lunes, 26 de noviembre de 2018

María Jesús Torquemada: Conferencia sobre “Brujería, delitos antiguos”, en la Tertulia Ilustrada de Madrid


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María Jesús Torquemada


Julia Sáez-Angulo


            26/11/18 .- MADRID .- María Jesús Torquemada, profesora titular de Historia del Derecho en la Universidad Complutense, ha impartido una conferencia sobre “Brujería, delitos antiguos” en la Tertulia Ilustrada, presidida por María Eugenia Martínez y dirigida por Julia Sáez-Angulo.

            La conferenciante, autora del libro La Inquisición y el diablo. Supersticiones en el siglo XVIII (2000), editado por la Universidad de Sevilla, comenzó recordando que hoy ya no existe el delito de brujería, sino en todo caso las consecuencias nocivas en personas de lo que pudieran ser “prácticas de brujería o similares”.

            La tentación de la magia ha sido una constante entre las distintas tribus y culturas del hombre, donde se daba el hechicero y las brujas o sortílegas, si bien la historia ha sido mucho más dura con las brujas que con los brujos. Se tomó en sentido muy literal las palabras del Éxodo: No se dejara que la bruja viva.

            La sociedad, sobre todo, medieval y centroeuropea, fue cruel y sangrienta con las brujas, principalmente en Alemania, Francia y Inglaterra y actualmente se está estudiando lo mismo en Croacia. El libro alemán Malleus Maleficarum (1487) (“El martillo de brujas”) fue terrible e influyó en las mortíferas persecuciones de mujeres. Las ordalías en lugares de Centroeuropa fueron brutales.

            En España fue mucho menos sangrienta la persecución, pese a la leyenda negra, subrayó la conferenciante, porque fueron los tribunales de la Inquisición los que se ocuparon de las brujas y sus componentes eran juristas instruidos y escrupulosos, inquisitivos, en el sentido de que buscaban causas y pruebas para poder condenar, no como en Centroeuropa, muchas veces con laicos no instruidos.  La mayoría de las sentencias de la Inquisición por brujería son muy burocráticas y sin “morbo alguno”. Se indagaba en indicios para encontrar el pacto con el diablo de las supuestas brujas. La profesora leyó una sentencia del tribunal de Valencia contra Antonia Monedero, “la Pendón”.

            Los autos de fe eran motivo de gran espectáculo para la gente y allí se veía la causa por la que eran ajusticiadas.

            Frente a las cifras enormes de otros países europeos, los tribunales de la Inquisición fueron mucho menos numerosas, porque lo que en ellos se juzgaba era más bien la herejía y el pacto con el diablo, escrito o por indicios. Pese a que se han destruido numerosas sentencias del Tribunal de la Inquisición, porque los familiares se encargaban de hacerlo, se calcula en varios cientos o pocos miles –no más de cinco mil- las muertes por condena en sentencia inquisitorial. La ejecución nunca la hizo la Iglesia, sino el brazo justiciero de la Corona.

            La mayoría de las condenas de la Inquisición por brujería consistían en 200 azotes y extradición, que nunca podía llegar a Madrid. La Corte no quería que llegara a la capital del reino. Los familiares pagaban a los verdugos para que los azotes fueras más suaves. La conferenciante insistió en que la Inquisición solo actuaba en los bautizados y , por tanto e los conversos, pero no en las otras “mochilas jurídicas”, como musulmanes o judíos.

            En realidad la Inquisición, un tribunal más político que religioso,  fue un “gol” que le metieron los Reyes Católicos al papa Sixto IV, quien quiso después relegarla, pero no pudo. Los monarcas querían dominar la sociedad y eso era más fácil hacerlo si todos compartían una misma religión, por lo que política y religión acabaron fundidos.

            Brujas del norte y del sur de España

            María Jesús Torquemada Sánchez diferenció la “geografía del hechizo, a partir de los Montes de Toledo” en dos tipos de brujas distintas en norte y el sur de España. Las primeras, más relacionadas con la comunidad en reuniones entre ellas, encuentros, aquelarres y desvanecimientos por tomar sustancia tóxicas como la belladona o los pacharanes, por ejemplos, con los que veían vuelos de brujas con o sin escoba. Eran más bien fenómenos colectivos de histeria y así lo resaltó el inquisidor que fue al valle del Baztán, a Zugarramurdi, cuando dijo  que aquellos episodios no hubieran existido, si la gente no hubiera empezado a hablar de ellos de manera alarmante y contagiosa.

            La brujas del sur de España solían ser más recogidas, tranquilas y reservadas, con ctividades interiores entre la familia, con sus conocimientos de hierbas y sus procedimientos curativos, a veces con pócimas malolientes y repugnantes que perjudicaban los estómagos y ellas, las brujas, atribuían los dolores a que tenían que sacar los hechizos del cuerpo.

            La conferenciante distinguió también la distinta actitud ante las brujas y los brujos, con una clara misoginia en el comportamiento judicial. Los brujos y brujas actuaban ante cuestiones de salud, dinero y amor, muchas veces por dinero o presentes; los brujos actuaban casi siempre por cuestiones de dinero y eran “auténticos timadores, con un gran ingenio para engañar, a la vista de los escritos que se consultan”.

            Sobre el inquisidor Torquemada, la conferenciante dijo que era descendiente de conversos y fue un “jurista escrupuloso” sobre el que ha caído el mayor  sambenito del mito y el terror, cuando otros lo fueron más, como su sucesor, el inquisidor Deza.  La Inquisición, frente a la leyenda negra, no fue tan sanguinaria y la ejecución corrió siempre a cargo de la Corona.

Más información

http://lamiradaactual.blogspot.com/2015/03/maria-jesus-torquemada-julia-saez.html


María Jesús Torquemada

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