lunes, 12 de junio de 2017

SANT PERE DE RODES

SANT PERE DE RODES

M.DOLORES GALLARDO LÓPEZ

MAQUETA
Dentro del entorno del Parque Natural del cabo de Creus,  a unos ocho diez km del precioso puerto de Port de la Selva, se alza,  montaña arriba, a unos 520 mtrs sobre el nivel del mar el impresionante  conjunto del monasterio benedictino  de Sant Pere de Rodes.

Sus orígenes, envueltos en la leyenda, se pierden en el tiempo.

Antes de las edificaciones actuales,  existió en el siglo VI una iglesia de la que nada sabemos. El único resto que  quizás quede   está en la cripta (espacio relacionado con el culto a las reliquias) que hay bajo el presbiterio de la actual iglesia: una columna adosada, pero no es totalmente seguro.

  ¿Qué se veneraba en tan abrupto y escarpado lugar en tiempos tardo-antiguos? Una piadosa tradición estima que las reliquias del cuerpo de S. Pedro, el  apóstol de Jesús, junto con otras, que milagrosamente habían llegado desde Roma a la costa catalana y que allí, en ese escarpado lugar, hallaron seguro cobijo durante siglos, en medio de una Hispania invadida por los musulmanes. Nada prueba tal cosa. Estamos a obscuras, por ahora, acerca de todo lo relacionado  con los orígenes de Sant Pere.

Posteriormente Sant Pere de Rodes, situado en plena Marca Hispánica, recibió de los reyes carolingios y  de los papas   importantes  privilegios y así  en el 944 el monasterio se convirtió en abadía. Hildesindo, hijo de un noble llamado Tasio,  fue el primer abad.

Sean cuales  fueren los orígenes de Sant Pere, sólo en  siglo  X comenzó su  esplendor,  cuando el ya mencionado  Tasio y Gausfredo, conde de la cercana Ampurias,  se interesaron por él.

Se convirtió la abadía más importante del condado de Ampurias y alcanzó  gran prestigio como centro de peregrinación. La consolidación de su poder y prestigio fue durante los siglos XII y XIII.

 Lo favorecieron enormemente los  condes de Ampurias, que lo convirtieron en su  panteón familiar, como aún hoy día recuerdan los casi invisibles restos de pintura mural que, protegidos por un cristal, se conservan en una pared lateral  del atrio  y que muestran  el escudo del  condado de Ampurias.

 La actual iglesia, por su  originalidad arquitectónica, es única en época medieval catalana. La nave central tiene enorme altura de 16 mtrs, está  rematada por una bóveda de cañón y  sostenida por enormes pilares y columnas, los capiteles de las columnas son de tipo corintio. Las dos  naves laterales -con bóveda de cuarto de cañón- actúan como contrafuertes de la nave central y desembocan directamente en la magnífica girola.

 Todo el conjunto de esta iglesia evoca  la grandeza y grandiosidad de  las construcciones romanas y, personalmente, en algunos aspectos me recuerdan la grandiosidad  del mausoleo  y el palacio que el emperador Diocleciano hizo construir después de su abdicación (305 d.C.) para pasar en él los últimos años de su vida en la actual  ciudad de Split (Croacia). Por  todo esto la monumental  iglesia de Sant Pere  es única en la  época medieval.

Sabemos que la iglesia  actual fue consagrada en el año  1022, lo que  no indica que estuviera acabada, sino  sólo finalizada la cabecera. Tenemos muy escasa documentación sobre este templo.
 Las obras se podrían haber iniciado en s. X y posiblemente  terminaron en el s. XI.

FRAGMENTO DE LA PORTADA DE CABESTANY
 Más tarde fue construida la portada  del atrio, decorada en mármol por el maestro Cabestany, a mediados del XII. De ella hoy  sólo quedan dos pequeñísimos fragmento en la base inferior de la puerta que daba acceso a la iglesia, uno a cada lado. Esta magnífica portada subsistió hasta principios del s. XIX en el  que sufrió un gran expolio. Fragmentos de ella hay esparcidos por muchos museos.

  En las excavaciones realizadas en  1989 aparecieron en  el palacio del abad 658 monedas de oro y plata correspondientes a los siglos XIV y XV. Hoy este tesoro está  en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

 Con muy diversas vicisitudes  -en el siglo XIV se inició el proceso de decadencia, aunque en el XVII y el XVIII, gracias a la expansión del cultivo de la vid en Cataluña hubo una recuperación- los monjes vivieron en Sant Pere hasta 1798.  Finalmente los ataques de tropas francesas y de los bandoleros dieron la puntilla e hicieron que la comunidad se trasladara en esa fecha a Villaseca y en 1818 desde Villaseca  a Figueras. En 1835 la desamortización hizo desaparecer definitivamente esta comunidad benedictina.

Desde la marcha de los monjes, el abandono y las expoliación se cebaron con en el otrora espléndido monasterio. Hoy, pálida sombra de lo que fue, sigue alzando su imponente  figura, con frecuencia envuelta en la bruma, desde la cumbre de la montaña Verdera.


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