Julia Sáez-Angulo
Moda y Arte son dos géneros bien armonizados, máxime cuando muchos consideran la moda de alta creación como una derivación de las Bellas Artes. Después de la célebre escuela alemana Bauhaus, que buscaba hacer bello lo útil, para que la vida cotidiana subiera en valores estéticos; después de que las artes industriales pasaran a ocupar los museos importantes como el de Artes Decorativas de París, en los mismísimos palacios del Louvre, estaba claro que la Moda iba a subir enteros en su cotización de belleza y artes plásticas.
Los grandes diseñadores franceses lo vieron muy pronto en la capital del Sena, cuando ellos gobernaban la Moda a primeros del sigo XX y pidieron la colaboración de los grandes artistas de vanguardia. Es el caso de Elsa Schiaparelli – abuela de la modelo y actriz Marisa Berenson- que obtuvo, entre otros muchos, el trabajo de Dalí para que le pintara algunos guantes o de Cocteau para que le hiciera el diseño de algunos botones. Estas piezas se buscan hoy como tesoros para los Museos del Traje que han ido surgiendo a lo largo de estos últimos años, consagrando así la Moda como un arte más.
La pintora ucraniana casada en Francia, Sonia Delaunay, durante la década de 1920, se dedicó al diseño de ropa y a sus telas pintadas a mano con colores brillantes que revolucionaron el diseño textil. Sonia llegó a poner una tienda en Madrid y sus modelos se buscan con lupa como hitos de la colaboración arte-moda.
Yves Saint Laurent hizo lo contrario de Schiaparelli, en lugar de pedir su colaboración a los artistas, les hizo un homenaje en sus trajes y vestidos al contar con su estilo o grafía en las telas. YSL hizo vestidos con los cuadrados de Mondrian, estampados con las pinturas de Picasso, Bracque o Chagall. De hecho, la Fundación YSL que se encuentra cercana al puente de Alma –donde falleció la princesa Diana de Gales- hizo una exposición hace pocos años con esos vestidos que lo relacionaban con los grandes pintores de las vanguardias históricas de los años 20.
Weill, firma francesa de Moda, también hizo diseños inspirados en los célebres recortables de Henri Matisse, cuyos cuadros se conservan en el Museo de Arte Contemporáneo Georges Pompidou de París.
La idea de pintar textiles lisos o en vestidos es antigua en Oriente, en particular sobre sedas de pañuelos y echarpes de la India. En España, el pintor Carlos Ortega reconoce que ha pintado más de dos mil trajes para la boutique de su madre Carmina Oyonarte. Uno de sus diseños para un traje de Nefertiti en Carnaval causó sensación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
La última intervención artística que hemos visto en la pasarela Cibeles de Madrid ha sido la de los trajes de la diseñadora María Lafuente, con pinturas del artista venezolano Pedro Sandoval, residente en España, que practica una abstracción expresionista y matérica de gran belleza. Estos trajes provocaron grandes elogios de la crítica. María Lafuente piensa seguir con esta colaboración junto a pintores.
El pintor Pedro Castrortega, por su parte, también ha hecho su incursión en la moda, y llevó a cabo en la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid) un desfile de sus modelos diseñados por él mismo, con claros guiños a los temas y formas de su pintura.
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Muy buen artículo, muy instructivo
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