- Nati Cañada con Michael Jackson
Julia
Sáez-Angulo
21.12.12 .- La pintora aragonesa Nati
Cañada (Oliete. Teruel, 1946), residente en Madrid, dijo que se plantaría
cuando sumara quinientas piezas de arte sacro hispanoamericano, pero ya las ha
rebasado y junto a su esposo, el lingüista José Luis Monaj (Zaragoza, 1938), sigue
entusiasta con una colección que comenzó en su primer viaje a los países de Hispanoamérica
para retratar a alguno de sus empresarios, escritores o mandatarios, haca ya
más de veinte años.
Las piezas reunidas con la pasión de buen coleccionista que
las busca con ahínco, las estudia y las expone, van desde 40 vírgenes bahianas –de
la Bahía—hasta ángeles y serafines que constituyen un rico angelorio, pasando
por 33 san Antonios y decenas de santos
franciscanos –muchos de ellos vestideros--, amén de cabezas de santa Lucía, santa
Ana, san Roque, san Antón, santa Teresa, cabezas de Cristo o cruces de forja
entre otras piezas de pequeño y mediano formato.
La piezas del siglo XVI al XXI proceden de distintos países:
Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay, Brasil, México, Argentina… Algunos
anticuarios esperan a Nati Cañada y la proveen de piezas, porque ya conocen sus
gustos y colección clara y definida. “A veces me las llevan al hotel para que
yo elija”, cuenta la pintora.
“Es una pasión que tiene un largo proceso –explica Nati
Cañada pintora que acaba de retratar a Carlos Slim, el empresario mexicano de origen
libanés, el más rico del mundo: Primero localizar a los anticuarios,
explicarles lo que buscas, seleccionar bien, enviar las piezas a España, casi
siempre por barco, rescatarlas y limpiarlas a veces de una capa “imposible” de
palomino o suciedad, tratarlas con ceras u otros productos no agresivos de
conservación y colocarlas en el espacio adecuado”.
Seguidamente
viene la fotografía, el estudio y la catalogación, porque tanto Cañada como
Monaj son rigurosos en este campo. Se diría que la pintora elige las piezas y las
restaura, mientras que el estudio y catalogación y montaje corre a cargo del
esposo, capaz de hacer también “boas” preciosas a base de maderas estofadas de
distintos períodos.
“Hemos
rebasado las quinientas piezas que en principio nos propusimos poner como
límite, pero disfrutamos tanto con cada ejemplar nuevo que adquirimos, que vale
la pena seguir”, declara Cañada. “Nos encantan sobre todo las piezas del
barroco”.
Exponerlo al gran público
El
deseo de los coleccionistas de arte sacro hispanoamericano es exponer una
amplia selección de piezas para que puedan disfrutarlas quien lo desee. Están
pensando en algún museo –el mejor sería el de América-- o en un centro cultural
de Madrid o Zaragoza.
Cuando
muestran los crucificados, la pintora explica: “Hay dos estilos según procedencia:
de las misiones de los jesuitas que eran más exigentes con las imágenes y
pedían un mayor parecido con los modelos españoles, mientras que las
franciscanas dejaban a los indios tallistas mayor libertad para trabajar la
expresión.
Junto
a las piezas hispanas, los coleccionistas tienen también tallas españolas como
un pequeño “Descendimiento” de Gabriel Joly, siglo XVI, un francés que se trabajo
mucho en Aragón. “La pieza procede de la familia de mi marido”, cuenta Nati.
Además
del arte sacro, Nati Cañada y José Luis Monaj coleccionan cerámica de Teruel y
de Calanda.
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