L.M.A.
07.04.15.- Málaga.- José Antonio Párraga Rivas (Málaga, 1938) nace en la
calle Haza de la Alcazaba. Esta calle se
da la mano con La Coracha delante del tunel que unía Puertaoscura con el Mundo
nuevo. Los años de su niñez transcurren
como los de la mayoría de los niños de la posguerra, llenos de estrecheces
económicas pero llenos también de vivencias, de estampas típicas de la Málaga
de los años cuarenta, de esa Málaga tranquila y recoleta que le llenó el alma
de poesía y el corazón de amor por su ciudad.
Estudia Magisterio en la escuela
Normal de Málaga sita en la plaza de la Constitución y en el año 1963 saca las
oposiciones que le otorgan el título de Maestro Nacional. Su primer destino es en el pueblo
de Ardales donde pasa dos años. Luego lo destinan a Canillas de Aceituno donde
ejerce su profesión hasta que consigue en el año1967, venir destinado a Málaga
capital. Presta sus servicios en dos colegios en el último de los cuales, el
C.P. Luis Braille,(antes José Luis Arrese), pasa los últimos 24 años de su vida
profesional, jubilándose en Agosto de 1999.
Desde pequeño sintió inquietudes
literarias, pero es en su madurez cuando afloran todas aquellas vivencias de su
niñez dando lugar a su obra Cosas de mi Málaga, colección de poemas sobre
cosas típicas de la Málaga de su infancia. Entre ellos podríamos destacar su
colección de pregones antiguos como El de las moras,
El sillero, El latero, El afilaor, El de los chumbos, El trapero, El agua y El
cenachero. Es muy conocido su poema A la mujer malagueña, no
tanto otros como Una gordita pa la Cruz de Mayo, La Verea, El tranvía,Yo me
siento rociero, etc.
De su espíritu crítico y un tanto irónico, nace una colección que él
llama ripios en los que con fino humor toca temas de la actualidad malagueña. A
esta colección pertenecen títulos tales como: La plaza del Obispo, La carta,
Se dice, Suciedad, Las motos, El móvil, Navidad, etc...
De los recuerdos de su niñez nace
un Breve
diccionario de palabras populares malagueñas, escrito en verso y en el que
se recuerdan palabras que ya no se suelen usar y que eran típicas en los
barrios de la Málaga de los cincuenta. También dedica gran atención a la
Semana Santa malagueña, escribiendo con el título de Málaga Semana Santa,
una colección de más de 40 poemas dedicados a sus Cristos y a sus Vírgenes.
Gran aficionado al teatro, siente
la inquietud de inculcar esta afición a sus alumnos, y ante la escasez de obras
de teatro apropiadas para ser representadas por niños, decide escribir sus
propias obras. De esta decisión nacen Los abuelos, Así es mi Andalucía, El
Descubrimiento, Andalucía o el Arte, Cuentos al Niño Jesús, La familia que
queremos, Málaga 500 años atrás, Navidad, Nuestro granito de paz, Pastores de
hoy, Nochebuena en el 2000, La comida y la salud y La Rosa de
Zamarrilla. Todas estas obras de teatro han sido representadas por sus
alumnos en el C.P. Luis Braille.
Tiene publicado un libro “Cosas
de mi Málaga” del que ya ha salido
una segunda edición con el título de “ Cosas de mi Málaga y algunos versillos más” corregida y aumentada y
el Diccionario de palabras antiguas malagueñas que
ha sido presentado recientemente en el salón de actos de la Cofradía de los
Estudiantes.
En la actualidad es socio de la
Asociación Malagueña de Escritores ( AME) de la que es vicepresidente y de la
Asociacíon Nacional de Rapsodas. Ha conseguido numerosos premios
en distintos certámenes de poesía y ha quedado finalista en los Certámenes de
Rapsodas de Cártama y el Rincón de la Victoria.
Pregonero de la Mantilla en
el año 2011, pregón que organiza La Asociación pro Tradiciones Malagueñas “ La
Coracha” en el Teatro Cervantes. Pregonero de la Mantilla en Alhaurín de la
Torre. Ha Dado el pregón de Semana Santa
en el Colegio de Prácticas nº 1. El pregón de la Mantilla en Churriana.
Pregón de Semana Santa a las alumnas de bachiller del Colegio Sierra Blanca.
Pregón de Semana Santa en la Residencia de ancianos SANYRES. Pregón de Semana
Santa en la peña La Concepción. Pregón
de la Cruz de Mayo en el Centro Cultural NARDA ALCÁNTARA. Y fue el pregonero en
las fiestas patronales en honor al Cristo de la Salud en Almegijar (Granada). Desde su jubilación, reside en el
Rincón de la Victoria.
ROMANCE DE
LA ROSA
DE ZAMARRILLA
Autor:
José Antonio Párraga Rivas
I
Reinaba
Carlos tercero
en los
años del Señor
de mil
setecientos veinte,
cuarenta
o cincuenta y dos,
que no
se ponen de acuerdo
poeta
ni historiador,
en
determinar la fecha
en que
este hecho ocurrió.
Ya era
Málaga ciudad,
en
época tan lejana,
bravía,
noble y leal,
acogedora
y galana.
Distinguiéndose
su gente
por su
bondad y alegría,
por su
orgullo y su valor
y por
su amor a María.
Y en
este bello rincón
de
gente noble y sencilla,
se dio
el milagro de amor
de un
bandido y una flor.
!La
Rosa de Zamarrilla!
Se
llevaba por entonces
a gala
ser bandolero,
el
despojar a los ricos
de sus
joyas y dineros,
y
socorrer a los pobres
con
parte de lo robado,
que
otra parte se gastaba
en
tabernas y colmados.
Destacaba
en este oficio,
por su
forma de actuar,
por su
manera de ser,
un
hombre muy singular.
Era
tímido y valiente,
calavera
y comedido,
era
arrojado y prudente,
era
honorable y bandido.
Era
humilde y altanero,
era
bizarro y audaz,
era un
bravo con los hombres,
con las
mujeres, galán.
Era un
jefe indiscutible;
capitán
de una partida
que
asolaba la comarca
numerosa
y aguerrida.
Y en la
comarca rondeña
y en su
agreste serranía,
cometían
sus desmanes,
asaltos
y correrías;
que la
sierra era un refugio
donde
no los cogerían.
Al
capitán de estos hombres,
al jefe
de esta cuadrilla,
Juan le
pusieron de nombre
y de
apodo Zamarrilla.
Con su
bolsas bien repletas,
fruto
de sus correrías,
hasta
Málaga bajaban
a
gastar cuanto tenían,
que la
vida por los montes
no les
daba la alegría
que sus
cuerpos saludables
con
frecuencia les pedían.
Pero ya
va siendo hora
de que
mi lengua se calle
y
conozcan por los hechos,
pormenores
y detalles,
cómo
era Zamarrilla,
su
manera de actuar,
su valor
y su clemencia,
su
bravura y su bondad.
Estamos
en un mesón.
Oigamos
al mesonero;
a su
nariz a llegado
el
perfume del dinero.
“Moza,
prepárame más bebida,
aviva
presto el fogón
y
adereza más comida.
Saca
platos y manteles,
vasos,
jarras, mesas, sillas,
porque
han visto por ahí
la
banda de Zamarrilla.
Y es
seguro que vendrán
con
hambre y sed atrasadas.”
La
moza, que es respondona
y no
sabe estar callada,
le
responde al mesonero
con su
lengua descarada.
Poquito
a poco mi amo.
!Pues
no ha mandado usted nada!
A la
bodega, al fogón,
la
taberna, la cocina...
Menos
mal que Zamarrilla
suele
dar buenas propinas.”
“Siempre
estás refunfuñando.
El
servicio siempre igual.
Eso si,
buenas propinas
y muy
poco trabajar.
Avívate
ya mozuela
que yo
te habré de ayudar.”
Voces
que llegan de fuera
y por
la puerta se cuelan;
sonidos
de pasos recios,
el
tintineo de espuelas
y una
voz ronca de hombre
saluda
desde el dintel.
Una voz
autoritaria
y
persuasiva a la vez.
“Buenas
noches mesonero.
Sácanos
tu mejor vino,
venimos
secos por dentro
del
polvo de los caminos.
Y que
beban los presentes
a su
salud y a la mía,
que
donde está Zamarrilla
corre
el vino y la alegría.”
“!Cuánto
honor, Juan Zamarrilla
para mi
humilde mesón!
Sacaré
mi mejor vino,
que no
se dará ocasión
como
esta en muchos días
que
gente tan principal,
se
hospede en mi hospedería.
A ver
moza, saca el vino.
El
mejor de la bodega.
Supongo
que a más de sed,
tendrán
hambre sus mercedes,
que el
comer con el beber
se han
de mezclar si se puede.
Y a fe
que aquí bien podrán,
que
tengo cabrito asado,
una
pata de jamón,
liebre
y conejo estofado,
chorizos
de Benaoján,
morcillitas
de Granada
y un
postre muy especial
hecho
con nuez y cuajada.”
“
Basta, basta mesonero,
con lo
que has enumerado,
el
hambre que nos consume
seguro
se ha duplicado.
Traiga
de todo lo dicho
y en
raciones abundantes
y mirad
si estos dineros
son
pocos o son bastantes”.
Y una
bolsa de dinero
que
Zamarrilla arrojó,
va
volando al mesonero.
“ Son
suficientes, señor.”
“ Y
otra cosa mesonero
¿anda
cerca Marianilla?”
“ Lejos
no tiene que andar.
que se
debió de enterar
que ha
llegado Zamarrilla.”
“ Pues
avisadle al instante,
porque
mis hombres y yo
solo
comemos al son
de su
baile y de su cante.”
“ Ahora
le aviso , señor.”
Y allí
se está Zamarrilla
con sus
bravos bandoleros;
cenando
una buena cena
regada
con vino añejo.
Y
disfrutando a su vez
del
arte de Marianilla,
que
canta y baila muy bien
esta
joven gitanilla.
Hoy
está alegre el mesón
y corre
la manzanilla,
los
parroquianos disfrutan
escuchando
a Marianilla...
Cuando
un joven arriero,
que ha
bebido demasiado,
quiere
besar a la joven
cogiéndola
entre sus brazos.
“Suelta
a la moza, rufián
o yo te
haré comprender,
que en
presencia de este Juan
no se
ofende a una mujer.”
“Ya
salió el hombre valiente.
Un
valor muy oportuno,
valor
que te da el saber
que
sois cuatro contra uno”
“Que
nadie tome partido.
Esto es
solo cuenta mía.
Ya
estamos solos los dos
¿es eso
lo que querías?”
“A mi a
hombre no me ganas,
por muy
famoso que seas
te
habré de partir el alma
si es
entre dos la pelea.”
“Pues
vamos a pelear,
ya está
bien de zarandajas;
lo que
haya que decir
que lo
digan las navajas.”
No fue
larga la pelea,
la
inexperiencia y el vino
hicieron
que el arriero
fuera
muy poco enemigo.
“Por
borracho te perdono
la vida
so mal nacido,
que
nadie ha de murmurar
que me
pude aprovechar
de un
hombre que está bebido”
“Y toma
tú Marianilla,
te
mereces mucho más,
pero no
tengo otra cosa
para
poderte pagar
el rato
tan agradable
que nos
has hecho pasar.”
La
fiesta puede seguir,
se
restableció la paz,
sigue
corriendo el buen vino,
sigue
el cantar y bailar...
Cuando
entra una mujer,
cuánta
pobreza y dolor
cómo
busca a Zamarrilla
mirando
a su alrededor.
“¿Donde
está Juan Zamarrilla?
Decídme
por Dios quien es.
Me han
dicho que es generoso
y
necesito de él.
¿Eres
tú, buen bandolero?
No, tú
no debes de ser.
Tiene
que tener los ojos
que
tiene un hombre de bien.
Decidme
si me equivoco,
me
parece conocer...
!Tú
eres Juan Zamarrilla¡”
“ Ya
diste con él, mujer”.
“Señor,
mi hijo se muere.
Yo no
le puedo pagar
médicos
ni medicinas
que lo
pudieran curar.
Soy
viuda, pobre y sola,
¿Quien
me habrá de remediar?
Zamarrilla,
me dijeron,
él te
podrá socorrer.
Con el
pobre es generoso,
con el
que lo ha menester.
A ningún
necesitado
nunca
le negó su ayuda,
y menos
la negará
para
una pobre viuda.”
“Levántate
ya , mujer;
no te
estés arrodillada,
solo la
imagen de Dios
debe
así ser venerada.
Toma y
socorre a tu hijo.
Que no
le falte de nada
y si
necesitas más,
no
vaciles en volver,
que no
te habrá de faltar.
Vete ya
con Dios, mujer.”
“Dios
te lo pague, señor.
Que te
de una larga vida.
Que el
Cristo de los Milagros
te
proteja mientras vivas.
La
Virgen de la Amargura
tendrá
que quererte tanto,
que en
medio de los peligros
te
cubrirá con su manto.
Dios te
lo pague, señor.”
Este
era Zamarrilla.
Pendenciero
y vividor;
pródigo
con los dineros
que a
los ricos les quitó.
Dineros
que trajo el viento,
el
viento se los llevó.
Galante
con las mujeres,
con los
hombres, retador.
Generoso
con los pobres,
muy
tierno de corazón,
que no
soporta las penas
ni el
llanto a su alrededor.
Este
era Zamarrilla.
Bandolero
de valor,
que les
robaba a los ricos
y a los
pobres socorrió.
Palabras
de profecía
dice
esta buena mujer,
palabras
de profecía
de lo
que va a suceder.
Palabras
que en aquel día
el
viento se las llevó,
para
encontrar el destino
que más
tarde se cumplió.
II
Han
pasado algunos años
y en
toda la serranía,
la
banda de Zamarrilla
duplica
sus correrías.
Solo
podía estar seguro,
aquel
que nada tenía.
Toda la
comarca entera
la
partida asolará.
Ningún
pueblo de libraba,
a todos
puede llegar.
Ronda,
Arriate, Jubrique,
El
Burgo y Algatocín,
Benaoján
y Montejaque,
Tolox y
Genaguacil.
Solo
Igualeja se salva,
que
Zamarrilla es de allí.
Y no
hay camino seguro
ni
cortijo ni alquería
ni
pueblo grande o pequeño
que no
sufriera en su día
asalto,
robo o atraco,
desmanes
o tropelías.
La fama
de Zamarrilla,
con
esto se difundía;
y más
de un robo o asalto
a él se
le achacaría.
Solo por
tener la fama,
que
nadie tiene el poder
de
estar la misma persona
en dos
sitios a la vez.
Y con
esto la justicia,
más
interés se tomaba
y al
bandido y a su gente,
con más
ahínco buscaba.
Los
persiguen por los montes,
los
buscan en los poblados,
les van
siguiendo las huellas
por los
sitios que han pasado.
Le han
cortado los caminos
que van
a la serranía.
Ya no
tienen el refugio
que la
sierra le ofrecía.
Quieren
sacarlos de allí,
de la
comarca rondeña
y
acabar con la partida
en la
costa malagueña.
Y acosados,
fatigados,
cansados
y perseguidos,
cayeron
en la emboscada
que la
justicia ha tendido.
Unos
cayeron luchando,
otros,
hechos prisioneros.
Nadie
queda de la banda
del
célebre bandolero.
Solo el
jefe se ha librado
de
aquella trampa mortal,
no debe
de andar muy lejos,
lo
tienen que capturar.
Anda
huido Zamarrilla,
anda
huido y acosado,
con la
mirada perdida,
sucio,
herido, fatigado...
Cuando
una alegre gitana
que va
leyendo el destino
en las
palmas de la mano,
se
atraviesa en su camino.
“¿Dónde
vas Juan Zamarrilla?
¿Dónde
vas tan destrozado?
Quien
te ha visto y quien te ve
tan
triste y tan derrotado.
¿ Dónde
está tu bizarría,
tu
bravura y tu valor?
Dime tú
Juan Zamarrilla
si te
puedo ayudar yo.”
“ No me
detengas gitana.
Nadie
me puede ayudar,
que
tengo a los migueletes
acosándome
detrás.
Ya no
me queda partida.
Ya no
tengo a quien mandar.
Solo me
queda la vida
y poco
me ha de durar.”
“ Por
mucha prisa que tengas,
esta
gitana te jura
que no
perderás el tiempo
si te
paras un momento,
a oír
la buenaventura.”
“ Ya no
me queda gitana
ventura
que averiguar,
que las
rayas de mi mano
no
guardan ningún arcano
que yo
no me sepa ya.
Pero si
este es tu deseo,
qué me
importa ya ceder,
si tal
como yo lo veo
será el
último deseo
que yo
pueda conceder.”
“ A
ver, déjame que mire...
En la
raya de la vida,
que
siempre es la principal,
no se
te la ve partida
sino
marcada y seguida,
señal
de que vivirás
largos
años, pero mira,
esta
que corre hacia acá,
me dice
que muy cercano,
esto
está claro en tu mano,
un amor
encontrarás.
Le
entregarás tu vivir,
entero
te entregarás,
y habrá
de hacerte sufrir,
y habrá
de hacerte llorar.
Pero
también se ve aquí,
que
luego tendrás la paz.”
“
Perdóname ya gitana.
Te
agradezco la intención,
pero no
tengo futuro
ni amor
en mi corazón.
No me
puedo entretener
porque
me vienen buscando
y antes
de morir ahorcado,
prefiero
morir matando.
Vete ya
con Dios , gitana,
sigue
alegre tu camino
y deja
a Juan Zamarrilla
enfrentarse
a su destino.”
“ El
destino es insondable.
Nadie
lo puede prever,
pero no
me extrañaría
de que
tal vez algún día
nos
volviéramos a ver.”
Ya
vienen los migueletes.
Ya se
les oye llegar.
Juan
Zamarrilla quisiera
saber
por dónde escapar.
El
cerco estará cerrado.
! Quien
lo pudiera romper ¡
Ya no
se puede avanzar,
ni puede
retroceder.
Las
voces que lo persiguen,
claras
suenan otra vez.
Sus
enemigos se acercan
¿ Dónde
se podrá ocultar?
Solo
una ermita muy blanca
se
levanta en el lugar.
Tiene
sus puertas abiertas
como
invitándolo a entrar.
Vacila
Juan Zamarrilla,
puede costarle
la vida,
la
ermita pudiera ser
un
callejón sin salida.
Pero se
le acaba el tiempo,
ya no
puede esperar más.
Se
decide por la ermita,
el
futuro le dirá
si ha
escogido el buen camino,
o el de
la fatalidad.
Entra
en la ermita el bandido.
Es un
oasis de paz.
Fuera
ha quedado los gritos,
los
disparos y el luchar.
Dentro
la Virgen lo mira
con sus
ojos de cristal,
parece
que tienen vida
de
dulce que es su mirar.
Busca
un rincón Zamarrilla
donde
poderse ocultar.
No hay
rincón en la capilla
que
ofrezca seguridad.
Solo el
manto de la Virgen
algún
refugio ofrecía;
pero un
refugio pequeño
que más
grande no lo había.
Si no
ocurriera un milagro,
muy
pronto lo encontrarían.
Y
entonces unas palabras
suenan
en su corazón.
Unas
palabras antiguas,
unas
palabras de amor.
Se las
dijo una mujer
a la
que él socorrió.
“La
Virgen de la Amargura
tendrá
que quererte tanto,
que en
medio de los peligros
te
cubrirá con su manto.”
“Ayúdame
Virgen Santa,
soy un
pobre pecador.
Me
acojo bajo tu manto,
dame Tú
tu protección.”
Y allí
se va Zamarrilla
que el
tiempo ya le apremiaba
y se
metió bajo el manto
que
casi no lo tapaba.
Si los
guardias miran bien,
seguro
que lo encontraban.
“Mi
sargento, yo lo he visto
como
entraba en la capilla.”
“ Y
también lo he visto yo.
! Ya ha
caído Zamarrilla ¡”
“
Despacito y preparados.
Hay que
rodear la ermita,
no se
nos vaya a escapar
teniéndolo
tan cerquita.”
“ Lo
tenemos rodeado
y no
hay puerta por detrás.”
“ Para
que el hombre se escape
tiene
que saber volar.”
“ Tres
conmigo para adentro,
las
armas apercibidas
que un
hombre desesperado
venderá
cara su vida.
Tu te
quedas en la puerta
por si
quisiera salir.
Te
cueste lo que te cueste,
se lo
tienes que impedir.”
La
justicia entra en la ermita;
lo
comienzan a buscar.
van
mirando muy despacio
sin
dejarse nada atrás.
Como la
ermita es pequeña,
muy
pronto lo encontrarán
Le han
dado un primer repaso
y no
aparece el bandido.
Todos
se miran perplejos
sin
saber lo que ha ocurrido.
Miran
con más atención,
nada
escapa a su mirada.
Miran
debajo del manto;
tampoco
allí han visto nada.
“ Mi
sargento, aquí no hay nadie.”
“
Seguro que aquí no está.”
“Es
imposible sargento,
todos
lo vimos entrar.”
“
Ustedes no vieron nada.
Ya nos
podemos marchar
y
buscar por otro lado
que
aquí ya no hacemos na.”
“No lo
creo, Virgen María,
no me
lo puedo creer,
qué
méritos me verías
para
poder merecer
un
milagro en este día.
Tú
sabes que yo he robado
y que
he matado también,
y a
cambio tú me has salvado;
¿ Qué
te puedo yo ofrecer?”
Zamarrilla
se buscaba
algo
que pudiera dar,
porque
estaba acostumbrado
los
favores a pagar.
Tan
solo una rosa blanca
ha
encontrado en su morral.
Tan
solo una rosa blanca
a la
Virgen le dará,
que el
que ofrece lo que tiene,
no está
obligado a dar más.
Quiere
prenderla en su pecho,
mas no
tiene prendedor
y
sacando su cuchillo,
la rosa
blanca clavó.
Y
delante de sus ojos,
otro
milagro ocurrió,
que de
aquella rosa blanca
roja
la sangre brotó
y su blancura de nieve
color
de sangre vistió.
Ante el
segundo milagro,
Zamarrilla
se entregó,
y
arrojándose a sus plantas
así a
la Virgen le habló.
“ Tu
sangre no, madre mía.
Tu
divina sangre, no.
Prefiero
Virgen María
que se
derrame la mía
que soy
un gran pecador.
A tus
pies arrepentido,
inclino
mi altiva frente;
aquí se
ha muerto el bandido,
el que
tanto tiempo he sido,
y ha
nacido un penitente.
En un
convento entraré
mis
pecados a llorar
y en el
convento estaré,
el
tiempo que tú me des
para
hacerme perdonar.
A tus
pies Virgen María
este
pecador, lo jura.
Ayúdame
con tu amor
y dame
tu protección
! Mi
Virgen de la Amargura ¡”
III
El
bandido Zamarrilla,
para
cumplir su promesa,
se
retiró a un monasterio
de la
ciudad de Antequera.
Allí le
dicen fray Juan,
fray
Juan para todos era
y
también se hizo famoso,
esta
vez, de otra manera.
Famoso
por su piedad,
por la
dura penitencia
que
practicaba fray Juan
para
lavar su conciencia.
Famoso
por su bondad,
famoso
por su paciencia,
por el
amor que fray Juan
para
los pobres tuviera.
Su
devoción a María
destaca
de tal manera,
que
propició que el milagro
todo el
mundo conociera.
Y así
la voz popular,
la
gente humilde y sencilla,
llamaron
a la Amargura
!La
Virgen de Zamarrilla¡
Todos
los años un día,
bajaba
desde Antequera.
Todos
los años , un día,
llegando
la primavera,
en
camino se ponía
para
cumplir la promesa
que a
las plantas de María
Juan
Zamarrilla le hiciera,
de
rezar ante su altar,
en la
ermita malagueña.
Andando
por los caminos,
solo
buscaba una cosa,
la más
bella de las flores,
la más
bella y pura rosa.
Una
rosa carmesí
y tan
pura en su color,
como la
sangre que un día
de la
Amargura brotó.
Y
cuando encuentra la flor,
no para
de suplicar
y al
conseguir el favor,
mimándola
con amor,
la
cortaba del rosal.
Con la
rosa en su poder
corre
dichoso y veloz
y de la
Madre a los pies
deja
ese año otra vez
la
plegaria de su flor.
Los
años fuero pasando.
Zamarrilla
envejeció.
Reinaba
Carlos tercero
en los
años del Señor
de mil
setecientos treinta,
cuarenta
o sesenta y dos,
que no
se sabe seguro,
cuándo
este hecho ocurrió.
Bajaba Juan
Zamarrilla,
llegada
la primavera,
para
cumplir su promesa,
de la
ciudad de Antequera.
Ya pasó
por los jardines
y ya su
flor encontró;
la
ermita ya estaba cerca
cuando...ved
lo que pasó.
De un
recodo del camino,
un
bandolero salió,
en la
mano la navaja
y la
amenaza en la voz.
“
Deténgase amigo fraile.
Quiero
la bolsa o la vida .
Esa
bolsa bien repleta
de
limosnas recogidas.
Usted
no las necesita;
seguro
que le dan más.
!
Apresúrate frailuco,
no me
hagas enfadar ¡.”
“ Pues
lo siento mucho hermano,
la
bolsa llevo vacía
y la
vida, como sabes,
solo es
de Dios y no mía.
Más te
valiera dejar
esta
vida de pecado
y
dedicarte a rezar,
que en
su infinita bondad
el
Señor, tiempo te ha dado.”
“ Menos
sermones frailuco,
a mí no
me confundáis.
Sermones
y más sermones
es lo
único que dais.
Pero en
tocante al dinero,
eso ya
es otro cantar.
Suelta
la bolsa frailuco
o aquí te habré de matar.”
Zamarrilla
se resiste,
no
quiere perder la flor,
esa que
lleva a María
como
prenda de sus amor.
“La
rosa no, por favor.
La rosa
es para María;
antes
de que me la quites,
mi vida
te entregaría.”
“
Suelta ya, fraile maldito.
Qué
tendrás en el zurrón;
cuando
tanto lo defiendes,
seguro
que es de valor.
Toma y
suelta de una vez.
Ha de
ser algo valioso;
ya lo
tengo en mi poder.”
El
bandido lo apuñala
y
arrancándole el zurrón,
huye
dejándolo herido
a solas
con su dolor.
Quiere
seguir Zamarrilla,
la
ermita ya se veía,
y
quiere dejar su rosa
a las
plantas de María.
Esa
bella rosa roja;
la rosa
que ha conseguido
aún a
costa de su vida,
que no
se lleve el bandido.
Se
arrastra Juan Zamarrilla
aferrándose
a la vida,
mas la
vida se le escapa
con la
sangre, por su herida.
Ya no
le quedan más fuerzas,
no lo
podrá conseguir,
y
cayendo de rodillas,
saca su
flor Zamarrilla
y la
ofrece desde allí.
“ La he
salvado, madre mía;
no me
la pudo quitar,
la rosa
que te traía
para
ponerla en tu altar.”
Y al
ofrecer a la Virgen
la
bella rosa encarnada,
ve que
sus manos ofrecen
una
hermosa rosa blanca.
“ Ya no
me importa morir
mi
Virgen de la Amargura,
ya no
me importa morir;
la rosa
con su blancura
me lo
acaba de decir.
Dice
que me has perdonado,
que me
puedes recibir.
Mi
Virgen de la Amargura...
Ya no
me importa morir.”
Y nos
cuenta la leyenda
que un
labriego que pasó,
encontró
su cuerpo muerto,
y nos
dijo lo que vio.
Estaba
muerto en el suelo,
pero
sin ninguna herida,
sin
señales de violencias
que le
costaran la vida.
En la
cara una sonrisa
de paz
y felicidad,
y en
las manos una rosa
de
blancura sin igual.
Y nos
cuenta la leyenda
que una
vez, todos los años
en la
ermita de la Virgen
se
reproduce un milagro.
Entre
tantas rosas rojas
como
ponen a sus plantas,
hay un
día que aparece
una
bella rosa blanca.
¿Quien
la ha llevado hasta allí?
¿Quien
la puso en el altar?
Nadie
lo puede decir.
Nadie
sabe contestar.
Y esta
es toda la leyenda,
sublime,
bella, sencilla.
Es una
historia de amor
de una
bandido y una flor.
! La
rosa de Zamarrilla¡
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