce (2004). Inventario (1992-1998), de José Iges y Concha Jerez tematiza la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva.

La exposición incluirá también un gran número de grabaciones, instalaciones, esculturas sonoras o prácticas sonoras que se presentaron alejadas del formato del concierto o plantean el soporte de grabación como medio artístico, como las de José Luis Castillejo, Francisco Felipe, Eva Lootz, Llorenç Barber, Francisco López, Javier Maderuelo, Pedro G. Romero, Mikel R. Nieto u Oscar Abril Ascaso, entre otras. También incluirá documentos y materiales que, temáticamente, permiten trazar un panorama de actividades que van desde los Encuentros de Pamplona en el año 1972 hasta las exposiciones colectivas celebradas en los últimos años, y pondrá énfasis tanto en los distintos soportes históricos del sonido como en los trabajos que los cuestionan, sin olvidar la incorporación de obras representativas de la poesía sonora, el arte de acción, el videoarte o el arte radiofónico.

Arte sonoro en España (1961-2016) constituye un auténtico reto curatorial: el de mostrar el sonido en espacios que son eminentemente visuales. En efecto: los espacios habitados de las salas de los museos, y mucho más los espacios diáfanos de las salas de exposición, desnudos, diseñados conforme a una lógica de la mirada perpendicular, se convierten en entornos extraños o incluso agresivos desde el punto de vista de la acústica. Unos y otros devienen, por una parte, cámaras reverberantes en las que el sonido invade el resto de las salas (y al resto de las obras expuestas), convirtiendo el trayecto del visitante en un paseo por un espacio cacofónico. En el otro extremo, la construcción de espacios aislados y cámaras insonorizadas puede cambiar de manera determinante la experiencia de los visitantes de la exposición y hacer imposible cualquier relato con cierta unidad de sentido.

En Arte sonoro en España, 1961-2016, estas dificultades se han pensado junto al deseo –que es el de esta exposición–  de que las obras “sonoras” convivan con las “visuales”, atendiendo tanto a las maneras en las que el sonido pone en cuestión el espacio expositivo tradicional como a las formas en que su exhibición puede resolverse, presentándolo mediante técnicas que permiten ordenar el espacio de la exposición para que no se produzcan colisiones en la escucha, salvando aquellas que forman, de hecho, parte integrante de las propias obras sonoras.


Publicaciones y archivos sonoros

Las muestras en Palma y Cuenca están acompañadas de un amplio y documentado programa de mano. Para la exposición en Madrid se publicará un libro-catálogo con un amplio registro fotográfico, además de ensayos, debates sobre el  estado de la cuestión  en esta disciplina artística y textos sobre temas como el del uso y la aceptación del término  arte sonoro  por artistas e instituciones del arte (colecciones, museos y galerías) en España, dentro del marco temporal propuesto por la exposición; sobre las dos principales aproximaciones históricas al arte sonoro: el alemán  Klangkunst  (con sus diferentes formas de arte intermedia), y el anglosajón "Sound Art" (con fronteras que se reescriben continuamente para dar cuenta de una gran variedad de prácticas sonoras); o sobre la historia del arte sonoro en España; además, incluirá la catalogación de las obras y de la documentación expuesta y contará con la bibliografía y discografía más actualizada. La publicación estará articulada con un portal sito en www.march.es.

También está en marcha un proyecto de historia oral con entrevistas a los artistas y debates entre éstos, comisarios, historiadores y otros especialistas, cuyas grabaciones serán transcritas y publicadas, tanto impresas como en archivos de audio, en la web de la Fundación Juan March.


LA EXPOSICIÓN VIAJARÁ DESPUÉS A:  Fundación Juan March, Madrid
(del 14 de octubre de 2016 al 15 de enero de 2017)


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