sábado, 1 de diciembre de 2018

Inocencio F. Arias, autor de las memorias “Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones”, que va por su cuarta edición




 Inocencio f: Arias


Julia Sáez-Angulo

            1/12/18 .- MADRID .- Inocencio  F. Arias, más conocido por Chencho Arias,  es el autor de las memorias Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones, publicado por la editorial Plaza y Janés, libro que ya va por la cuarta edición. El diplomático ya había escrito otros libros de recuerdos o memorias diplomáticas como Confesiones de un diplomático (2006), La trastienda de la diplomacia (2010), junto a Eva Celada o Los presidentes y la diplomacia (2014).

            Hombre observador, como buen periodista o colaborador habitual de prensa, Inocencio F. Arias (Almería, 1940), está casado con una mujer rusa, Ludmila, y acaba de ser abuelo por primera vez de Milo Andrei.

            Su desparpajo y simpatía ha cultivado una imagen popular que se ha visto incrementada por su presidencia del equipo deportivo futbolísticos Real Madrid durante algún tiempo y la realización de algunos cameos en el cine. Su figura y su voz puede verse y escucharse en la radio y la TV, amén de poder leer sus colaboraciones en prensa.  Actualmente dirige el Club Siglo XXI.

            El autor almeriense no ha podido menos que citar a Ortega y Gasset en su conocido aserto: “Estos hombres de la “Carriere” son el universal casi. Son casi elegantes, casi aristocráticos, casi funcionarios, casi inteligentes y casi donjuanes, pero  el casi es sinónimo de ausencia”.

            El propio Chencho Arias recuerda sus primeras impresiones sobre los diplomáticos cuando en Murcia conoció a uno de ellos ataviado con un elegante chaleco, en medio de la temperatura tórrida de la ciudad… pero él, que en principio quería ser periodista o espía, acabó siendo diplomático, tarea de la que no ha abnegado y ha ejercido en diversos países y ciudades entre otras en Nueva York, exactamente en las Naciones Unidas, ONU.

            El índice del libro acoge capítulos sugerente como: Caerse del caballo, Guerra funesta y posguerra con algunos colores, Calle mayor, El mítico Che mete la pata, La orgullosa Argelia, El contagio de los claveles, la entonces sacrosanta Transición, El breve e ignorado Calvo-Sotelo, La dudosa reputación de la OTAN, El poder de los grandes … y de los pequeños, El palco del Bernabeu, ¿Sirve para algo la ONU en el siglo XXI?, Clinton retoza en el Despacho Oval, De lo peligroso que es estar en el Consejo de Seguridad, Los pseudofamosos, “Que el perro está rabioso o no lo está” y Oda final.

            Memorias amenas, interesantes, llenas y desboreantes de anécdotas y chascarrillos, muy propios del autor, que ha recorrido más de cuarenta foros para presentar su libro Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones, lo que explica que vaya por la cuarta edición.

           


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