viernes, 7 de enero de 2011

Inma Jiménez Jorquera publica un poemario sobre el monasterio de Silos



“Mi Alma está en Silos”
Inma Jiménez Jorquera
Prólogo del Abad de Silos
Sial / Fugger Poesía
Madrid, 2011 (81 pags)



Julia Sáez-Angulo


Quien no ha visto y visitado el monasterio de Silos, en la provincia de Burgos, se pierde una emoción especial que sólo un lugar como ese foco de espiritualidad cristiana y benedictina es capaz de irradiar. Inma Jiménez Jorquera ha estado allí, donde toda su alma de poeta estalló en un poemario hermoso titulado “Mi alma en Silos”.

No una, sino varias veces, visitó la escritora el lugar y dialogó con su esencia como lugar de oración y contemplación cristianas, donde el “Ora et labora” medieval de San Benito fecunda la vida de unos monjes y contagia a todos aquellos que se acercan a ver, mirar y meditar en silencio, alternado con el hermoso canto gregoriano, interpretado según manda la tradición por voces masculinas que elevan sus tonos hasta las bóvedas.

Inma Jiménez Jorquera, Lorca (Murcia, 1960) estudió Historia del Arte y tiene dotes para la poesía. Silos conjuntaba los dos campos de la autora: el arte y la seducción poética. El abad de Silos le prologa el poemario y sobre él –todos los abades- escribe:

“Abad de Silos/ Figura asceta, sublime, / monacal. /Estatura de Sabiduría/ Manos de Teología./ Espíritu de Paz”. Unos versos con ritmo y resonancias, con mayúsculas como gestos y símbolos definidores de contenidos profundos.

Libro iluminado/ Sabiduría benedictina

Por su parte, Fray Clemente Serna González, abad de Silos, escribe en el prólogo: “Para Inma, Silos y su abadía son el altar de lo divino y la sublimidad de lo terreno, el templo de su alma, donde le nacen esas alas finas con las que levanta un sosegado sostenido vuelo, vuelo que se manifiesta veloz y capaz de cantar el canto eterno de una dulce y sutil verdad que desconoce el ocaso”-

Las alabanzas adjetivadas son el estilo habitual de los poemas sobre Silos: “Libro iluminado/ Sabiduría benedictina,/ Tesoro gregoriano/ Scriptorum y biblioteca,/ manuscritos, códices, beatos. ¡Libro iluminado!/ De siglo en siglo,/ como si el tiempo se hubiera parado.“


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