Julia
Sáez-Angulo
En el
edificio hermoso, pero contradictorio e imposible para el arte contemporáneo,
de CentroCentro Cibeles del Ayuntamiento de Madrid, se presenta una selección
de 63 obras de la colección Iberdrola con
sede en Bilbao, dentro del proyecto de mostrar colecciones de arte.
Javier González de Durana es
el comisario del discurso expositivo, titulado “La Piel Traslúcida”, que
permanecerá abierto hasta el 7 de junio de 2015.
El curador, junto a Rafael Orbegozo, jefe del Gabinete
de Presidencia de Iberdrola y responsable de la colección de arte Rafael explicaron la misma con arreglo a tres etapas en sintonía
con la historia de la compañía energética: la primera de los orígenes, centrado
en artistas vascos desde 1884; la expansión en artistas nacionales y la
tercera, en artistas internacionales.
Entre las obras expuesta las
hay de Arteta, Chillida, Antonio López, Oteiza, Tapies, Barceló, Ramiro Urzay,
Richter, Maperthorpe, Cy Twombly, Uslé, Vik munik, Jennifer Steinkamp, Cindy
Shernan, Francesca Woodman…
Para el curador Durana, el
título de la exposición responde a un “sentido concreto y real, la dermis como
órgano que, desde la superficie corporal comunica profundos sentimientos y
estados de ánimo. Y en un sentido amplio y metafórico, el arte como piel-signo
que esconde un cuerpo-significado que el observador debe desentrañar a la vista
de aquella desde su experiencia y conocimientos personales, esto es desde su
propia piel”.
En suma, una exposición con mucho
paisaje, donde el concepto propuesto puede ser sustituido perfectamente por la
mirada libre del espectador. Hay muy buenas piezas, como las de fotografía
alemana, un conjunto espléndido, donde se da mejor las “afinidades” de que
habla Durana. La agrupación por las manos resulta algo retórica por repetitiva
en el icono de manos.
Es una buena colección,
donde, aparte de las piezas expuestas existen otras de mayor calado y formato
que, por ello no han podido venir al imposible espacio del bello Palacio de
Cibeles (veremos que ocurrirá con él en la nueva legislatura municipal).
La colección de arte
contemporáneo Iberdrola adolece quizás de lo que suele suceder a la mayoría de
las colecciones de empresa: se decide la elección de obras por comités y se
diluye el gusto, la pasión y hasta la coherencia. Todos y nadie se hacen
responsables definitivos; hablan de asesores, pero la última palabra la tienen
otros. Quizás fuera mejor dejar a un experto temporal que vaya definiendo los
distintos periodos, como hacen algunos museos (como el de Eindoven. Suiza) que
nombran directores por cuatro o cinco años, sin la mala práctica de reelegirlos
más allá de unos pocos, pero con total libertad. La responsabilidad y el
criterio se aúnan.
La colección Iberdrola no
está del todo articulada en torno a un concepto y se va dispersando al pulso de
los nombres cotizados o de moda en los distintos tiempos. Es una colección sin definición y por tanto, sin riesgo. La fotografía que
aglutinó el deseo general de muchos coleccionistas a partir de dos décadas, no escapó a Iberdrola, sin
que el género fuera específico en su núcleo. A juzgar por las últimas
propuestas, el camino parece seguir por ahí.
En la rueda de prensa no se
nos facilitó la valoración patrimonial de la colección, ni las estadísticas informativas
por detalladas de la misma: hombres, mujeres (para facilitar su visibilidad de
ellas), nacionalidades, puntos de adquisición… Puede parecer que no, pero son
datos de gran interés al objeto de hacer una valoración trasversal del
conjunto.
Rafael Orbegozo señaló que
las obras están dispersas por los distintos despachos de trabajo de Iberdrola y
que no había peligro de conservación de las mimas. También señaló que la
colección de arte Iberdrola se hace vasca e el País Vasco o mexicana en México,
siguiendo las pautas del lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario