Rossana Ferreri, escritora
Julia Sáez-Angulo
13/11/24.- Madrid.- La escritora italiana Rossana Ferreri, residente en México durante veinte años, es la autora del libro “Agridulce”. Relatos de amor, publicado por la editorial Diwan Ibérica. Es de suponer que los relatos están escritos directamente en español, puesto que no figura traductor alguno.
Los relatos están escritos, prácticamente todos en primera persona y localizados en Italia y México, por lo que es de suponer que tienen mucho de sucesos biográficos, máxime cuando se sabe que es su primer libro individual (es habitual que los primeros libros acudan a lo biográfico), ya que anteriormente solo lo había hecho en una antología titulada “Narradores indóciles”, publicada también en la editorial Diwan.
Dicho esto, cabe añadir que cuando se narra se fabula, incluso cuando se está acudiendo a las memorias. La escritura con lleva una forma estética, un lenguaje, y esto exige que se fijen o redondeen situaciones de la vida, porque el narrador escribe para el libro y no para fijar la realidad como el historiador, de la misma manera que el pintor pinta para el cuadro y no para plasmar lo que está enfrente, de manera que quita y pone lo que desea o le conviene.
Todo ello explica también las palabras introductorias del libro “Mi agradecimiento a todas las personas reflejadas en este libro. Encuentros y desencuentros que dejaron una huella en mi alma”. Es la vida como materia prima de la escritura. Todo narrar es autobiográfico, de una u otra manera, pues nace de uno de su vida, su lectura, su conocimiento de los otros, su miradas, sus observaciones y reflexiones…
“Agridulce” es un libro de bolsillo, de relatos breves, de 106 páginas. Leído de modo seguido, el lector percibe a una mujer, a una madre italiana de dos hijos que se ha divorciado de un mexicano y los relatos van contando ciertas experiencias en este transcurrir, donde no solo el matrimonio es protagonista directo o indirecto, sino también personajes que se cruzan o se recuerdan y que merecen un relato individualizado, como “Angelica y Ricardo”, “Alice”, “Zinio”, “Ana y la naturaleza”, “Katy”, “Sor Augusta”…
En estos relatos hay amor, desamor, amores ocasionales o furtivos, erotismo, lesbianismo claro o insinuado, sexo, placer, maternidad recurrente… sobre todo en los primeros relatos. Todos ellos están escritos con un lenguaje sincopado de frases cortas, que sugieren, más que dicen y ahorran descripciones más complejas. El ritmo así se acelera hacia el relato corto, a veces con finales ambiguos como en “Sor Augusta” o en el relato final, a modo de recapitulación sobre el amor: “Cartas escritas por Isolda y enviadas a Juan”.
Cierto sentido del humor atraviesa estos relatos, un humor ácido, decepcionado y alguna pincelada despectiva. También ironía, que es la inteligencia del humor. Y por resumirlo todo: es el humor con “acetum italicum”, donde, al decir de Cicerón: “¡La risa no debe sembrar calamidad, porque sería inhumano! ¡La risa no puede ser criminal, porque se trocará en odio! El acetum italicum conlleva el ingenio romano, que sabe mirar en el espejo y mostrar con certeza como es cada quien. Es una poda, más que un corte en vivo… aunque en algunos momentos la lectura huele a cierto ajuste de cuentas.
En todo caso, el título de “Agridulce” hace honor a esta escritura y sentido del humor, y es, por lo tanto, acertado.
Aunque la frontera de los géneros literarios no siempre es fácil de deslindar, algún relato como el titulado “Libros”, me ha parecido más un artículo periodístico que un relato.
Las narraciones que más me han gustado han sido: “Sor Augusta”, “Alice”, “Xinio”, “Entre las nadadas”, “El orfanato”, contienen en si cierta ternura y poesía especial.
Cabe esperar más y mucho de Rossana Ferreri. Se ve buena madera en su narrativa. El relato corto lo domina y quizás pueda abordar la novela, que siempre exige un largo aliento.
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