Mar Capitán entre Julia Sáez Angulo y Daniel Sánchez
L.M.A.
Se ha
celebrado en Madrid el XI Día Universal de Marejadas dirigida por la escritora Mar
Capitán, en el que ha participado Daniel Sánchez como timonel, Jorge Jiménez
como maestre, Sandra Nieves, contramaestre, Valentín Nieves, sobrecargo,
Rosario Mavillard, como grumete y el público asistente como pasajeros.
“El
primer número de Marejadas –se
recordó- salió a la luz en verano de 1968. En el día de hoy celebramos el
número 68 de nuestra revista, que corresponde al 42 de la Era Silúrica Legal,
en la que nos encontramos”.
El
Día Universal de Marejadas consiste en un acto cultural en el que se leen los
contenidos de la revista, en este caso monográficos sobre el mar, en el que los
autores presentes han leído sus textos, bien sean poemas o prosa.
El
próximo número de Marejadas será
sobre el tema “Dejar huella”. Mar Capitán leyó este poema en el transcurso del acto:
MAR
El mar no es solo infinitud de
azul, de agua salada,
de incertidumbre y de marejadas,
el mar es también tierra adentro,
es nuestros sueños inciertos,
anhelos en la mirada.
El mar llena nuestras vidas,
su inmensidad es cercana,
lo escuchamos en los ecos
de las noches que no hay Luna,
lo derramamos en lágrimas.
El mar siempre estará ahí,
en el fondo del abismo,
en canciones de poetas,
en los cuentos infantiles
de héroes, monstruos y sirenas.
Encierra mil maravillas,
historias, mitologías,
ilumina los crepúsculos,
y los bordes de su orilla
lo festonean las algas, la espuma
las fantasías…
La escritura, una botella desde alta mar
Julia
Sáez-Angulo publicó “La escritura, una botella desde alta mar” y leyó el
siguiente texto:
“Escribir,
para quien quiere y necesita escribir, es como respirar en alta mar. Nulla dies sine línea dejaron dicho los
clásicos latinos. Ni un día sin escribir una línea. Algunos escriben más, como
el Tostado (1410-1455), ese sabio abulense, perpetuado en el bello sepulcro de la
catedral de Ávila, de quien se afirma que cada día escribía al menos la página de
un libro. Escribir es vivir, es gozar y
sufrir. Es crear y soñar como un marinero náufrago, que lanza desde su
isla remota y perdida una botella al mar con la esperanza de que alguien la
recoja y la lea. Escribir es hacer copartícipe al lector, que también es un
creador al leer un texto, porque la palabra acaba siendo polisémica y permite
interpretaciones múltiples al menos de color y matiz. Escribir es poner un eslabón
más a la larga cadena de los hombres, que pasa por las incisiones en la corteza
de árbol, o en las tablas de piedra de la Ley, las tabletas sumerias de arcilla;
el papiro egipcio; el rollo de la sinagoga, el pergamino medieval, el papel de
los chinos o los dígitos virtuales del ordenador. Escribir es emparentarse con
el Dios de Moisés, el Escriba sentado de los faraones, los filósofos griegos,
los juristas del Capitolio, los amanuenses de los Beatos, los copistas
conventuales o con el mismísimo Gutenberg de Maguncia. Escribir es unirse a un
linaje de prestigio de la humanidad, aunque sólo sea desde el breve texto desde
la botella de un náufrago en alta mar”.
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Muchas gracias por esta reseña tan entrañable sobre el Día Universal de Marejadas, nuestro granito de arena por la Cultura.
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