jueves, 3 de julio de 2025

Un sevillano en el Escorial: Diego de Silva Velázquez

"La túnica de José", por Velázquez

04.07.2025.- El Escorial

Un sevillano en el Escorial: Diego de Silva Velázquez 

A Sevillian in El Escorial: Diego de Silva Velázquez 

F. Javier Campos y Fernández de Sevilla, OSA1 


Resumen: Como patrón de San Lorenzo el Real del Escorial Felipe IV tuvo la  idea de embellecer el monasterio con el envío de una serie de lienzos de  grandes artistas y diversas procedencias. Para ello encargó a su pintor de  cámara y luego aposentador mayor Diego de Silva Velázquez que realizara el  proyecto de diseñar la distribución de los cuadros que mandaba y los que  había. 

La mayor parte de las principales dependencias monásticas como la sacristía,  las salas capitulares, el aula de moral, y otras, se transformaron notablemente,  cobrando unidad, armonía y correspondencia, porque basó la ubicación previo  estudio de los tamaños, contenido y lugar donde se ubicarían. Testigo fue el P.  Francisco de los Santos que luego recoge información de primera mano en sus Descripciones del Monasterio de San Lorenzo el Real del Escorial. 

En esa remodelación se colocó en la sala capitular vicarial el cuadro de La  túnica de José, donde todavía se conserva. Fue el único espacio importante  que luego terminó la reina regente Mariana de Austria a la muerte de los dos  autores del proyecto, Felipe IV y Velázquez. Todo ese proceso de  ornamentación del monasterio del Escorial es lo que se estudia en este trabajo. 

Abstract: As patron of San Lorenzo el Real del Escorial, Philip IV had the idea  of beautifying the monastery by sending a series of paintings by great artists  from various origins. To achieve this, he commissioned his court painter and  later chief steward, Diego de Silva Velázquez, to design the layout of the  paintings he was sending and those already present. 

Most of the main monastic rooms, such as the sacristy, the chapter halls, the  moral classroom, and others, were notably transformed, acquiring unity,  harmony, and coherence, as their placement was based on a prior study of the  sizes, content, and the locations where they would be placed. The witness to  this was Father Francisco de los Santos, who later gathered firsthand  information in his Descriptions of the Monastery of San Lorenzo el Real del  Escorial. 

In this remodeling, the painting The Tunic of Joseph was placed in the vicarial  chapter room, where it is still preserved. It was the only important space that  was later completed by Queen Regent Mariana of Austria after the deaths of the  two project authors, Philip IV and Velázquez. The entire process of  ornamentation of the Escorial monastery is what is studied in this work. 

SUMARIO: I. Introducción ; II. Felipe IV y el monasterio del Escorial ; III. Relación de Velázquez con el monasterio del Escorial IV. El lienzo/cuadro de La túnica de José ; V. Conclusión 

Recibido: diciembre 2024 ; Aceptado: febrero 2025

I. INTRODUCCIÓN 

En abril de 1622 Velázquez llega a Madrid con veintiocho años, iniciado  muy poco tiempo en el taller de Francisco Herrera el Viejo, y, sobre todo, en el  de Francisco Pacheco, durante cinco años, y luego su suegro; va “deseoso de  ver el Escorial”, por lo que le habían dicho de la obra y por la gran colección de  lienzos de los grandes maestros italianos que albergaba2. Sólo nos fijaremos  en los momentos más sobresalientes de la vida del artista y los que guardan  relación con el tema de nuestro trabajo3. No es nuestro objetivo el estudio de la  obra de Velázquez sino su relación con el Escorial a propósito de conservarse  en la sala capitular vicarial La Túnica de José. 

También viajaba a la corte con la ilusión de poder pintar al rey; no lo  consiguió y regresó a Sevilla. Por buenos contactos con el Conde-Duque volvió  al año siguiente y le hizo un retrato que causó admiración en palacio, y en el  propio monarca, que le invitó a pintarle otro montado a caballo con el que  quedó enormemente complacido. A partir de aquí se desencadenaron una serie  de sucesos que encauzaron su vida por un derrotero que no podía haber  imaginado meses atrás, y que comenzó con el inmediato nombramiento de  pintor de cámara que le hizo Felipe IV, en octubre de 1623. Aceptó el  nombramiento porque era un importante reconocimiento de su valía como  artista; también como hombre se entregó sólo y con absoluta fidelidad al  servicio del rey4, despertando no pocas envidias en la corte hasta después de  muerto como repite su primer biógrafo5.  

“Velázquez vivirá siempre adscrito a Palacio, de uno de cuyos aposentos  le sacarán para enterrarle. Repárese: una sola mujer es visible en su  vida, un solo amigo -el rey-, un solo taller -Palacio”6. 

Entre otros datos biográficos importantes, tenemos que viajará dos  veces a Italia; en el primero -Génova/Milán/Venecia/Roma/Nápoles, 1629- 1631-, es cuando pinta La túnica de José y La fragua de Vulcano. En el  segundo viaje -1648/1651, excediendo el tiempo de la licencia real-, va para  adquirir obras de calidad para Felipe IV, aunque pinta, viaja y se relaciona con  artistas y figuras destacadas. Velázquez solicitó el puesto de aposentador  mayor de palacio consciente de que era un cargo de gran categoría social  

teniendo en cuenta que habitualmente había sido desempeñado por miembros  de la nobleza -por la dignidad que entrañaba-, conforme al amplio listado que  recoge Joseph Bermúdez 7 . Entre los cuatro candidatos que aspiraban al  empleo Diego Rodríguez de Silva no fue el que mejor aceptación tuvo según la  propuesta que la junta presidida por el mayordomo mayor de palacio -bureo-, le  hizo al rey el 16 de febrero de 1652. Felipe IV zanjó el asunto de forma lacónica 

al escribir “nombro a Velázquez”8. Desde el punto de vista personal significaba el encumbramiento que el pintor de cámara adquiría en palacio y la estima  manifiesta del monarca hacía él 9 . Este oficio es el que le relacionará directamente con el Escorial como veremos. Posteriormente, el 12 de junio de 1658, el rey le hacía la merced del hábito de la Orden de Santiago -tras un  amplio expediente sobre la limpieza de sangre-, la dispensa pontificia de  impedimentos y el choque con el Real Consejo de las Órdenes10.  

Este hecho fue el culmen en la vida de Diego de Silva Velázquez. El  importante documento del Archivo Histórico Nacional que acabamos de citar, lo  resumimos aquí. Trata fundamentalmente de la merced que Felipe IV hace del  hábito de Santiago, el 12 de junio de 1658 (Decreto del 6-IX). Comprende el  expediente de nobleza y limpieza de sangre, que incluye el interrogatorio  impreso con 10 preguntas (27 de septiembre de 1658), que no es muy amplio,  pero sí el número de personas consultadas -148 declarantes-, entre los testigos  que lo hicieron por escrito cuyos autos se conservan, y los que respondieron de  forma oral. En la memoria que adjuntan se afirma que emplearon ciento trece días, y el rey había pedido que se hiciera en treinta.  

  Posteriormente en la resolución del Consejo, del 3 abril de 1659,  informan al rey que lo más importante que se destaca en la documentación es  que en el pretendiente que solicitaba el hábito (Velázquez) había “defecto de  nobleza”; el rey ordenó a su embajador en Roma que solicitase del papa la  dispensa de este impedimento. Alejandro VII la concedió el 7 de octubre de  1659; posteriormente, el 27 y 28 de noviembre, el Consejo de Órdenes informó  de los pasos dados y los temas tratados en relación a la concesión de  hidalguía, condición exigida en los Establecimientos de la Orden de Santiago.  

“Despáchese título de caballero de la Orden de Santiago a Diego de  Silva Velázquez, natural de la ciudad de Sevilla, apossentador de palazio  y ayuda de cámara de Su Magestad, inserto el Brebe de Su Santidad en  que dispensa la falta de nobleza de sus cuatro abuelos y abuelas. En el  Consexo, a veintisiete de nobiembre de 1659”. El día 28 concedió el rey  la dispensa “haciendo hidalgo al dicho don Diego de Silva tan solamente  por la causa referida y como tal mando goce y le sean guardadas las  preheminencias e exsempciones y livertades de que los demás  hijosdalgo suelen y deven gozar”.  

Posteriormente, ese mismo día, en el convento de monjas jerónimas del Corpus Christi, vulgo Carboneras, fue armado, investido caballero y realizado el juramento -sin velar las armas como se hacía-, oficiando de padrino don Gaspar de Guzmán el Bueno, conde de Niebla12.  (…)

III. RELACIÓN DE VELÁZQUEZ CON EL MONASTERIO DEL ESCORIAL 

Diego Velázquez estuvo muchas veces en el monasterio de San Lorenzo  el Real para ver y admirar las joyas que Felipe II había reunido y lo recuerda  Palomino29. Posteriormente, tras el regreso del segundo viaje a Italia (1649- 1651), tuvo que visitar el monasterio por ser aposentador mayor y para estudiar  y planificar el encargo del rey referente a la nueva ornamentación de espacios  fundamentales del monasterio. Para ello dispuso de las buenas obras que ya  había en el cenobio desde la fundación, porque Felipe II no solo se preocupó  de ver la obra terminada, sino que se ocupó de ornamentarla como le  correspondía, no sólo como patrón y fundador, según le reconocía el derecho,  sino como dueño y señor, según establecía el gobierno absoluto, y así lo recuerdan los primeros historiadores jerónimos de San Lorenzo el Real30. 

Para nuestro trabajo, la obra de Antonio Palomino de Castro es fuente  principal; sin embargo, la del Padre Francisco de los Santos es imprescindible,  por la formación teológica, los conocimientos artísticos que tenía -historiador  general de la Orden, músico y poeta-, y por el peso que tenía en el monasterio  habiendo sido dos veces prior (1681-1687 y 1697-1699)31.  

Para poner imagen visual en los lectores el P. Santos es el religioso que  sostiene la custodia con la Sagrada Forma mostrándola a Carlos II el día del  traslado solemne a su definitivo emplazamiento (19-X-1684), momento que  plasmó Claudio Coello en el lienzo que cierra el Camarín donde se conserva, al  fondo de la sacristía del monasterio, y que desciende anualmente para el culto.  J. Brown afirma que “su historia del Escorial, que es la mejor fuente de  información que poseemos sobre la actividad que en él desarrolló  Velázquez”; también lo ensalza Sánchez Cantón cuando valora su obra33. Sin  embargo, anteriormente a estos elogios, Menéndez Pelayo había manifestado  una opinión contraria al comparar la historia del P. Santos con la del P.  Sigüenza34. Actualmente tenemos una visión completa de su vida y de su obra en la magnífica tesis doctoral de J.L. Vega Loeches. 

La primera edición de su famosa Descripción breve del Monasterio de S.  Lorenzo el Real del Escorial, a la que hay que recurrir obligatoriamente para  este tema que estamos tratando, apareció en 1657 -llegó a cuatro ediciones-,  un año después del que Velázquez realizó en el Escorial la remodelación que  le ordenó Felipe IV. No conocemos información de los contactos que tuvo el  jerónimo con el pintor de cámara del rey, pero cuesta poco aceptar que  tuvieron que hablar mucho de pintura y de qué cuadros se ponían en tal lugar,  junto a tal otro, relacionando temas religiosos y teológicos, teniendo en cuenta  su formación y conocimientos, como piensa G. de Andrés36, y C. Monedero  Carrillo de Albornoz37. 

Tenemos información concreta de algunas actuaciones, en primer lugar, las manifestaciones que hizo un testigo cuando la información para la limpieza  de sangre; fue Don Gaspar de Fuensalida, y afirmó que: 

“El prettendiente [al hábito de la Orden de Santiago] se aplico tamvien a  las trazas y fabricas de Su Magestad que le hiço behedor de las obras  de dentro de palacio y San Lorenço el Real, y es este quien acavo y  perficiono el panteón”38. 

Y otras referencias de intervenciones concretas: 

- “Orden del rey al conde de Montalbán, para que se envíen a la sacristía  del panteón de el Escorial pinturas y objetos escogidos por Velázquez”,  21 de septiembre de 1654. 

- “Relación del guardajoyas, D. Francisco Tomás de Villalta, de las  piezas entregadas a Velázquez, para la sacristía del panteón de el  Escorial y para el Pardo”. 

- “Referencia al tabernáculo con un cristo de marfil llevado al Escorial”39. 

El panteón del Escorial fue otra obra que ocupó personalmente al rey  según vemos por la correspondencia que cruzó con el prior y que muestra el  interés que tuvo. Después de treinta y siete años -1617/1654-, Felipe IV  cumplió el deseo de su abuelo según recuerda la lápida de la entrada40. 

Como en todo el trabajo, tenemos que acudir al P. Francisco de los  Santos para conocer los detalles41. Felipe IV y la corte presidieron el traslado  de los restos en unos solemnes oficios religiosos, según el diseño de la  ceremonia que comunicó el rey al prior ampliamente descritos, con sermón  incluido42. Y en la carta escrita al prior el 12 de marzo de 1654 le decía: 

“La urna inferior del nicho, de la parte del evangelio [que fue el lateral destinado a los monarcas], viene a quedar desocupada; la cual señalo  para mi, para cuando Dios quisiere llevarme de esta vida, pues vendré a  estar debajo de mis mayores, y enfrente de mi esposa [parte de la  epístola, destinada a las reinas], lugar verdaderamente a propósito, para  quien los ha venerado con tanto rendimiento como yo, y amándola à ella  tan de veras”43. 

Poco antes el prior fray Nicolás de Madrid ya había comenzado a  planificar el operativo, que suponía complejo: 

“Señor: las obras del panteón estarán acabadas perfectamente con la  brevedad que V.M. sabe; y para el día de la traslación de los cuerpos  reales se han de disponer muchas cosas, y es necesario que V.M.  resuelva lo que en ellas se debe hacer”. Cartas sin fecha, pero debió de  ser a comienzos de año, porque Felipe IV le dice: “Huélgome de que  estén las obras en tan buen estado, con que la traslación de los cuerpos,  podrá ser la cuaresma próxima que viene, placiendo a Dios”44. 

El embajador veneciano Quirini, vio y examinó la momia del emperador  el 25 de marzo, pocos días antes del traslado, y así cuenta lo que vio: 

“Se encuentra [el emperador] muy bien el parecido con sus retratos.  Tenía una barba rubia bastante grande; el cuerpo era de estatura menos  que mediana, los huesos minute, la carne seca y adusta, la nariz, los  labios, los dedos de las manos y de los pies, deformados por la gota,  que no respeta ni aun a los muertos; después de un siglo se notaban  todavía señales de sus dolores”45.  

Una dependencia que se terminó después fue la sacristía del panteón en  la que intervino Velázquez, integrando ese espacio en la reorganización de San  Lorenzo que realizó. Poco después de la inauguración del panteón el prior fray  Nicolás de Madrid le pide al rey su ayuda: 

“Ahora, señor, estoy tratando de acomodar bien la pieza que ha de servir  de sacristía [del panteón de reyes], para la cual V.M. se ha de servir  mandar se envíen, de ahí, algunas pinturas buenas para su adorno y  algunas telas para los ornamentos que se han de hacer para decir misa  en el altar del panteón. De todo haré una memoria y la llevaré cuando  vaya a besar a V.M. sus reales pies, que será presto (…) San Lorenzo y  marzo 28 de 1654”46. 

Es un espacio no muy grande teniendo en cuenta la función que tenía; sin embargo, puede sorprender el interés del rey por embellecerla tanto como  la vio J. Chifflet: “muy bella y ornamentada en proporción al lugar, de pinturas  originales y muy devotas, como la grande la iglesia”47. Entre otros lienzos allí  estuvo La Adoración del nombre de Jesús o La Alegoría de la Santa Liga, del  Greco48. Por las malas condiciones de lugar, fue trasladada a la sala capitular  con el resto de pinturas del cretense hasta que recientemente se ha llevado,  con otras, a la Galería de las Colecciones Reales. 

En esta época llegaron otras pinturas que se trasladaron desde el Buen  Retiro más las traídas por Velázquez desde Italia, donde había ido por orden  de S.M. para adquirir cuantos lienzos pudiera de los grandes maestros49. 

Hablando de la antesacristía dice el P. Santos: “Las paredes hasta la  Cornisa están vestidas de excelentes cuadros de pinturas, joyas  sagradas con que ha enriquecido esta maravilla el católico rey Felipe cuarto el grande, entresacándolas de las que de todo género adornan el  Real Palacio de Madrid, dando con apartarlas de su vista, nuevo y  singular testimonio de su amor a esta San Canta Casa. Advirtió su  majestad estar pobres de pinturas algunas piezas, en particular esta  [antesacristía], y la de la Sacristía”50. 

Depositados en el Buen Retiro, junto con otros, se llevaron al Escorial  cuarenta y uno; especialmente es interesante la referencia que hace  Palomino: 

“[…] De las cuales [41 pinturas] hizo Diego Velázquez una descripción, y  memoria, en que da noticia de sus calidades, historias, y autores, y de  los sitios donde quedaron colocadas, para manifestar a Su Majestad,  con tanta elegancia, y propiedad, que calificó en ellas su erudición, y  gran conocimiento del arte; porque son tan excelentes, que sólo en él  pudieran lograr las merecidas alabanzas”.

Según Martínez Ripoll: “no es posible fijar con seguridad la secuencia  cronológica que siguió Velázquez en la decoración de las distintas  estancias escurialenses (…) entrecruzando las fuentes documentales y  los testimonios coetáneos con los que contamos, es posible adelantar  una periodización aproximada”. 

Dando un salto nos situamos en el siglo XIX donde las agresiones a San  Lorenzo el Real del Escorial fueron grandes en todos los sentidos. De la  reorganización hecha por Velázquez en las dependencias más nobles del  monasterio no quedaba nada, o casi nada; la guerra de la Independencia y la  exclaustración fueron agentes activos para deteriorar el monumento y los  fondos que durante siglos la comunidad de jerónimos había conservado con  mimo. Dejamos unas referencias elocuentes que lo confirman, de autores que  cuentan lo que vieron.  

José Quevedo era bibliotecario cuando publicó su obra y describe la  situación: 

“Este espacio [las salas capitulares], tanto en el atrio como en las salas,  está adornado de multitud de pinturas al óleo, que no me atrevo a  describir, porque hace mucho tiempo que están sin colocación fija, y  mezcladas que no merecen ocupar aquel lugar; pero pondré al fin una  nota de los que se conservan en estas salas dignos de memoria”. 

Más descorazonador es el relato del gran historiador del Escorial,  Antonio Rotondo, pero parece que comenzaba a remediarse: 

“Al escribir estas líneas deplorábamos el lastimoso estado en que se  hallaban las magníficas salas capitulares, no tan solo por el desorden y  desacuerdo de sus cuadros, sino por verlas convertidas en taller de  restauradores. Hoy día, merced al interés y cuidado de un administrador  celoso por el mérito y lucidez de nuestras antiguas producciones, vemos  estas salas completamente desembarazadas y limpias… Colocados allí  todos los cuadros de más mérito que han escapado a los infinitos  vaivenes del Escorial y a los repetidos arreglos, tan frecuentes como  infructuosos en nuestra desgraciada patria”. (…)

    V. CONCLUSIÓN 

Diego de Silva Velázquez tuvo una doble presencia en el monasterio de  San Lorenzo el Real del Escorial. Distinguimos dos bloques. En la primera -sin  saberlo el protagonista-, fue y sigue siendo a través de su obra porque aquí  llegó La túnica de José poco después de su muerte (c. 1665); en la sala  este cuadro, no repetida en ningún otro de su autor: el enlosado de piedras blancas y  negras, en el que la perspectiva ha sido cuidadosamente resuelta”, La vida y la obra  de Velázquez, o.c., p. 98.  

Aquí ofrecemos una recapitulación interna de la obra teniendo en cuenta  las consultas y las lecturas hechas, junto a la reflexión personal, en estos  puntos: 

- El lienzo se ha reducido unos centímetros en los laterales con signos visibles en la escena: La vara del pastor de la izquierda está cortada y sólo aparece  desde su mano izquierda, casi caída, que la sostiene, en el mismo límite del  lienzo, y algo que se intuye por la parte superior. Lo mismo sucede con el codo  del brazo izquierdo de Jacob que también aparece cortado un poco. 

- La escena se desarrolla en un interior de la casa de Jacob; la pared del fondo  tiene dos aberturas; la de la izquierda es un ventanal por donde se aprecia el  campo con un magnífico paisaje; el de la derecha parece que es una puerta  porque el embaldosado del suelo no está cortado y por la parte superior tiene  un color uniforme de pared interior -la misma tela del lienzo con muy poca capa  de pigmento-, que no da a ninguna parte y recuerda el comentario de algunos  autores de cuadro sin terminar128. 

- El P. Santos afirma que parece ser que Velázquez incluyó a Rubén y Simeón,  y que son los que sostienen la túnica y la camisa, pero luego afirma -y es  consciente de lo que dice-, que los que llevaron la túnica a Jacob no fueron los  hermanos, sino pastores. 

- Los dos personajes enmarcados en la abertura derecha sin fondo están poco  resaltados y definidos -como sin terminar-, teniendo en cuenta que con ese  fondo se prestaba a que destacasen más. ¿Son los hermanos, Rubén y  Simeón, que dice Santos que representó Velázquez, según alguien comentó  que lo dijo una vez el pintor? 

- La mano derecha de Jacob también está poco resaltada y se pierde bastante  al tener como fondo el ocre de la túnica del personaje de la derecha; la  vestimenta del compañero es marrón, y ambas prendas con tonos poco  llamativos.  

- El personaje de la derecha con sombrero y palo largo, tiene rostro entristecido  y está mirando a la figura central que aparece de perfil y podría ser el que  refirió a Jacob el desenlace de José; el otro personaje del fondo de la derecha,  inclina la cabeza y se lleva la mano derecha al mentón y la boca en señal de  dolor.  

- Los dos personajes centrales -hijos de Jacob, poco probable, o pastores  enviados a llevar la noticia-, sostienen dos prendas de José, una amarilla,  blanca la otra, que pueden ser la túnica y la camisa -así dice Santos-, y ésta  última es la prenda que aparece manchada de sangre sin ser muy grande el  rastro ni intenso el color rojo. El texto del Génesis dice: “entonces tomaron la  túnica de José y degollaron un cabrito, tiñeron la túnica en sangre…” (37, 31).  

- El pastor que está de espaldas -magnífico torso desnudo-, parece que se  horroriza del relato que hacen los otros dos por la expresión del brazo derecho.  ¿Dónde está la envidia que dicen algunos estudiosos? Si eran pastores -gente  extraña-, ¿no les habían contado el suceso los hermanos de José antes que  les enviaran a informar a su padre? ¿Es fingimiento para dar dramatismo al  relato y acompañar el dolor de Jacob?  

- El foco de luz que ilumina la escena está situado un poco por encima del  brazo izquierdo de Jacob y se dirige directamente a los tres personajes - pastores-, que le han llevado la triste noticia y la falsa prueba de la muerte de  su hijo José. No toca siquiera levemente el lateral derecho del joven con  sombrero de la pareja inacabada de jóvenes que hubiera alumbrado a esas dos  figuras. Tal vez así para atraer la mirada hacía el centro del lienzo donde se  desarrolla la escena protagonista. 

- También es llamativo el dramatismo que muestra Jacob -gesto y actitud-, por  ser auténtico, espontáneo y sentido, porque brotaba de dentro al conocer la  noticia que le estaban dando. 

- El perro quizás sea uno de los mejores animales pintados por Velázquez, y de  alguna forma es el otro protagonista más sincero y espontáneo porque intuye la  tragedia del penúltimo hijo de Jacob; el soñador que llamaban sus hermanos. 

Se define el término de Écfrasis como la representación verbal [o escrita,  descripción] de una figura visual [imagen]. La Profesora Luz Aurora Pimentel  afirma que existe una écfrasis ‘referencial’ cuando el objeto existe en la  realidad, perfectamente aplicable al texto del P. Francisco de los Santos, por  ser prácticamente contemporáneo y el primero que describió el lienzo bastante  a fondo. Y aquí tenemos esta explicación sobre el aspecto citado: 

“La ilusión de la realidad creada por un relato es un fenómeno  esencialmente intertextual, ya que entran en juego tanto la relación entre  semióticas construidas -la literatura con la pictórica, por ejemplo- como  la relación de éstas con la semiótica del mundo natural. La ilusión de la  realidad es básicamente, una ilusión referencial, pero la referencia no es  nunca un objeto indiferente, sino un objeto que significa, que establece  relaciones significantes con otros objetos de este mundo dicho real y con  el texto origen de la ilusión. Porque un texto narrativo se nos presenta no  sólo como una organización significante, sino como la creación de «un  mundo humano cargado de sentido… (Culler, 1975, p. 189)» … Dicho de  otro modo, un texto narrativo [descriptivo] cobra sentido sólo en la  medida en que el universo diegético [desarrollo de todo lo que está ocurriendo en la escena] entra en relación significante con el mundo  «real»”129. 

El segundo bloque hemos considerado la actividad de Velázquez en el monasterio. En este caso hay que decir que fue intensa y significativa, como  consecuencia de su cargo de aposentador mayor, pero Felipe IV también  quería que pusiese en juego sus conocimientos y su sensibilidad artística. El  resultado fue que dejó en las dependencias nobles una colección de pinturas  en las que se armonizaban tema, tamaño, composición y colorido, haciendo de  alguna forma que las pinturas no solo estuvieran colgadas, sino que sus  historias se relacionasen y sus personajes hablasen.  

Buen conocedor del Escorial fue Gregorio de Andrés que tanto tiempo  pasó en estos espacios monásticos, y tanto trabajó en los documentos  escurialenses; dejó hace muchos años este comentario sobre el tema que  merece la pena rescatar para esta conclusión: 

“Solamente las manos de un Velázquez eran las únicas dignas de  manejar, disponer y colocar tan gran tesoro pictórico. Tanta riqueza de  cuadros hoy día ha desaparecido casi totalmente, y no tan sólo de la  sacristía, sino de El Escorial, y algunos se exhiben en museos  extranjeros. Desde que los franceses en 1808 iniciaron el despojo del  monasterio, lleva siglo y medio la octava maravilla alimentando museos  privados y oficiales, como si este edificio tan cargado de historia no fuera  digno de exhibir los preciados legados que le donaron los reyes  austriacos”. 

En la misma línea, Jonathan Brown, con la autoridad del conocimiento  que tenía sobre sobre el pintor sevillano, dice en su gran obra: 

“Desde la perspectiva de finales del siglo XX puede parecer una lástima  que Velázquez dedicara tanto tiempo, tantos esfuerzos y tanta reflexión  a la organización de estos espectaculares despliegues de obras  pictóricas. Inevitablemente, con los cambios de la moda y de las  circunstancias, los diversos conjuntos sufrieron primero alteraciones y  después la dispersión, que nos dejan por completo a merced de las  reproducciones y reconstrucciones si queremos recrear una de las  principales empresas de los últimos años del artista. ¡Cuánto mejor  hubiera sido que el pintor se hubiera quedado junto a su caballete, que  era el lugar al que pertenecía, y hubiera creado grandes obras maestras  para deleite de nuestra vista!”. 

Tantas intervenciones efectuadas por la fuerza de las circunstancias o  por criterios poco respetuosos con la historia y el significado del edificio han  dado como resultado la transformación desafortunada de la ornamentación  pictórica diseñada por Velázquez.  

Y por candente actualidad tenemos que añadir el reciente expolio hecho  en este año 2023 con una amplia selección de obras maestras de todo tipo  para ‘vestir’ la nueva Galería de las Colecciones Reales. Afirman los  responsables que algunas de ellas volverán para ser sustituidas por otras.

Escurialensia, 3 (2025) – ISSN: 2990-1499 

        N.B. Hemos prescindido de todas las notas que el autor añade para señalar las fuentes y dar así una visión más ligera en el blog.

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