lunes, 23 de marzo de 2015

"Volver a Canfranc", novela que cuenta el cambio del curso de una guerra









Volver a Canfranc  trata de la historia olvidada de un Oskar Schlinder franco-español  (que en la novela figura como Albert Le Lay) y de una estación mítica (Canfranc) que cambió el curso de una guerra. La novela se ha publicado por la editorial Planeta.


L.M.A.


En el invierno de 1942 el ejército alemán tomó la estación internacional de Canfranc en Huesca como si se tratara de un territorio más de la Francia ocupada. Una brigada de Alta Montaña de Baviera, agentes de las SS y miembros de la Gestapo se instalaron en las dependencias de la estación. Laurent Juste, jefe de la aduana, Jana Balerma, camarera del hotel de Canfranc, y el bandolero Esteve Durandarte representan a los aragoneses, aquitanos y bretones que decidieron arriesgar sus vidas para ayudar a esos miles de judíos a cruzar por aquí de forma clandestina en busca de su libertad. Tal es la importancia de esta estación que cada año muchas de esas personas vuelven a esta comarca aragonesa, desde todas las partes del mundo, para enseñar a sus descendientes el lugar por el que consiguieron escapar. 




Si quieres entrevistar a la autora ponte en contacto con Laura Verdura en el teléfono 91 423 03 03 
o manda un mail a lverdura@planeta.es 




DOSSIER DE PRENSA 


Volver a Canfranc es una novela llena de emoción situada en la Segunda Guerra Mundial que combina realidad y ficción para relatar la historia verídica de un grupo de héroes, en su mayoría anónimos, que arriesgaron sus vidas para ayudar a miles de ciudadanos judíos a escapar del horror nazi a través de la estación Internacional de Canfranc. Un aduanero bretón, una camarera zaragozana, un músico metido a panadero, un contrabandista, un obrero ferroviario y un conde parisino son los protagonistas de esta historia inolvidable. 

LA TRAMA




Marzo de 1943. Un grupo de personas de diversa edad y condición se mueve sigilosamente al amparo de las sombras de la madrugada. Nadie pronuncia una palabra, nadie hace el menor ruido. Hasta los integrantes más pequeños parecen comprender la gravedad del momento. Son judíos que, como otros que les precedieron, intentan cruzar la frontera de manera clandestina a través de la estación internacional de Canfranc, tomada apenas hace unos meses por el ejército alemán, con la intención de huir del horror nazi.

          Esta arriesgada operación es dirigida y coordinada por una reducida facción de miembros de la Resistencia, cuya cabeza visible en estos momentos es una joven camarera del Hotel Internacional llamada Jana. Ella les conduce desde su escondite hasta la habitación bisiesta, un reducido espacio secreto donde deben permanecer hasta que les sean asignadas sus nuevas identidades así como su destino: algunos necesitan asistencia médica, otros seguirán viaje hasta Lisboa.
          Entre estos últimos, hay dos personas que se niegan a partir. Son Dagmar y Sieglinde Guéllert, su hija, de tan solo siete años, ambas de Budapest. Dagmar está convencida de que Sándor, su marido, retenido en Alemania por los nazis, logró escapar, dirigirse al sur de Francia y cruzar la frontera, y no quiere irse sin él. Le pide a Jana tiempo para buscarlo. La niña llora, suplicando. Jana, conmovida, rompe la norma y les concede el plazo de una semana.
          De ello tendrá que dar cuenta a Laurent Juste, jefe de la aduana internacional de Canfranc y máximo responsable del grupo. Laurent está casado y tiene tres hijos, y su casa es considerada por todos una especie de segunda embajada de Francia en España. Detrás de su fachada de hombre “neutral” entre bandos, se esconde un valeroso miembro de la Resistencia que está consiguiendo salvar, a riesgo de su propia vida y la de los suyos, a muchos prófugos del régimen nazi. Para ello ha montado las estrategias más ingeniosas, como los misteriosos apagones de luz que él mismo provoca y que luego justifica ante París con una buena excusa.
                    Laurent Juste y Jana no están solos. Hay, además, otros personajes que completan la red de ayuda: Montlum, violinista y mago metido a ayudante de panadero; Esteve Durandarte, contrabandista, sobre quien circulan rumores de todo tipo, especialmente el de su condición de amante de doña Mimín, esposa del Gobernador Civil de Huesca, Gervasio Casanarbone, un hombre odioso; Didier, obrero de vía; Valentina, la joven aprendiza de Jana;  el doctor Mallén, de Zaragoza, quien proporciona asistencia médica a los refugiados; y Tricio, principal enlace de la Resistencia en la zona, casado con Pilar, y dueños ambos de La Serena, bar que es el punto de reunión.
          En medio de este entramado de personajes y circunstancias surge una historia de amor, la de Jana Belerma y Esteve Durandarte, alrededor de la cual se va tejiendo la acción. Juste es informado de que se ha producido el robo de unos caballos purasangre que pertenecían a Karl Otto Koch, comandante del campo de concentración de Buchenwald. Siguiéndoles la pista, Karl Otto descubre un lugar pequeño y poco conocido, Canfranc, donde está el destacamento del capitán Wagner, muy relajado con la cuestión judía. Y propone enviar allí a Eberhard Gröber, uno de sus mejores hombres, para que ponga orden.
          Este hecho viene a dificultar aún más la arriesgada misión de los miembros del grupo, pues Gröber vigilará con mano de hierro todo lo que se mueve a su alrededor. Juste conoce bien el expediente de Gröber y es consciente del riesgo que supone seguir manteniendo las operaciones de apoyo a los refugiados. A pesar de todo, la ayuda a los judíos prosigue con éxito.
          Pronto Gröber se siente atraído por Jana. Poco sospecha que bajo su condición de camarera se esconde una extraordinaria  falsificadora de todo tipo de pasaportes, visados y salvoconductos. Casi coincidiendo con la llegada de este, y para complicar aún más las cosas, desaparece Valentina, lo que supone un duro golpe para Jana, quien teme que haya sido asesinada por Gröber, y pide  ayuda a Durandarte, a pesar de que reprueba la supuesta relación de este con doña Mimín, la esposa del gobernador civil.
          Por otra parte, Laurent Juste y sus colaboradores se preparan para una próxima operación importante: la de ayudar a un grupo de personajes famosos entre los que figura Josephine Baker, casada con el judío Jean Lion, magnate de las azucareras. La famosísima vedette se ha negado a pasar la frontera de incógnito. Muy al contrario, lo hará llamando la atención lo más posible, convocando a la prensa y al público, para distraer la atención y hacer posible la huída de centenares de personas que oculta en su voluminoso equipaje de varios vagones.
          Poco más adelante llega otro grupo de personajes célebres, compuesto por Alma Mahler y su marido el escritor Franz Werfel. Les acompañan el también escritor Heinrich Mann, hermano mayor de Thomas Mann, con su esposa Nelly, y el escritor Lion Feuchtwanger y su esposa Martha. Esta operación también se desarrolla con éxito. Asimismo, el grupo consigue hacer pasar al artista Max Ernst en su huída. Por todo ello, el grupo capitaneado por Juste se hace merecedor de unas visas especiales, lasdanger visas, expedidas por el gobierno americano, con las que en un futuro, una vez que el grupo esté ya en gran parte desmembrado, aún podrá seguir salvando muchas vidas.
         Al cabo de unos meses la situación finalmente sufre un vuelco. Un mensaje en clave avisa a Laurent Juste de que la Gestapo ha descubierto sus actividades y su detención es inminente. Esta vez será la familia que tanto ayudó a salvar las vidas de otros quien deberá huir para salvar la suya. Para ello deberán despedirse de sus queridos compañeros de lucha y separarse durante un tiempo indefinido. Los propios miembros de la familia Juste quedarán diseminados por un periodo que confían que sea temporal.
          Ante la ausencia de su jefe, Jana quedará al mando del grupo, cada vez más mermado, hasta el regreso de Juste, si es que este regreso es alguna vez posible.
          Los coletazos finales de la guerra serán para todos una dura prueba, la definitiva. Nuevas sorpresas se producirán y, por una vez, la siempre valerosa actuación de los miembros del grupo que tanto arriesgaron sus vidas para salvar a miles de personas, se verá al fin recompensada.

LA NOVELA 


Volver a Canfranc es una novela inolvidable que cuenta con fidelidad unos hechos históricos aún poco conocidos por el público no especializado, deliciosamente novelados y mezclados con algunos personajes de ficción que, por su verosimilitud y su lograda inserción en el relato, muy bien pudieron haber vivido los acontecimientos que se narran. Este leve maquillaje literario, que la autora honestamente revela al final del libro,  no deforma, sino que adorna la realidad histórica y contribuye a subrayar, de una manera muy amena y llena de emoción, el importante papel que desempeñó ese paso fronterizo durante la Segunda Guerra Mundial.

          La historia resulta atractiva desde las primeras páginas, en las que se describe el apagón que provoca Laurent Juste en la estación internacional de Canfranc, burlando la vigilancia de los militares alemanes, para ayudar a huir a un nuevo grupo de judíos llegado clandestinamente. Si hay novelas famosas por sus comienzos, esta podría ser una de ellas.
         Faltaban pocos minutos para las cuatro de la madrugada y de forma automática, sin pensarlo, en un intento inconsciente de buscar el refugio que siempre proporcionan las costumbres, Laurent Juste, jefe de la aduana internacional de la estación de Canfranc, encendió una cerilla y su llama escasa lo iluminó. Juste tapó el resplandor con su espalda para que, afuera, los guardias no percibieran el menor indicio de su presencia. Sin embargo, él los intuía muy cerca; en el centro de su imaginación cada sombra vestía abrigo alemán. Escuchaba amplificados los mil sonidos mínimos que componen la noche como heraldos que anunciaban su detención.
          Así comienza un relato que va tomando cuerpo y ramificándose, sin perder el hilo central, y que cuesta dejar de leer.  En él no se soslaya la realidad, en ocasiones muy dura, de lo que fue la contienda; y, sin embargo, Volver a Canfranc es, en su conjunto, una novela que deja una sensación gratificante y que reconcilia con la vida y con las personas.  La autora establece una relación casi “juguetona” con el lector, utilizando algunos juegos de palabras, planteando enigmas que finalmente quedarán desvelados y, en definitiva, apelando mediante el ingenio a la inteligencia de quien lo lee. Escrita con primor hasta en sus mínimos detalles –las piezas concretas de música que Suenan en determinados momentos, las descripciones del entorno, las leyendas pirenaicas-, los lectores pronto se verán ligados al relato y a sus protagonistas a través de una viva tensión emocional.



LOS PERSONAJES 



La mayoría de los personajes de la novela son reales y absolutamente fieles a su personalidad y su biografía, aunque sus nombres hayan sido modificados. Con una excepción: aquellos que son conocidos pero desempeñan un papel no principal en la historia: Josephine Baker y su marido Jean Lion, el grupo de escritores judíos y sus parejas, Karl Otto Koch, o Pierre Mendés France. Hay, también, personajes de ficción. Al lector le será desvelado al final el verdadero carácter de cada uno.

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