COMENTARIO
EN TORNO A “GRITO Y REALIDAD.(POEMAS BÁRBAROS”)
Hay quien opina que los libros se hacen viejos, dependiendo
de la fecha de su publicación, por ejemplo los vendedores de libros de ocasión
que, generalmente, les dan un mal trato bastante inmerecido, considerándolos
simples objeto de comercio menor. Otros creemos que un libro es algo eterno,
imperecedero y que abrir sus páginas es penetrar en un mundo siempre nuevo,
diferente, aleccionador, interesante. Eso puede suceder si un catorce de
diciembre de dos mil diecisiete recibes un poemario dedicado en la mismísima
Librería Diógenes de Alcalá de Henares, un espacio mítico para el buen lector y
para quien crea en esa inmortalidad de la literatura.
Este es el caso de “Grito y realidad” publicado en la
colección “Poesía/77” por Ediciones
Baile del Sol de Tegueste (Tenerife) en el año 2008, o sea ayer mismo, 182
páginas de revolucionarios, o rebeldes, versos de amor a la humanidad.¿Y su
autor?. Esa era otra asignatura pendiente. Conocí a Matías Escalera una tarde
en la librería Lé del Paseo de la Castellana de Madrid, otro lugar a visitar
con frecuencia, con motivo de la sesión que nos regalaron personajes ya casi
históricos como Antonio Porpetta, hábil creador de la belleza, la esforzada
editora y poeta Raquel Viejobueno que animaba, y seguirá animando, esa delicia llamada
Un Café con Literatos y el inefable, viajero, constructor de universos líricos
y habitante, real y siempre deseoso, de la Isla de Pascua, aunque habitualmente
resida en Santiago de Chile y, también, en los trenes, barcos, aviones,
autocares y otros transportes del mundo entero, bien, conocido por todos como
Theodoro Elssaca, cuya aventura compartida en busca del urogallo pelón en los
altos de la calle de Bailén, esquina a Requena, y avistando el oeste infinito
de Madrid, fue parte de una historia todavía no escrita. En aquel momento, de
la librería del antiguo Paseo de la Fuente Castellana que, en tiempos de
ignominia, llevaba el nombre de un generalísimo bajito y que José Luis Coll
pretendió bautizar como Avenida de Miguel de Cervantes (sin éxito), apareció
Matías Escalera con su melena de león victorioso al aire y su aire de viajero
impenitente, luego confirmado, y su capacidad de convertir en poesía, también,
una tarde de lunes o viernes, con la ciudad reluciente y los bares a rebosar,
algunos con sus televisiones a punto de estallar con partidos de fútbol y otros
temas de alta cultura con protagonistas millonarios e ignorantes.
Y este es su libro, uno de ellos, “Grito y realidad”, al que
definiríamos prontamente como publicado en una edición de verdadero orgullo
editorial no solo por su material de impresión sino, sobre todo, por su orden
calibrado y adecuado a las versificaciones, raras eso sí, de nuestro amigo
Matías Escalera. Con él y con el también viajero incansable, y hombre de raras
expectativas literarias, Fernando García Román, nos reunimos en el espacio
grato de Diógenes, para presentar su no menos famoso poemario “Delirios (De
isla)”, una aventura de amor, sensualidad y paisajes publicado por Ediciones
Vitruvio, de Pablo Méndez, donde la poesía, asimismo, se convierte en aventura
y, al tiempo modestamente, los versos de mi propia autoría contenidos en
“Isla/País de Colibríes”, edición Vitruvio, esos dos itinerarios por la isla de
Cuba y el (casi)centro de la nación mexicana. Dicho queda.
Como “Acto de fe”, enseguida, Matías nos explica “En abril nos aguarda el silencio-escribo-el rectángulo de luz se aleja y adelgaza detrás de nosotros…/ Eludir
la poesía es silenciarla/es empresa-como veis-innecesaria:/con las palabras se
levanta y en ellas tam b i é n/se dis u
e l ve”.
Así que ya sabemos que lo suyo no son los convencionalismos,
las medias tintas, la lírica temerosa, sino la cercanía a esa realidad que ya
proclama en el título de su libro. Total que como la bibliografía sobre
Escalera Cordero es amplia, divisible, heterogénea y, en muchos casos,
acertados vamos a prescindir de ella y solo reseñar que ya avisó, pensó o dijo,
más o menos veladamente, que votar a Trump no había sido una buena idea. Ahí está
el inmenso gaseoducto que se lleva por delante varias reservas indias,
pintorescas aldeas de California, carreteras, hondondas, refugios de aves, etc.
Y ya está. O no. También está el cambio climático que el hotelero se le pasa
por el forro del Despacho Oval, igual que un tal Rajoy decía que su primo
decía…Y luego lo de Israel, esa ofensa histórica y gratuita de considerar
Jerusalem como capital del Estado Judio en detrimento de palestinos, jordanos y
musulmanes del mundo que, también, andan dando palos de ciego con políticas
erráticas y poco edificantes.
En su “Manifiesto tardío” dice al autor, madrileño de 1956
aunque complacido habitante de la villa complutense a la que los matritenses
robamos su universidad para que luego hayan hecho otra magnífica y con
resabios, todavía, cisnerianos, dice que “la poesía es un arma descargada y en
desuso”, y lo dice oponiéndose a Celaya, a quien también admiramos, porque ni
los lectores la aprecian, aunque la lean como decía el ínclito José Hierro, ni
las editoriales la tienen en consideración ni la sociedad la apoya,
económicamente menos. Cuando era candidato a al Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos del águila y la serpiente Vicente Fox nos dijo en Guanajuato
en 1998, en el Coloquio Cervantino que, tan generosamente, patrocinaba (pagaba)
el cervantista santanderino Eulalio Ferrer (poco apreciado por estos lares) que
la cultura era su novena prioridad de las diez que llevaba en su programa y se
quedó tan ancho mientras sus edecanes le servían un tequila. Pues igual.
“La lirica es la épica de Dios-/escribe el autor de las
novelas “Un mar invisible” (2009) o “El tiempo cifrado” (2010) y continúa: “del
no tiempo/del no espacio/de la nada”. Y así puede ser, sea un dios del
Vaticano, a orillas del Tèvere, o el de aquel Jomeini, que mandaba cortar
cabezas a la mínima. Y es que las religiones, las deidades, tienen sus templos,
sus pilares pero cuando las capitanean los fanatismos pueden entorpecer las
conciencias. Después se desplaza a los distintos puntos cardinales, en trenes
trans, en barcos usados, en autocares con gallinas y de ellos, Matías Escalera,
recupera algunas enseñanzas: “Rendirse/no cuesta nada/sólo la vida/y eso / es
tan poco”. Que se lo digan al fallecido Hiro-Hito, cuyas tropas causaron tanto
dolor en el sureste asiática, destruyendo las islas filipinas, ocupando islas
rusas sin motivo, esclavizando a sus más cercanos vecinos y que luego el
General MacArthur no quiso tomarle la espada cuando merecía un castigo ejemplar
que hubiera enfrentado para siempre a yanquis y nipones. Pero siempre hay gente
que no se rinde: son los malvados y la lista es infinita, por ejemplo aquel
Hitler que prefirió suicidarse, el tan mentado Trujillo, el malvado Somoza, el
Goyo Álvarez que tan pérfidamente actuó en Uruguay y que tanto admiraba a los
militares porteños tipo Videla y Galtieri que envió a la muerte a muchachos
desarrapados para conquistar las Islas Fakland que nosotros llamamos Malvinas,
“aquel Franco que hubo”, según expresión del solitario del Torreón del
Renegado, de Chillán, Gonzalo Rojas, los Duvalier que aún viven como los Reyes
de Suecia en Francia, Idi Amin Dadá criminal por simple gusto. No se rinden,
solo nos rendimos los poetas, ante una puesta de sol, ante una mujer hermosa,
ante la bocana de un puerto en primavera. Por eso Escalera pide, y está muy
bien, “Embellecer el mundo con un gesto” y, enseguida, nos regala un largo
poema titulado “Elogio de la destrucción”: “Todo sucede sin el tiempo/contra el
tiempo/o con el tiempo muerto/…”.Pero hay otros poemas más tremendos como “Las
moscas de Goma” donde se denuncia la arbitrariedad, la miseria, la maldad, la
violencia:”Cuando fui a Goma-Ruanda-los miembros amputados/Las venas abiertas/Las
pústulas purulentas/Las babas/El azul irisado de las moscas en las órbitas
oculares/De los niños/De los ancianos moribundos/De las parturientas
desangrándose/Y de las niñas violadas no me dejaron contemplar los
extraños/Matices del color verde en África/Aún así fue una experiencia/Crucial
y humana (de auténtica y verdadera autorrealización personal)”. Así es como la
aventura, el viaje, del poeta se convierte en algo diferencia, en una
apreciación humana del mundo que estamos construyendo, con tantas carencias,
violencias y enfermedades mientras Wall Street sigue sonriendo a los millonarios
del mundo, entre ellos asesinos, criminales que hacen valer su condición de
gente sin escrúpulos para amasar el dinero que sería preciso para comprar
vacunas, enviar médicos, lograr una mínima comodidad para todos.
Los poetas también hablan de las miserias del mundo, no sólo
de las mujeres hermosas, de las rosas de los jardines acicalados, de la promesa
de bellos paisajes en Venecia o Sans Souci en las islas paradisiacas. Esa es
una de las luchas que ha mantenido y mantiene este poeta, docente, revolucionario
de la palabra y de la acción que es Matías Escalera Cordero. Se hace necesario
leer, releer, un poema titulado “Everest figura de la infamia” para comprender
que paraíso deteriorado estamos habitando, algo que sí puede verse en los
periódicos o en la televisión pero que olvidamos enseguida: “Quien iba a
imaginar el Everest convertido en figura de la infamia…” comienza diciendo el
poeta y en “El bárbaro y el poeta en la calle”, dedicado a José Antonio Fortes,
afirma: “Si me dan a elegir entre el bárbaro y el poeta en la calle/Me quedo
con el bárbaro”. Y es que la solidaridad ya no es lo que era. Y la poesía
tampoco aunque tal vez haya alguna esperanza. Sólo otro versos del autor: “La
vida está donde no se la espera…”
Y ahora nos vamos a por el amanecer ya que es sábado, y como
explicó en una película gloriosa José Luis Cuerda, “Amanece que no es poco”.
Manuel Quiroga Clérigo
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Majadahonda, 16 de diciembre de 2017.
Hola, Julia, gracias por incluir esta reseña de mi primer poeamario, "Grito y realidad" (2008), escrita por Manuel Quiroga en tu blog... Es muy agradable y sorprendente que un libro de poesía escrito hace tanto aún esté dando frutos en sus lectores... Pero, sobre todo, es reconfortante ver cómo el tiempo de la poesía y de los amantes de la poesía y de las artes literarias no es el tiempo apremiado y apremiante del consumo, y de lo rabiosamente actual, que nos envuelve y nos traga... Es reconfortante que haya personas como Manuel o como tú a los que les importa, sobre todo, la bondad o no, el sentido o no, de las palabras que escuchan o leen. Es un placer compartir las mías con vosotros.
ResponderEliminarUn abrazo. Matías Escalera Cordero