domingo, 30 de julio de 2023

Crónicas veraniegas. PATRICIA LARREA: Convocatoria de amigos entre esculturas de madera, bronce, cerámica y vidrio

Patricia Larrea, escultora


Julia Sáez-Angulo

Fotos: Luis Magán

31/7/23.- Nadie se resiste a una convocatoria en la casa/estudio de la escultora ecuatoriana/ española Patricia Larrea. Ella y su marido, Antonio de la Cuerda, reciben muy bien. Allí estaban Adriana Zapisek y Mariano Saslosky, recién llegados de Galicia, concretamente de Vigo y Pontevedra; Luis Magán y Susana Arregui, tras unos días en Belmonte para ver la exposición en el castillo de Don Juan Manuel, comisariada por Lola Rodríguez de Casanova; Carmen Valero llegó de Puente Viejo (Ávila); Antonio Calderón, crítico de arte, que anda ocupado en estudio y críticas sobre PhotoEspaña y acaba de ser abuelo, y Julia Sáez-Angulo que viajó ex profeso desde El Escorial. Nadie se resiste a una invitación en la casa de la escultora en la Colonia del Manzanares.

En primer lugar, visitamos el estudio/taller a las afueras del jardín, donde nos encontramos con una sucesión de esculturas y murales en madera, bronce, cerámica, vidrio y otros materiales, porque a la autora le gusta la mezcla de texturas y efectos visuales. Pronto ella presentará sus esculturas en la Bienal de Florencia 2023 y, en breve, una escultura en bronce, con dos cabezas y dos rostros diferentes: andino y español, en este caso, una maqueta para un monumento, solicitada por el Ayuntamiento de Huelva, dentro de una terna junto a otros dos escultores.

Al ciruelo repleto de frutos hace unos días, solo le quedaban cinco ciruelas, después de la cosecha generosa.

Antonio de la Cuerda nos enseñó una curiosa foto en blanco y negro de 1939, sobre como quedaron medio destruidas las casas de la Colonia del Manzanares, frente a la calle M.30. Allí estuvo el frente de guerra en Madrid, durante casi tres años, junto a la Casa de Campo, donde estaban los nacionales y la Colonia, donde estaban los republicanos. “Ellos” y “Nosotros” rezan dos carteles hincados en el suelo a cada lado.

Mario Saslovsky recuerda que en la calle Corrientes de Buenos Aires había dos bares célebres, durante la contienda civil de los españoles 1936-39, que estaban enfrentados, no solo de acera, sino de ideología y alineación: unos con los de Franco y otros, con la República. Se lanzaban piedras unos contra otros. ¡Siempre a garrotazos!, como en el cuadro de Goya.

Los que llegaron por primera vez a la casa de la escultora, recorrieron la colección de obras en la casa, que van desde Oswaldo Guayasamín, Oswaldo Viteri (artista ecuatoriano recientemente fallecido), Dalí, Chillida, Mateos, Hidalgo de Caviedes… Muchos de ellos estuvieron en su casa. Le reprochamos que no tengan, como buenos anfitriones, un libro de visitas para constatar esas presencias de históricos. Prometen que lo van a comprar.

    Los aperitivos de quesos, guacamole y crema de mejillones con queso fresco, iban cayendo con el combinado de cava. Hablamos del año Picasso, en el cincuentenario de su muerte, y el valor de las distintas exposiciones del maestro malagueño, sobre todo las de fotografía en el Centro Colón y en la Academia de San Fernando. Picasso y sus “ojos de antracita” fueron muy fotogénicos, junto a sus diversas mujeres: Fernande Olivier, Eva Gouel, Olga Koklova, Marie-Therèse Walter, Françoise Gilot o Jacqueline Roque.

    Brassaï, Herbert List, André Villers, Lucien Clergue, Michel Sima, Bill Brandt o Cecil Beaton fueron algunos de los artistas ,que entraron en el taller de Picasso o le sorprendieron en su vida social.

    Durante la cena, Patricia Larrea nos habló de su amor por la cerámica durante un largo periodo, su experimentación continua para lograr colores y calidades como el rojo intenso, la cuerda seca, los reflejos metálicos, la aventurina… la generosidad o tacañería de algunos maestros para revelar sus fórmulas a los alumnos, porque se guardan conocimientos y trucos... Ella tuvo la suerte de contar con la enseñanza en París de José Luis Aragón, el gran ayudante de Picasso, cuando éste hizo cerámica en Vallauris.

    Lástima que Patricia parece haber dejado la cerámica de lado, para entregarse de lleno a la técnica del vidrio, aprendida en Murano, con la que lleva a cabo murales barrocos y algunas joyas. Hablando de joyas, Patrícia lucía un bello medallón de plata, diseñado por Oswaldo Guayasamín; Carmen Valero un polícromo collar étnico, Adriana Zapisek, un top bordado en pedrería del diseñador colombiano Carlos Arturo Zapata… Susana y yo íbamos desjoyadas, salvo discretos añillos en la mano.

    Terminamos la tarde y la velada en el comedor de verano, medio al aire libre y con ventilador: sopa de melón, cebiche ecuatoriano de mariscos, hojaldre de jamón con ensalada de yogurt griego, pastel de avena, nueces, pasas y crema de arándanos, junto a un helado de limón, frutas de Aragón y chupitos de pacharán. Todo, casero. ¿Hay quien dé más? ¿Como íbamos a resistirnos a una convocatoria de arte, amistad, conversación y gastronomía? ¡Ah! No nos olvidamos de bendecir la mesa -Patricia estuvo creativa y poética-, ni de brindar por el arte y la amistad. Echamos de menos a Lola R. de Casanova. 

    El verano caluroso continúa. Le queda mes y medio.

Patricia y Antonio de la Cuerda

Patricia Larrea y su esposo Antonio de la Cuerda

En el comedor de invierno
En el comedor de verano

Foto del frente de guerra civil 1936-39, entra la Colonia del Manzanares y la Casa de Campo en Madrid, con los dos letreros correspondientes


2 comentarios:

  1. Qué interesante. Que sigáis disfrutando del verano y sus encuentros

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  2. Julia Sáes Angulo, cumpleel sueño de todo escritor viajero, VIAJAR, CONOCER GENTE.disfrutar con lagastronom.ia, asombrase y asombranos. Se puede estar MÁS o menos deACUERDO con sus opiniones, pero no con su capacidad de iluminar todo lo que toca con su mirada.
    JAVIER VILLÁN

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