miércoles, 19 de noviembre de 2025

La exposición FERNANDO DELAPUENTE conmemora el 50 aniversario del fallecimiento del pintor

 El artista cántabro, fallecido el 1 de noviembre de 1975, protagoniza una exposición monográfica en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid

organizada por la Fundación Methos.

- Delapuente fue un miembro destacado de la Escuela de Madrid.

- La muestra reúne 70 obras de varias colecciones particulares que abarcan casi todos sus períodos creativos durante más de medio siglo (1923-1975).

- Se ha editado un catálogo que acompaña a la exposición.





    L.M.A.

    Madrid, 19 de noviembre de 2025. La exposición Fernando Delapuente se ha inaugurado hoy en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (calle Santa Isabel, 51). Organizada por la Fundación Methos con la colaboración de la Fundación Arana Aizpurúa, y comisariada por Andrés Barbé Riesco, reúne 70 obras procedentes de colecciones particulares y otras instituciones.

    Barbé destacó su polifacetismo y versatilidad temática y el hecho que de las más de 1.000 obras que pintó y dibujó procedan de colecciones particulares acrecienta el interés porque muchas de ellas son casi inéditas para el público aficionado al arte. Y añadió que el objetivo es redescubrir a un pintor olvidado pero sobresaliente, que atrajo la mirada de numerosos coleccionistas durante la segunda mitad del siglo XX.

    Fernando Delapuente Rodríguez-Quijano (Santander, 1909-Madrid, 1975) procedía de una familia con sensibilidad artística, tanto de su padre como de su madre. Sexto de ocho hermanos, Fernando desde muy niño desarrolló una vocación artística.

    Pintaba paisajes montañosos, flores y la vida cotidiana desde el balcón de la casa

de su abuela en Reinosa, donde pasaba los veranos.

    Aunque comenzó a estudiar Derecho pronto abandonó la carrera y por consejo de su hermano Ignacio se matriculó en Ingeniería Industrial en Madrid y al tercer año lo simultaneó con el primer curso de Bellas Artes, donde tuvo como profesores a Eduardo Chicharro (dibujo del natural) y a Julio Moisés (Ropajes), entre otros, que ahondaron en su desarrollo artístico y vocación.

    Al concluir sus estudios como ingeniero trabajó dos años en la Compañía Ebro y siguió desarrollando su talento, aunando formación técnica con una sensibilidad artística que le hicieron conformar un estilo muy personal. Nunca abandonó su compromiso con el arte, a la búsqueda de una belleza esencial, con gran libertad creativa y capaz de absorber las corrientes plásticas en España y en Europa.

 Formación, estilo y primeras influencias

    Como se puede observar en la exposición, Fernando Delapuente fue un artista vitalista, viajero y profundamente comprometido con la búsqueda de su canon de belleza. Su obra se caracteriza por una tensión entre lo clásico y lo moderno, lo matérico y lo espiritual, lo real y lo imaginado. Desde sus inicios, mostró un respeto riguroso por el academicismo, destacando como retratista y dibujante. Su formación dual, ingeniero y artista, le otorgó un enfoque estructurado y técnico que se refleja en la composición de sus obras.

Durante sus años de formación en Madrid, frecuentó el Museo del Prado y el Museo

de Arte Moderno, y fue discípulo de Manuel Benedito y Eduardo Chicharro, claves en su trayectoria. En sus primeras obras, la paleta era sobria, pero con el tiempo evolucionó hacia una pintura más expresiva y colorista. Delapuente no buscaba reproducir la realidad, sino interpretarla, reorganizando visualmente los elementos representados para transmitir una visión poética y emocional. Cultivó el retrato en sus primeras obras.

    Su estancia en Italia (1949–1953) fue decisiva. Allí se empapó del clasicismo de

Antonio Canova y del colorido de Masaccio. En 1952, un viaje a París marcó su “conversión al color”, influido por Maurice de Vlaminck, Henri Matisse y André Derain. Esta etapa lo llevó a experimentar con el fauvismo y a liberar su trazo, como se ve en obras como La playa de Viareggio (1955). También le impactó una exposición de Van Gogh en Milán, lo que intensificó su uso de contrastes cromáticos y cielos expresivos.

Italia, París y la búsqueda de lo esencial

Fernando Delapuente profundizó en el estudio del color, influido por Ribera,

Delacroix, Rembrandt y los tratados de Emilio Salas, autor de El gran libro de los

sueños (La otra ciencia) . Su obra se fue simplificando, buscando la sencillez expresiva, especialmente en retratos y bodegones. Se inspiró en artistas italianos como Carlo Carrà, Felice Casorati, Giorgio de Chirico y Amedeo Modigliani, de quienes adoptó la poética del espacio, la geometría y la introspección emocional.

Obras clave como Il Duomo Siena (1957) y algunos paisajes venecianos marcan su

giro hacia una pintura más simbólica y colorista, influido por los mosaicos de

Rávena. En esta etapa, abandona la perspectiva tradicional y construye espacios planos, vibrantes, como si fueran mosaicos bizantinos. También explora la sobriedad cromática en obras como Fontana della Rocca, Viterbo (1957), y el lirismo en Aux deux Magots (1958), una escena en el bohemio café parisino.

    En París, culminó su Serie Luminosa (22 cuadros de paisajes italianos) y realiza otra

sobre la ciudad francesa (23 cuadros). En estas obras, alterna la sobriedad neblinosa (Paris les Ponts) y la exaltación colorista (Place Blanche), siempre buscando lo permanente y esencial. Elimina figuras humanas para resaltar la atemporalidad de los espacios urbanos.

Madrid, el mar y la plenitud expresiva

    En 1958 regresa a Madrid, donde expone en la Galería Neblí. A partir de entonces, se convierte en el “pintor de Madrid”, explorando sus barrios castizos, plazas y monumentos. Crea “cuadros de síntesis”, donde reordena edificios y elementos urbanos para expresar una visión más profunda que la realidad misma. Enrique Lafuente Ferrari lo compara con ciertas aristas de El Greco por su libertad compositiva.

    Delapuente retrata un “Madrid alegre”, lleno de vida popular, y un “Madrid monumental”, sobrio y arquitectónico. También pinta un “Madrid nocturno”, con atmósferas plateadas y melancólicas, y un “Madrid florido”, festivo y nostálgico. Su mirada poliédrica combina poesía, humor y una profunda sensibilidad estética.

    A partir de 1967, el mar Cantábrico se convierte en tema central de su obra. Pinta marinas, gaviotas y horizontes, buscando la libertad expresiva y la esencialidad, como en Tus ojos luchaba el crepúsculo o en Cantábrico. Su estilo se vuelve más abstracto, cercano a la evocación de la espiritualidad de Turner. En sus últimas obras, incluyendo las pinturas caribeñas que pintó y exponía poco antes de morir, Delapuente alcanzó una síntesis entre color, forma y emoción. Una pintura que vibra con planos sencillos y una alegría serena. Su legado es el de un artista que supo volar libre, como las gaviotas que tanto amó en su Cantabria natal.

    El catálogo contiene textos de Fernando Rayón Valpuesta, Manuel Vilches Moreno,

Antonio Puerta López-Cózar y Andrés Barbé Riesco, que narran la trayectoria personal y artística de Fernando Delapuente, uno de los artistas figurativos de la Escuela de Madrid del siglo XX más interesantes pero pasados por alto en las

últimas décadas.

    Vilches Moreno subrayó su originalidad, “un estilo caracterizado por el hábil manejo

de la línea en combinación con la aplicación de colores vibrantes de los que extrae intensos contrastes cromáticos convertidos en señas de identidad de su pintura”.

Por su parte Puerta López-Cózar señaló que su obra “podría parecer algo ingenua o

esquemática, pero tiene hondura y coherencia porque busca con tesón el camino para alcanzar la esencia de las cosas”.

Ficha técnica exposición

Del 19 de noviembre al 17 de enero de 2026

Salas del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid ( Santa Isabel, 51).

Horario: De lunes a viernes, de 10 a 21 horas. Sábados: de 10 a 14 horas.

Domingos y festivos, cerrado

    Sobre la Fundación Methos

Fundada hace tres años trabaja para favorecer un entorno adecuado a una multitud de iniciativas que promueven la dignidad humana, con especial predilección por actividades de comunicación y cultura, libres de partidismo político, y por las de entretenimiento, sin excluir otros ámbitos como la educación, el arte y la tecnología.

El comisario Andrés Barbé Riesco, en el centro, junto a estudiosos de la obra de Delapuente.

    NOTA BENE.- Fernando de la Puente tiene obra en el Museo Reina Sofía, el Centro Georges Pompidou (París), el Museo Ponce (Puerto Rico)... no así en el Museo de la Universidad de Navarra, MUN, entidad educativa a la que el artista dejó su legado, cuyos cuadros se encuentran dispersos en los despachos del MUN. La actual exposición de Delapuente en Madrid se debe a la pasión de su comisario, un coleccionista de una sola obra de Delapuente. Eso es mérito y le honra. Santander y Madrid serán de nuevo las ciudades que muestren la obra de Delapuente, pintor necesitado de revival, dado que cuenta con un buen corpus de paisajes de estas dos ciudades, entre los 1246 cuadros que constituyen su corpus pictórico.

Pinturas de Fernando Delapuente



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