domingo, 16 de octubre de 2011
Cayetana, Duquesa de Alba, publica sus Memorias ante su tercer matrimonio
“Yo, Cayetana”
Cayetana Stuart y Silva.
Duquesa de Alba
Editorial Espasa
Madrid, 2011 (279 pags)
Julia Sáez-Angulo
María del Rosario Cayetana Stuart y Silva (Madrid, 1926), duquesa de Alba, siempre se soñó personaje social, de la farándula y de la literatura, pero eso le gustaría tener siete vidas como los gatos, para representarse de todas las maneras posibles. Con motivo de sus tercer matrimonio con el funcionario Alfonso Díez, Cayetana ha querido dictar sus memorias a Ana R. Cañil y las ha publicado en Espasa Calpe.
El libro se lee bien aunque carece de un conveniente índice onomástico para calibrar en una visión rápida quienes son o han sido sus amigos y cercanos. Con más de 80 años, la vida de Cayetana es larga y por su posición ha gozado de un estrado o atalaya interesantes en esa vida, que con todo podría haber dado más juego intelectual del que ha dado. Ella no es tonta, sino más bien lista y tiene cintura para ponerse al mundo por montera, incluso en lo que ese mundo podría esperar del decoro de una gran aristócrata española.
Como decía Ortega, en España la nobleza se desobliga, frente al lema asumido de “noblesse oblige”. Hay más fotos de papel couché de Cayetana de Alba en su vertiente festiva, que en su papel de benefactora y entrega social. Con Jesús Aguirre supo esculpir y cerrar la Fundación Casa de Alba, por la que se evitará en el futuro su dispersión, que no su aportación social, ya que sus palacios de Liria, Dueñas o Monterrey, difícilmente tienen acceso al público de ciudadanos porque siempre “están en obras” según reza la contestación sistemática del teléfono ante quienes pretenden visitarlos en el día de acceso que deberían tener por ser fundación pública.
Cayetana de Alba no hace caso ni de los consejos del Rey, por muy monárquica que se precie. Ella es ella y su santa voluntad más allá de lo políticamente correcto. El libro de Espasa da cuenta de sus títulos, bautizo en palacio real con padrinos reales, sus matrimonios, sus casas –su pasión- y su último “triunfo” al casarse con un funcionario mucho más joven que ella, pese a la carencia del visto bueno de sus descendientes. Antes repartir la herencia que renunciar a su último amor, reservándose los gananciales, por supuesto.
Mujer de filias y fobias
Cayetana de Alba ha sido una niña, una joven y una mujer muy bella; hoy tiene la dignidad de la vejez en sus facciones pero no tanto ciertas actitudes que los demás, incluidos los más cercanos, esperan de ella. Es una mujer de filias y fobias como demuestra en los invitados a su última boda, en la que figuraron antiguos yernos y ausencia de nuevos.
El vestido de novia de su primer matrimonio, diseñado por Flora Villarreal, que trabajaba con patrones de Dior, lo donó generosamente al Museo del Traje en Madrid, como pudo verse en la exposición “Vestidas de blanco”.
Nunca se divorció Cayetana y eso es lo que reprocha a sus hijos. Ella no lo necesitó para hacer su voluntad. Cayetana es una mujer que necesita siempre un hombre al lado y si es su marido mucho mejor. Es muy femenina y no concibe el mundo sin el complemento masculino al lado. Larga vida a Cayetana Stuart y Silva.
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