jueves, 1 de julio de 2010

Antonio de la Muela, pintor de figura y abstracción con alusiones a la mitología clásica



Julia Sáez-Angulo

Desde el primer momento lo tuvo claro en la Escuela de Bellas Artes; lo suyo era el mundo de las imágenes, la pintura figurativa. Tomó el óleo como pigmento para los retratos libres que lleva a cabo, por su interés en la figura humana y el temple al huevo para su última serie de “manchas” en las que está actualmente investigando.

Bebe en las fuentes de los grandes: Velázquez, Holbein, El Greco… “Ahora quiero volver al Museo del Prado para estudiar a fondo los negros de Velázquez. Es asombroso como el pintor sevillano diferencia las texturas de las lanas o las sedas de la medias”, explica Antonio de la Muela, al tiempo que muestra sus retratos de torsos masculinos sentados o desnudos con arnés.

Le gusta hacer retratos con modelos de personajes cercanos, amigos o vecinos. Trabaja el desnudo masculino, sobre todo en verano porque le gusta trabajar con luz natural más prolongada. Otros retratos masculinos los interpreta en actividades tradicionalmente de mujeres como coser, bordar o hacer petit-point para relajarse. “Me gusta pintar del natural porque del encuentro en vivo nacen más sugerencias plásticas”

En su “Autorretrato”, Antonio de la Muela se presenta casi de cuerpo entero, con doble figura porque “es asombroso lo que uno cambia si se contempla desde un ángulo u otro, desde la derecha o desde la izquierda”, afirma el autor. Le gusta el retrato en libertad, por eso agradeció mucho a una madre que le encargó el retrato de su hija y le dijo: “quiero más un buen cuadro que el simple parecido de mi hija”. Se lo agradecí porque me permitió una composición más suelta”.

Le gusta citar la mitología greco-romana en los títulos de sus cuadros por su gran poder evocador. Ha llevado a cabo una serie de retratos de mujeres embarazadas –por la fuerte carga emocional o expresiva que tiene las madres gestantes y los cuadros llevan los nombres de Medea, Hécuba, Penélope, Ariadna, Andrómaca…”Es una imagen de fuerte mensaje; algunas de las modelos son mujeres de mi familia”, explica el pintor.


Los tondos como escudos de guerreros


Los tondos constituyen una de las líneas trabajadas por Antonio de la Muela. “Me gusta la forma redonda porque con ella interpreto la idea de escudo de guerrero”. Dos de ellos llevan por título “escudo de Héctor”, en gran formato, resuelto en azules y, el otro, en ocres y amarillos, de tamaño más reducido. “Me gusta la obra de “Las troyanas” –dice Antonio. –Siempre me siento al lado de Troya y no de Atenas”.

Los tondos están pintados utilizando el muñón izquierdo de su brazo izquierdo, casi a la altura de la mano, como una plantilla que estampa manchas a modo de mariposas sobre el soporte. “Me gusta el resultado y lo hago con temple al huevo porque este pigmento se adapta mejor al manejo de mi brazo que el óleo o el acrílico que resulta imposible. El pintor José Hernández me dio la receta del temple en Plasencia”.

La serie de manchas la denomina “Las caricias de Anteo”, el gigante que mató Hércules cuando lo levantó en el aire, al descubrir que su fuerza venía de tocar la madre tierra. “Esta serie será la que presente la próxima temporada en una exposición prevista para un centro cultural de la sierra madrileña.”

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