De cruces amarillas separatistas y obispos catalanes
Rogelio Sánchez Molero
25/05/18.- TOLEDO .- La
última ocurrencia del nacionalismo catalán radical, antidemocrático y montaraz,
ha sido sembrar de cruces amarillas las playas. Una forma más de reivindicación
o de protesta. Alguien lo explicará, a su peculiar manera.
Los obispos catalanes, el
abad de Montserrat y cientos de curas han alentado la secesión desde el
privilegiado estrado de sus púlpitos. Y se han pronunciado a favor de este independentismo
falsario que sin pudor se salta las normas de convivencia democrática. Como en
muchos regímenes dictatoriales reivindican su status justificándose en la voluntad popular democrática –eso sí, solo
de los suyos-.
Sin embargo no he oído
todavía a estos ministros de Dios poner el grito en el cielo por aquel acto
blasfemo. Usar la cruz –símbolo de resurrección para los cristianos- como arma
para reivindicar fines políticos supremacistas, excluyentes y xenófobos (a día
de hoy, declarados ilegales) es una pura blasfemia. No estaría de más que
cualquiera de esos obispos o el solemne abad recordaran, en ejercicio de su
sagrado oficio, el segundo de los preceptos del decálogo: “No tomarás el nombre
de Dios en vano”.
Mi madre utilizaba mucho la popular expresión de "eso es el puro Evangelio". Cuando lea esto, que seguro lo hace en la contemplación ya permanente del Crucificado, lo volverá a repetir. Gracias por tan oportuna reflexión acerca de una extravagancia amarilla más, que además es irrespetuosa con el símbolo y lo que representa
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