Carmen
Valero
21/09/2015.- El pasado 14
de septiembre de 2015 nos dejaba Felisa Aragón Donoso a los 81 años, después de una
vida consagrada por entero al amor a Dios, al prójimo y en especial a los
pobres, sobre todo en África, donde dejó con buen ánimo su entrega y energías.
Su funeral en la Casa Santa Joaquina de Vedruna de Carabanchel, en Madrid, fue
una misa de reconocimiento por parte de
las superioras, hermanas y muchas amigas que conocieron y trataron a la finada.
Presidió la Eucaristía el Padre Carlos, javeriano, que es el
capellán de la casa. En la ofrenda, algunas africanas llevaron frutos
tropicales –piña, papaya y plátanos- entre otras ofrendas de tipo religioso.
Felisa Aragón (Castuera. Badajoz, 1933 – Madrid, 2015) ingresó
en el noviciado de Hermanas Carmelitas de la Caridad en Madrid el 16 de Enero
de 1960. Fue superiora provincial desde 1976. Al terminar este período fue
destinada a Guinea y de allí a fundar en Okong-Oyek, de donde partió después a
Roma como superiora General en 1987 hasta 1998. Fue reelegida tres periodos de cuatro años. Falleció
en Madrid el 14 de septiembre de 2015.
La provincia Vedruna de Europa tiene como responsable a la
Hermana María Narcisa Fiol–que también fue Superiora General de las Hermanas Vedrunas-,
quien leyó una emotiva carta de alabanza a Felisa Aragón en el funeral. Sisita, así llaman a M. Narcisa, pasó
los últimos días con ella. La Hermana María Dolores González estaba entre sus cuidadoras últimas más cercanas.
De la Hermana Inés García, actual Superiora General de las Hermanas
Vedrunas, también se leyó una carta, lautatio
a Felisa, en la misa. Una hermana de las que estuvo con Felisa Aragón, leyó una carta que hablaba de “cariño desde Africa". Esta hermanas estuvo destinada con Felisa Aragón en Oyong-Okek, y Libreville. En
este escrito relataba en su primer párrafo la anécdota del niño africano, que
se relata a continuación.
De la Hermana Felisa Aragón se recuerdan numerosas anécdotas
en las que rezuma la caridad o amor al prójimo. La narrada por las Hermanas cuenta que en una ocasión descubrió a un niño africano robando en el interior
del convento y la Hermana Felisa le preguntó:
¿Qué haces? El niño, al verse descubierto, echó a correr escalando por el
muro donde había vidrios y se cortó las manos. La hermana Felisa le atendió
seguidamente y curó las heridas. Ahora
puedes irte, le dijo. Y el niño echó a correr de nuevo para saltar por el
muro. No, sal por aquí, por la puerta,
le dijo al pequeño.
Tenía tal sentido de vivir la pobreza, que a la Hermana
Felisa le parecía un exceso de gasto y cuidado la máquina de oxígeno que
necesitaba para sostenerse. A veces comentaba: esto es demasiado. Hay que morir cuando toca, como dicen en África.
Las Hermanas Carmelitas de la Caridad fueron
fundadas por santa Joaquina Vedruna en 1826. Su labor solidaria, testimonio de
Cristo, se extiende por España, América, Asia y África principalmente.
Muchas gracias por este hermoso testimonio.
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