martes, 24 de marzo de 2015

Nuria Gago, primera novela en "Cuando volvamos a casa"





L.M.A.



Cuando volvamos a casa es la nueva ilusión de Nuria Gago, su primer libro. Una novela diferente con la que el lector atravesará toda una gama de emociones. Una historia suave, fresca, con humor, llena de sensibilidad y que caracteriza las relaciones humanas de una manera muy realista. 


Forman parte de la filmografía de Nuria Gago obras de teatro, series y películas como: MIRHerederos,Hospital CentralOjo por ojoTu vida en 65', Ciudad en celoUna mujer invisibleHéctor (Gracia Querejeta), Primos (de Daniel Sánchez Arévalo), No tengas miedo (de Montxo Armendáriz), Requisitos para ser una personal normal (de Leticia Dolera). En breve se estrenará la película Incidencias, de José Corbach). Además, Núria ha sido nominada a los Premios Círculo de Escritores Cinematográficos, a los Premios de la Unión de Autores y al Goya como actriz revelación. 

En la actualidad Núria forma parte del reparto de la serie de televisión Amar es para siempre. 



Amor como refugio

El amor siempre tiene algo de refugio, de espacio donde liberarse de ataduras y miedos para simplemente sentir... Pero normalmente, ese es un camino de doble dirección que necesita de buenas vibraciones y concordancia para sobrevivir. Cada muestra de amor puede venir acompañada, al mismo tiempo, de una posible duda, un silencio incómodo o de una cuestión por resolver. Es así como se van conformando las relaciones: de momentos plenos y felicidad, pero también de enfrentamientos y desilusión. Compartir una misma casa, o una misma cama, no implica tener los mismos sentimientos. Paula, Manu, Sergio, Álvaro, Roberto, Susana, Marc, Laura o Salva son muestra clara de ello. La ciudad o el mes en que estos personajes habitan puede ser cualquiera, incluso idéntico, pero cada uno de sus miedos o desconciertos afectivos es realmente único. 


Paula es una extrovertida joven que pretende hacerse cargo del desorden que hoy gobierna su vida. Pero tiene miedo a demasiadas cosas, sobre todo desde que perdió a su madre, y eso es algo que pesa mucho en su actitud ante los demás. Por suerte, siempre puede ponerse en la piel de Oceanne –así es como le gustaría que todos la llamaran–, salir de fiesta o refugiarse en el cálido abrazo de su mejor amigo, Manu, que aunque parece respirar en continuo encontronazo con la humanidad, siempre tiene para ella palabras de aliento así como un hueco en su cama. Él cree estar enamorado de ella y los celos a veces le superan. Sergio, su hermano, también está ahí, para ayudar a Paula y compartir risas, confidencias y muchos Cola-Caos. Para ella son los hermanos mayores que no ha tenido. Pero es época de grandes confusiones. 

«Está realmente agobiado, ¿por qué tiene tantos celos? La cabeza de Paula siempre va a treinta mil revoluciones por segundo. Imposible controlar sus pensamientos, impensable, tan siquiera, conocer un diez por ciento de ellos. Pero no puede evitarlo». 

Paula hubiera querido ser doctora y salvar a todas las madres del mundo, para así no tener miedo a la muerte; pero estudió periodismo y trabaja en la cafetería de la facultad. Comparte espacio con Laura, que vive volcada en su hija de tres años, y aunque está separada de Marc, en el fondo, espera una pronta reconciliación. Las visitas de éste a su casa son continuas y las muestras de amor mutuas… solo es cuestión de tiempo. Sin embargo, él destapará la caja de los deseos irrealizados y se embarcará en otra historia de la que podría salir escaldado. Porque en el amor no hay cabida a las mentiras piadosas ni a los dobles juegos y aún menos a traiciones que pretenden pasar inadvertidas. 

«Pasaron los nueve meses y llegó Cris, pero a los jefes de Marc no les parecía buena idea que él volviera al turno de día al acabarse la baja por paternidad y a Laura la nueva aventura no le hacía tanta ilusión si no podía compartirla con él. Cada día estaba más y más triste, y cuanto más triste estaba más nerviosa se ponía, y se sentía torpe y desgraciada y vieja antes de tiempo». 

La cobardía, egoísmo e impaciencia de Carlos dieron al traste con la relación que éste mantenía con Natalia. Desde entonces ella anda un poco perdida. Se refugia en sus amigas Silvia y Paula, pero no termina de centrarse. Ahora ha intentado poner un músico en su vida... A Iván lo conoció gracias a las clases de solfeo y piano que retomó para aliviar el coco, y parece que de aquella fusión de partituras surgió un buen concierto. Pero la ausencia del joven por motivos laborales se le hace a Natalia verdaderamente interminable. La deja tiempo para machacarse aún más el corazón, darle vueltas a la cabeza, y quién sabe si volver a equivocarse en sus elecciones. 

Álvaro es un fugitivo del amor. Lleva años huyendo de él, cerrado a cualquier atisbo, impidiendo con su actitud que nadie pueda llegar a quererle. Un terrible suceso de cuyo recuerdo no pudo escapar, acabó consumiendo una relación que parecía inquebrantable. Solo tomando distancia pudo rehacer una vida en la que él mismo se imponía un duro castigo. No da pie a que ninguna historia pase de ser puntual y pasajera, hasta el punto de ser frío y desconsiderado. Sin embargo, Raquel, con quien se ve de vez en cuando en el gimnasio y fuera de el, tratará de hacerle ver las cosas desde otra perspectiva. Ella, inteligente, paciente y previsora, casi sin proponérselo, va a conseguir que todo cambie. 

«Seis meses más tarde dejó de visitarle. Álvaro se lo pidió más por ella que por él, se estaba convirtiendo en una adulta opaca y sin luz, y con esa culpa sí que no podría sobrevivir. Carla inundó las calles con sus lágrimas, su decepción y su rabia mientras caminaba hacia la parada de taxis.  Ese día llovió a cántaros en la boca de Álvaro y en su tráquea y en su estómago.  Pero la lejanía es el mejor bálsamo, lo que no se ve no existe, no duele. Desde ese día no han vuelto a saber nada el uno del otro». 
  
Roberto no se explica las razones por las que Susana ha decidido romper con él. Tras varios años de convivencia y muchos viajes juntos, ella únicamente quiere estar sola y dejar de sentirse despreciable por hacer daño al hombre más bueno que ha conocido. Pero una profunda desazón la corroe por dentro: algo espantoso acontecido hace décadas, cuando todavía era una niña, se manifiesta ahora como una pesada losa casi imposible de llevar... Susana lleva demasiado tiempo conviviendo con una bomba de relojería en su interior de la que no se puede aislar y que amenaza destrozarla. Sin embargo, la soledad y el silencio buscados no hacen más que empeorar la situación. Roberto se niega a aceptar la ruptura e intenta entender desesperadamente que le ocurre a la mujer a la que ama. 

Salva, padre de Paula, le resulta muy difícil desligarse de los bellos momentos que compartió con Lali, su difunta esposa. Vive anclado al pasado, al recuerdo de una mujer inolvidable. Le bastaría con poder viajar en el tiempo para volver a ser feliz... Pero la realidad es mucho más dura. Cuando es ingresado de urgencia por una apendicitis parece tomar conciencia de una presencia importante, la de su hija. Mientras que en Paula, todo parece precipitarse: los miedos y fantasmas afloran más que nunca y solo la presencia del amor le permitirá enfrentarse a ellos en igualdad de condiciones.

UNA NOVELA QUE RESPIRA VIDA 
Nuria Gago se presenta como todo un descubrimiento narrativo que a partir de ahora se deberá tener en cuenta. Con el enorme reto iniciático que supone una novela coral y toda la complejidad que ello acarrea, Gago consigue conectar con el lector hasta hacerle partícipe de sus historias, de los sentimientos en que confluyen los personajes y hasta de las posibles perspectivas de futuro que éstos puedan tener. Y lo hace con mucha naturalidad, usando un lenguaje sencillo y directo pero muy emotivo, tremendamente actual, armado de palabras que todos entendemos y que seguro alguna vez hemos sentido. 

Cada vez que se habla de amor se hace inevitable apelar a su cara más oculta y triste, la del desamor, la ruptura o la pesadumbre ligada a la incomprensión. Sin embargo, y aunque en ocasiones refleje trances de honda desesperación, Cuando volvamos a casa rezuma vitalidad y buenas vibraciones. Los sentimientos a flor de piel, las inevitables reflexiones, los momentos de entrega absoluta, las dudas, las demostraciones de amistad o incluso las discusiones, forman parte inexorable de la historia de amor que viven, sufren o gozan los diversos personajes. 

«Volverse sombra…», rezaba Salinas. Parecía tarea difícil, pero es mucho más sencillo de lo que Roberto creía en un principio. Alguien se olvida de ti, te borra de su día a día y, sin que tú tengas que hacer ningún esfuerzo, ya está, ya eres sombra». 

En esta novela son muchos los por qué a los que dar una respuesta... ¿Por qué Álvaro no se siente capaz de cuidar a nadie, y mucho menos de dejarse cuidar? ¿Por qué a Manu pierde el control ante Paula y se cabrea con ella? ¿Por qué la cabeza de Paula siempre va a treinta mil revoluciones por segundo y por qué no le gusta su casa? ¿Por qué Susana finge estar muy cansada para poder dormir sola? ¿Por qué Roberto tiene que aceptar razones que no entiende? ¿Por qué Sergio se siente culpable de mirar con deseo a Paula delante de su hermano? ¿Por qué Marc tuvo que mentir a Laura y traicionar su confianza? Muchas cuestiones y, en ocasiones, muy pocas respuestas al margen del silencio. 

Dentro del marco de una sociedad en continuo movimiento, actual y desinhibida, los afectos, debilidades y emociones que experimentan los personajes se hacen tan reales como cercanos. La autora demuestra su especial habilidad para vestir la piel de cada uno de ellos y volcar sobre el papel todo lo que sienten o piensan, ya sea alegría, pasión, descubrimiento, rabia, celos, deseo, miedo, dolor, felicidad, desengaño e incluso sufrimiento… cualquier posible huella que deje el amor, la implicación sentimental o la convivencia, surgen aquí espontáneas. Y con la fuerza de un torbellino, se manifiestan. 

«No quiere prepararle el desayuno cuando se despierten, no quiere tener que llevarle a la cena de los sábados, no quiere ver su cepillo de dientes junto al suyo, no quiere abrir el armario y ver su ropa… Sólo quiere estar sola, estar sola y dejar de sentirse el ser más despreciable del planeta por querer tratar a 
patadas al hombre más bueno que ha conocido en su vida, porque eso es lo único que le apetece hacer realmente: tratarle mal». 

Nuria Gago aprovecha para hacer un retrato variopinto y particular de un círculo social que, como microcosmos, podría extrapolarse al resto de la población. El problema del paro juvenil, la inmigración, la falta de recursos, los sueños frustrados o el abuso de menores son solo algunos de los problemas que se reflejan en el libro. Al margen de su problemática personal, los jóvenes que aquí aparecen, viven el amor de diversas maneras, pero cuando son coartados por las circunstancias, no dudan en rebelarse contra ellas. Entonces, para olvidar al otro –o a la otra–, la distancia y el tiempo suelen presentarse el mejor remedio, aunque no siempre. 

En Cuando volvamos a casa, la novela intimista –de gran amor y profundo dolor– se combina con la lectura juvenil o la de perfil marcadamente psicológico, conformando una historia que se devora con fruición y verdadero deleite. 

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