jueves, 6 de septiembre de 2018

RETRATOS: Claudio Bravo, cotizado pintor hiperrealista, chileno generoso con el Museo del Prado y museo de pintura interrumpido por la muerte


-->

 Infanta Doña Pilar, Claudio Bravo y Mayte Spínola

Claudio Bravo (autorretrato)




Julia Sáez-Angulo

            07/09/18 .- MADRID .- Me contó el crítico de arte Javier González de Vega, que cuando llegó a España en los 60, el chileno pintaba muy bien pero le faltaba bon gout; que el diseñador de moda Carlos Bérges y él lo cogieron por banda y le metieron la pintura del Quatroccento por los ojos, para que se empapara de la fineza italiana y paulatinamente consiguieron que. además de pintar como los ángeles, lo hiciera con las bases y la belleza italiana y española del Museo del Prado. El pintor permaneció en España hasta 1971, pero siempre contó con este país para su reconocimiento y donaciones obra como la de escultura clásica a la gliptoteca el Museo del Prado.

            Este va a ser el primer retrato a vuela pluma, semblanza, apunte o perfil –como quieran llamarlo- que hago de un artista ya desparecido, pero que forma parte de la historia del Grupo pro Arte y Cultura o más bien de su fundadora Mayte Spínola. Está propuesto para Medalla de Oro Mayte Spínola in Memoriam.

            Mayte Spínola fue de las primeras damas en posar en Madrid para Claudio Bravo Camús (Chile, 1936 –Marruecos, 2011) en un retrato lleno de sutileza, del que se siente orgullosa y luce siempre en su salón. Con su característico mecenazgo artístico, Mayte llevaba a su familia y amigos al estudio de Claudio Bravo para que le compraran cuadros o le encargaran retratos, a las mujeres las acompañaba, porque no estaba bien visto entonces que una dama acudiera sola al estudio de un pintor. Por allí desfilaron los miembros de la familia política Barreiros, los March, los Fierro… A Helena Kirby le hizo un bello retrato reclinada; un maravilloso retrato de perro con un conejo para los marqueses de Las Claras Panes… El que le hizo al crítico de arte Javier González de Vega con sombrero es formidable.

            Mayte fue la última de la familia Barreiros y Spínola en posar para un retrato del pintor, después de tres años seguidos yendo por las tardes al estudio de Claudio, acompañando a los retratados. Fue el último retrato que Claudio hizo en Madrid, porque, primero se trasladó a Marbella y después se  estableció en Marruecos, y dejó de hacerlos de manera sistemática como hasta entonces. No olvidemos que al retrato se le ha llamado en la jerga de los artistas como el "genero nutricio". Claudio y Mayte conversaban sin parar, llegaron a quererse como hermanos, y así se consideraban entre ellos. Fue en 1971, en el estudio de Claudio, cuando ella, animada por él y otras personas, decide ser profesional de la pintura –aunque llevaba pintado desde niña. Claudio la animó a exponer y ella llevó a cabo su primera muestra en la galería SEM, con Eugenia Niño como directora. Desde aquí, su carrera fue firme e imparable.

            El primer cuadro que yo vi de Claudio fue un Cristo hiperrealista, impresionante de grande y de expresividad en la feria de ARCO, a principios de los 80. Quedé impactada;  según me dijeron la pintura fue adquirida para el Vaticano. El pintor ya exponía entonces en la célebre galería internacional Marlborough de Madrid.

            El artista me lo presentó Mayte en una cena en su honor, que ella le organizaba,  en uno de los viajes que Claudio Bravo hacía a Madrid, desde el Marrakech de su entonces residencia, capital en la que él había residido anteriormente, para desplazarse después a Marbella donde la jet set, con María Salamanca a la cabeza, le compraba cuadros y le encargaba retratos uno tras otro. Lo suyo, lo de Claudio Bravo, era avanzar hacia el sur y acabar en África. El éxito y reconocimiento en España fue total; en este país hizo su primera carrera pictórica y ganó mucho dinero.

            Claudio tuvo primero una casa en Tánger, al lado de un cementerio. La segunda, también en Tánger, estaba sobre un acantilado situado entre el Mediterráneo y el Atlántico, con un jardín de varias hectáreas repleto de rosas blancas. Cuando sonó el muecín -cuenta Mayte presente junto a su marido Graciliano-, los jardineros, todos vestidos de blanco como el pintor, se pusieron de rodillas, momento en que Claudio Bravo arrancó una rosa, le quitó las espinas y, en presencia de Graciliano, se la ofrendó a Mayte: Es lo que tú te mereces, le dijo. 

      La casa de Tánger es la que dejó en testamento a su prohijado marroquí Teté. Después, su otra casa en Marrakech, en la que el pintor pasaba los inviernos- la dejó en herencia a la emperatriz iraní Farah Diba –a la que también retrató-, con la que tenía una gran amistad y confidencia- Finalmente, la casa de Tarudant. igualmente en Marruecos, una casi copia  de la Alhambra, a la que él denominaba "mi Taj Majal", a su buen compañero Bashir, padre de Teté. Esta casa la visitaron como invitadas conjuntamente la Infanta Doña Pilar de Borbón y Mayte Spínola. También pasaron por allí, el pintor Rafael Cidoncha y Miguel Ángel Cortés. 

       Meses antes de su muerte Miguel Ángel Cortes, la Infanta Doña Pilar y Mayte Spínola perfilaban el futuro museo Claudio Bravo con sus pinturas en la Comunidad de Madrid. 


Retrato de Mayte Spínola, pintado por Claudio Bravo (1971)

            En 2000 Claudio Bravo, había ya donado a la gliptoteca del Museo del Prado una soberbia colección de esculturas greco-romanas adquiridas por él en subastas internacionales, principalmente de Nueva York y París,  donación por la que recibió la Medalla de Oro a las Bellas Artes de manos de su Majestad el Rey Juan Carlos, en una acto ex profeso de nuestra primera pinacoteca. 


 Era como un reconocimiento al país que le acogió y reconoció su arte y una presencia de los Reyes de España Juan Carlos y Sofía, que reconocía aquel gesto en nombre de los españoles. La Infanta Doña Pilar tuvo mucho que ver en esta decisión de Claudio, al igual que Miguel Ángel Cortés, el que fuera secretario del Estado de Cultura.

            Seguidamente Claudio quiso crear un museo con su pintura en la Comunidad de Madrid y Miguel Ángel Cortés se lo comentó de nuevo a la Infanta Pilar –mujer de gestión eficiente a favor de España. Doña Pilar y Mayte Spínola viajaron de incógnito, a Tarudant, pero el rey de Marruecos, bien informado desde que pisaron territorio marroquí, les puso una escolta casi invisible y les invitaba a almorzar, cada vez que iban a pagar la factura en un restaurante. Las dos, junto a Claudio Bravo perfilaron la idea del futuro museo con su pintura en la Comunidad de Madrid; la presidenta madrileña Esperanza Aguirre estaba de acuerdo en encontrar un lugar adecuado.

            Una mañana de domingo Doña Pilar, Mayte, Luis Silva y yo, viajamos a conocer unos edificios nobles en Chinchón, la Casa de la Cadena (una de esas en las que pernoctan los Reyes de España y tiene derecho a esa cadena exterior) y a Alcalá de Henares, donde un céntrico y antiguo cuartel pudieran servir para el querido museo que Claudio Bravo estaba dispuesto a adquirir para albergar su obra. Era ya un hombre millonario.

            En ello se estaba. El proyecto era apasionante, cuando llegó la noticia imprevista del fallecimiento de Claudio. Nos quedamos afectados y estupefactos. Mayte Spínola, que había convivido mucho con él en su estudio madrileo acompañando a las damas amigas, que, que los 70, no solían acudir solas a posar para un artista. El proyecto del Museo Claudio Bravo en la Comunidad de Madrid, con harto sentimiento, quedó truncado. El propio artista quería sufragarlo.

            Mayte Spínola perdió un amigo, un pintor que se atrevió a romper delante de ella un retrato suyo porque a él no le convencía –a ella sí y se enfadó- con la promesa del pintor de hacerle otro mejor, “digno de un museo”, le dijo. El artista cumplió su palabra.

            Los recuerdos de la cena con Claudio Bravo en la Casa Museo El Romera de Mayte Spínola no pueden ser más gratos. Comàrit mesa y mantel junto a él, ur regalo. Claudio era cordial, guapo y elegante, un caballero en el trato, con voz aterciopelada como Cyrano de Bergerac y su conversación siempre amena sobre el arte. Era un hombre exquisito, hijo de terratenientes que se educó en los jesuitas. Se le notaba y se agradecía la cortesía  natural que emanaba de su personalidad. Fue un ser humano que se cruzó una vez en tu vida y no se olvida, felizmente ha dejado decenas de testimonios en sus cuadros y en su amigos, sobre todo españoles y marroquíes. ¡Qué pena que el proyecto del Museo Claudio Bravo se interrumpiera con su fallecimiento! Fue la miel en los labios para los que estábamos en ello. Mayte y yo lo hemos lamentado muchas veces, pero la vida manda en todo con sus avatares e imprevistos.

-->
            De la parte humanitaria de Claudio Bravo hay que destacar las escuelas para niños que financió en Marruecos, así como diversas enfermerías. Fue un hombre rico de gran corazón solidario. Era como un reconocimiento al país que le acogió y reconoció su arte y una presencia real que reconocía aquel gesto en nombre de los españoles. La Infanta Doña Pilar tuvo mucho que ver en esta decisión de Claudio, al igual que Miguel Ángel Cortés, el que fuera secretario del Estado de Cultura. Entre ambos surgió la primera conversación que puso todo en marcha.

            Seguidamente Claudio quiso crear un museo con su pintura en la Comunidad de Madrid y Miguel Ángel Cortés se lo comentó de nuevo a la Infanta Pilar –mujer de gestión eficiente para España. Doña Pilar y Mayte Spínola viajaron de incógnito a Tarudant, pero el rey de Marruecos, bien informado, les puso una escolta casi invisible y les invitaba a almorzar, cada vez que iban a pagar  en el restaurante y la factura estaba pagada por la casa real marroquí, tanto si iban solas como acompañadas de Claudio Bravo.   Doña Pilar, Mayte y Claudio perfilaron la idea del futuro museo en la Comunidad de Madrid; la presidenta madrileña Esperanza Aguirre estaba de acuerdo acuerdo en encontrar un lugar adecuado.

            Una mañana de domingo Doña Pilar, Mayte, Luis Silva y Julia Sáez-Angulo, viajaron a conocer unos edificios nobles en Chinchón: la Casa de la Cadena (una de esas en las que pernoctan los Reyes de España y tiene derecho a esa cadena exterior), y a Alcalá de Henares, donde un céntrico y antiguo cuartel pudiera haber servido para el querido museo que Claudio Bravo estaba dispuesto a adquirir o sostener para su obra. Era un hombre rico y generoso.

            En ello se estaba. El proyecto era apasionante, cuando nos llegó la noticia imprevista del fallecimiento de Claudio Bravo. Nos quedamos afectados y estupefactos, especialmente Mayte que había convivido mucho con él en su estudio, acompañando a las damas parientes y amigas.  El proyecto del Museo Claudio Bravo en la Comunidad de Madrid en ciernes, con harto sentimiento, quedó truncado. El propio artista quería sufragarlo.

            Mayte Spínola perdió un amigo, un pintor que se atrevió a romper delante de ella un retrato que le había hecho, porque a él no le convencía –a ella sí y, por eso, se enfadó- con la promesa de hacerle otro mejor, digno de un museo. El artista cumplió su palabra.

            Los recuerdos de aquella noche en la cena con Claudio Bravo en casa de Mayte no pueden ser más gratos. Claudio era cordial, guapo y elegante, un caballero en el trato, con voz aterciopelada como Cyrano de Bergerac y conversación siempre interesante y amena sobre el arte. Un seductor sin pretenderlo. Era un hombre exquisito, hijo de terratenientes que se educó en los jesuitas. Se le notaba y se agradecía la cortesía que emanaba su personalidad. Fue un ser humano que se cruza una vez en la vida y no se olvida. Felizmente ha dejado decenas de testimonios de sí en sus amigos españoles y marroquíes y en sus cuadros. ¡Qué pena que el proyecto de Museo Claudio Bravo en la Comunidad de Madid se interrumpiera con su muerte! Fue la miel en los labios. Mayte Spínola y la Infanta Doña Pilar lo han lamentado en ocasiones, pero la vida manda en todo con sus avatares e imprevistos.

            De la parte humanitaria de Claudio Bravo hay que destacar las escuelas para niños que financió en Marruecos, así como diversas enfermerías. Un hombre rico, solidario porque tenía gran corazón.

Más información





Claudio Bravo con Mayte Spínola y Gonzalo Anes tras la cena en su honor



Casa de la Cadena. Chinchón (Madrid)   

 Bodegón


 Textiles
 Claudio Bravo
 Bodegón
 Madonna
Bodegón



No hay comentarios:

Publicar un comentario