martes, 13 de diciembre de 2011

Espléndido Belén Napolitano en el Museo de Escultura de Valladolid




Julia Sáez-Angulo


Un gran belén napolitano del siglo XVII, expuesto todo el año, es una de las piezas más singulares del Museo Nacional de Escultura, sito en el antiguo Colegio de San Gregorio de Valladolid. Un belén que bien vale una visita en tiempos navideños.

Después del Belén del Príncipe, que se exhibe en el palacio real de Madrid, el del Museo de Valladolid es “el más notable conjunto belenístico del coleccionismo privado en España cuando fue adquirido por el Estado en 1996, a los hermanos Emilio y Carmelo García de Castro, que reunieron durante dos años de búsqueda paciente, apasionada y crítica, piezas procedentes del anonimato del comercio de antigüedades y de colecciones conocidas: las de los Castello, la antigua de la duquesa de Parcent, la del Duque de Hernani o la de la Casa Real Española”, explica su comentarista, señor Fernández González.

El belén napolitano del museo de Valladolid “está compuesto de 184 figuras humanas que abarcan toda la variedad de personajes indispensables y de tipos habituales: la Sagrada Familia, el coro angélico, los Reyes Magos y u espléndido séquito priental de georgianas, turcos, negros, dignatarios, músicos y criados, pastores con zamarras, burgueses atildados, artesanos, vendedoras, campesinos, cíngaros y un mendigo, espléndido ejemplar modelado completamente en barro”, explica el autor de la ficha catalográfica.

Como bien dijera Joseph Corani a finales del XVIII: “Es en Nápoles en particular donde se encuentran los más bellos pesebres de todo el mundo caólico-apostólico-romano”. Nápoles perteneció a la Corona de España y por tanto la península adquirió bellísimos ejemplares como éste y el del Príncipe.
Esplendor barroco de belleza, lujo y color para representar el nacimiento de Cristo que habría de dar nombre a una nueva era. Conviene saber el lenguaje simbólico de los montajes de los belenes, recuerda Leticia Arbeteta, una de las mejores teóricas de la historia del belén: la mula representa al pueblo judío; el buey, a la gentilidad; los pozos y ríos a la corriente de la gracia santificante que trae el Salvador; la estrella a la Navidad; los tres Reyes Magos a los pueblos y razas; los pastores a las distinta edades de los hombres…

Todo es símbolo en Navidad, es decir: las cosas tienen un significado más allá del propio objeto, como explicó Jung. Los regalos navideños recuerdan al gran regalo que nos hizo Dios Padre en Navidad enviándonos a su Hijo; el árbol de Navidad, el abeto, es la frescura y lozanía permanente del Cristo y los cristianos; las luces de la iluminación ciudadana vienen a recordarnos que llega la Luz del mundo.


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