domingo, 1 de mayo de 2016

EL INCA GARCILASO Y LA BIBLIOTECA NACIONAL


M. DOLORES GALLARDO LÓPEZ

 Este año -especialmente el  recién acabado mes de abril- es pródigo en  conmemoraciones importantes.
    Ha habido  una sumamente interesante, en mi opinión, para todos los que conformamos la  gran comunidad  hispano parlante y que, sin embargo, está pasando bastante desapercibida, aunque no  ha sido así  en el caso de nuestra Biblioteca Nacional, que merece  elogio por ello.
                  
 Se trata de conmemorar el IV centenario del escritor conocido como  “El inca Garcilaso” o lo que es lo mismo el peruano Gómez Suárez de Figueroa, que, al igual que Cervantes, moría la noche del 22 de abril  del año 1616 en su casa de Córdoba (España).

    El Inca Garcilaso, como se firmaba, es el  primer escritor mestizo de Perú, cronista bilingüe y traductor del filósofo  León Hebreo.

  Había nacido en Cuzco en 1539, en la primera generación de mestizos peruanos, hijo ilegítimo del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo.

Gracias a parte del legado que le dejó su padre, tras la muerte de éste pudo embarcarse para España y convivir con miembros de la familia paterna.
 
   Tras una carrera militar no muy importante (en el curso de la  cual, entre otras empresas, participó bajo el mando de D. Juan José de Austria en  los  tristes acontecimientos  que rodearon la represión de los moriscos  sublevados en la Alpujarra), dolido por la poca consideración en la que  creía que se le tenía en el ejército -posiblemente por su condición de mestizo-, aunque alcanzó el grado de capitan, en 1590 la abandonó definitivamente y en al año siguiente,1591, se trasladó a vivir a Córdoba.

  Hacia 1596 ingresó en la orden terciaria como simple clérigo e hizo los votos de penitencia, pobreza y castidad.  A comienzos del siglo XVII fue nombrado mayordomo del Hospital de la Inmaculada Concepción de Córdoba, en S. Nicolás de la Villa, especializado en el tratamiento del entonces  llamado morbo gallico (sífilis).

 Murió la noche del 22 de abril  en 1616, al igual que Cervantes,   en  Córdoba.
   Fue enterrado en la capilla de las Ánimas  benditas del Purgatorio de la mezquita-catedral, capilla que había comprado en 1612, previa autorización del obispo de Córdoba.

   En su testamento dejó heredera de sus muebles y de una renta de  80 ducados anuales a su concubina (“mi criada”) Beatriz de la Vega,  dio la libertad a su esclava morisca, Marina, y mencionaba a otros tres criados, entre los cuales estaba su hijo natural -Diego de Vargas- al que encargaba la conservación de su sepultura en la capilla de las Ánimas.
Tres años después de su fallecimiento, su  mencionado hijo  Diego de Vargas fue nombrado sacristán de la capilla.

 El 25 de noviembre de 1978 el rey Juan Carlos I  donó a Perú una arqueta que contenía parte de las cenizas del escritor, cenizas que hoy se conservan en  la catedral de Cuzco.

 Autor de una prosa  aún hoy día admirada, su mas importante obra Comentarios reales de los Incas  fue publicada en  Lisboa en 1609 y dedicado a Catalina de Portugal, duquesa de Braganza.

  Otras obras  son la Florida del Inca (1605) y   Segunda parte de los Comentarios reales, conocida también como Historia general del Perú, la obra más extensa que escribió.

   Entre las dos partes de sus Comentarios relata  la historia del Perú, cómo la conquistaron los españoles, la muerte del Inca (nombre con el que denominaba al soberano del imperio inca) Atahualpa, considerado el último gobernante del imperio inca,  aunque tuvo sucesores;  la instauración del Virreinato de Perú; las luchas partidistas entre los conquistadores; la resistencia de los  cuatro  Incas que  sucedieron  a Atahualpa y  que, haciéndose fuertes en en el territorio de Vilcabamba (correspondería aproximadamente al actual Departamento de Cuzco), se enfrentaron a los españoles, resistencia que acabó  con  la ejecución del Inca Tupac Amaru I en la plaza de Cuzco en 1572, casi  cuarenta años después de que  Atahualpa fuera alevosamente ejecutado  en 1533.

  La segunda parte de Comentarios Reales  fue publicada en Córdoba en  1617, después de la muerte del autor.

   Ningún libro sobre las civilizaciones indígenas americanas -excepción hecha de Brevisima relación de la destrucción de las Indias de fray Bartolomé de las Casas- ha tenido tanta difusión.

 Durante más de cuatro siglos la imagen que se ha tenido del imperio inca ha sido la que el inca Garcilaso trazó.

   En Francia los filósofos del llamado “Siglo de las Luces” lo utilizaron para  denunciar el despotismo colonial y clerical. La edición ilustrada de 1714 inspiró una de las tramas de la ópera de Jean Ph. Rameau Les Indes Galantes.

  Con la independización  de los pueblos americanos, la efigie del Sol de los incas se convirtió en uno   de los símbolos de las nuevas repúblicas. 


  Justo Sahuaraura -uno de los próceres de la independencia del Perú-  en los últimos años de su vida, decepcionado y ya retirado de la vida política en el pueblo de Canas,  redactó Recuerdos de la monarquía peruana o  Bosquejo de la Historia de los Incas, que fue publicada en París, en compañía de dieciséis acuarelas, en 1850. Estaba basada en los Comentarios de Garcilaso.

   LA EXPOSICIÓN DE LA BIBLIOTECA NACIONAL

  Nuestra  Biblioteca Nacional  ha   tenido el acierto de conmemorar el centenario de la muerte del inca Garcilaso con una magna exposición, que  cierra sus puertas mañana, día dos de mayo,  en la que:

-         Por una parte  intenta reconstruir la biblioteca que  Garcilaso poseía en su casa de Córdoba  y su  archivo  personal, apoyándose en el inventario de sus bienes realizado por sus albaceas testamentarios pocos días después de su muerte  (se conserva en el Archivo Histórico de Córdoba y ha sido expuesto en esta exposición). Hay en él  un total de 188 entradas que el trabajo  bibliográfico de diversos especialistas ha  permitido identificar casi en su totalidad

   - Por otra presenta textos, documentos, objetos y piezas varias   con el propósito de “definir a este primer intelectual mestizo y a la comprensión de las tensiones que esta condición implica”, como reza el catálogo de la exposición.
 
   Garcilaso   con su obra y su propia vida defendió el mestizaje  “como una confraternidad en la que culturas de distinto signo se confunden en una nueva que aprovecha lo mejor de cada una de ellas para hacer avanzar a la humanidad hacia horizontes mejores”, dice Mario Vargas Llosa en su artículo “El primer peruano” incluido en el catálogo de la exposición.

 Quienes hayan visto la exposición han tenido la posibilidad de contemplar los retratos de los sucesivos Incas  que gobernaron Perú y como  entre ellos se  incluye, desde el momento en que esas tierras forman parte de los dominios de España, a los monarcas españoles como continuadores legítimos  del poder imperial incaico.

   Así, por ejemplo,   inmediatamente después de Atahualpa -mencionado como emperador nº XIV-  aparece a Carlos V, numerado como el  emperador de Perú nº XV.  Felipe V es  mostrado como XX emperador de Perú y su hijo  Luis I, efímero rey de España, como el XXI emperador de Perú, según  la representación de emperadores incas  que aparece en la obra Relación histórica del viaje hecho de orden de su Majestad a la América Meridional (Madrid, 1748) de Jorge Juan y Antonio de Ulloa.

  Ambos   formaron parte de una misión de carácter científico para medir el meridiano terrestre, pero en esta obra aportaron abundantes noticias geográficas e históricas.

FELIPE V COMO XX EMPERADOR DEL PERÚ, LUIS I COMO XXI EMPERADOR

EMPERADORES  DEL PERÚ


  También se podía ver al rey  Fernando VI como XXII emperador, ilustraciones debidas a  Juan Bernabé Palomino. 


  Magnífica,  hermosa  e ilustrativa la exposición  de la Biblioteca Nacional de España.  
  
  No cabe decir lo mismo de la triste y pobre exposición con la que La Casa de América, ubicada en el  antiguo palacio de Linares de en la madrileña plaza de Cibeles, pretende homenajear a este escritor.

1 comentario:

  1. Muy interesante este artículo de la Dr. María Dolores Gallardo López. El Inca Garcilazo representa un puente entre ambas culturas. Resaltó la antigua tradición del Perú incaico con minuciosa agudeza y acusiosidad. Sin él no habríamos conocido una gran parte de la Historia de los Incas. Felicitaciones a esta iniciativa de la Biblioteca Nacional de Madrid. Me hago eco del llamado de la Dra. Gallardo a difundir este tipo de actividades fundamentales, y más aún, si representan una oportunidad de abrir lazos estrechos entre la América Hispana con su rico y complejo mestizaje y la muy ilustre nación de España.Saludos a la Biblioteca Nacional de España desde Venezuela.Sigan adelante en tan valiosa labor.

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