miércoles, 17 de diciembre de 2025

CHARLES VILLENEUVE, PINTOR VIRTUOSO DEL DIBUJO Y LA ACUARELA. Visita de AMCA




        18.12.2025.- Madrid

Es uno de los nombres más brillantes de la actualidad en el campo del arte. No sólo pinta, hace arte aplicado, muebles de diseño y libros, que resultan piezas de colección. Se define a sí mismo como un artesano, comenzó trabajando la madera como ebanista, estudiando después diseño y arquitectura. Arquitecto, diseñador, ebanista y pintor. Pero cuando contemplamos su obra, asohora, vemos que se trata de un virtuoso del dibujo y la acuarela. Pareciera que pinta el rumor del agua y el bisbiseo del viento, que hace titilar la luz, que espejea como un arcano.
    En octubre de 2021 expuso en Casa de Vacas del Retiro, con un éxito descomunal: 92.193 visitantes en veinte días de exposición. Causó gran conmoción su imaginario y, sobre todo, la evidencia de su proceso de ejecución. Él diseñó y montó la exposición, así como las vitrinas y el mobiliario, diseñado y hecho todo por él mismo. ¡Es difícil olvidar el trasiego de personas y la admiración púbica que produjo!
    El sábado 29 de noviembre, la visita a su taller, programada por AMCA, se transformó en una mágica performance. Su taller, un edificio de tres plantas, barrio de Carabanchel, es poco común a día de hoy. En la tercera, su rincón de las ideas, rodeado de sus libros esboza, ensaya, idea, diseña el trabajo que luego lleva a cabo. En la segunda, el taller de ebanistería, cuajado de herramientas, muebles en marcha y objetos. En la primera, sus obras, el taller de pintor que celebra el epitalamio del dibujo y la acuarela.
    Charles Villeneuve, Nantes 1971, pertenece a una familia de artesanos y en ella forma el oficio. Comienza a trabajar como arquitecto, pero lo que le satisface es la pintura. Deja todo lo demás y se consagra a la acuarela a través de sus evidentes dotes de dibujante. Una estancia formadora, en la Casa de Velázquez, le ligan a Madrid y desde los inicios de siglo reside entre nosotros, exponiendo regularmente en Francia, Italia y España.
A todo esto, le precede la obtención del Premio Nacional de Arquitectura de la Academie de Beaux Arts de París, en 1997, lo que antes fuera el Prix Roma. Luego ha obtenido numerosos galardones, internet está repleto de sus referencias. Si voy a comentar su sensibilidad y osadía, su chispa creativa, su capacidad de crear nuevas sensaciones al espectador. Y su maestría para la composición, que es determinante.
    Nos ha recibido ante la obra que tiene en ejecución, una vista de París, inédita, impresionante, desde la noria de la Concorde, que permite una vista de águila, en la que el aire abraza el corazón de la ciudad exornado del misterio parigot y de la luz plateada. Y lo ha hecho analizando la luz de Seurat y de la que el proyecta para dirigir nuestra mirada en la cartografía de su icono. Ha explicado su proceso, desde los blocs de apuntes, cuajados de dibujos y su interpretación de la acuarela como una meguez, siempre utilizando el blanco del papel.
    Villeneuve es el pintor de la luz, sea el asunto cual fuere. Cuando pinta Madrid, esa luz se vuelve más cruda, más azulosa, velazqueña; cuando París, aparecen los grises y los pardos, el centelleo argénteo del Sena y las sombras nostálgicas del acordeón. El gran pensador y poeta rumano, Lucian Blaga, en un aforismo decía: “Es verdad que las sombras se parecen a la oscuridad, pero son hijas de la luz”.
    ¿Qué hace de Charles Villeneuve un artista diferente? Su composición, su dibujo, su capacidad para resolver grandes panorámicas, con una sutileza y elegancia manifiestas. Su material, el papel y la acuarela. Su procedimiento, pintura del natural. Toma infinitos apuntes in situ, en cuadernos que exhibe, y luego en el estudio, con la morosidad del tallador de diamantes, da vida a esas enormes instantáneas, que subyugan. Paisajista urbano, a modo, pero también de interiores, retratista, calígrafo y botánico. 
    No trata de poner la pintura a merced de la acuarela, sino de hacer realismo con la ductilidad de la acuarela. A menudo vemos pintura a la acuarela con carácter obsoleto, enmarañado y confuso, pero hasta la mancha debe estar definida. Con él, la acuarela se limpia, se poetiza, se atreve, vibra, aspirando a la perfección y la belleza ¿No es eso al arte? Su pulcritud, su valentía, su acierto, sus novedosas soluciones hacen de su obra un idiolecto que le distingue y le ensalza. Une al rigor de sus formas la sensación mágica de los ambientes, que transforma en vistas espectaculares seduciendo al espectador.
    Inteligente a la vista, además es un hombre culto, leído, bibliófilo, al día de las novedades. Salta de la Perspectiva pictorum del jesuita Andrea Pozzo a Who Paid the Piper? de Frances Stonor Saunders; De Re Aedificatoria de Leon Battista Alberti a los diseñadores de Oviedo, de Joachim du Bellay a Francis Vielé-Griffin, del pintor danés Vilhelm Hammershoi a la música de Satie. Del olvido a la memoria, de Homero y la Odisea a Kavafis y Borges, príncipes de Ítaca. Una obra que imbrica realidad y ficción, ensueño y referencia, emoción y misterio, cercana, seductora, deslumbrante, pulcra.
    Entre los presentes en este encuentro afortunado con un Villeneuve volcánico y feraz: Esther Plaza, Manoli Ruiz, Margarita Gámez, Fran Úbeda; Vidal Abascal y Cristina Rodríguez Sastre, con sus hijos encantadores; Ana Resler, Mª Teresa García Buey y César San Pablo, Tono Brotons, Malen Olmedilla, Emilia de Dios, Julia Roncero, Ángel Pedro Gómez, Ángel Martínez Ballesta y el abajo firmante, que le agradece su acogida en nombre de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte.
    Tomás Paredes


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