Julia Sáez-Angulo
12/10/18 .- MADRID .- Ella pinta
como los ángeles, pero en ansias de perfección dice siempre que lo último que
ha hecho es una porquería. Es negativa por sistema, porque su deseo de
superación la martiriza. Ella va en busca de una quimera, como el personaje de
Honoré de Balzac en La obra maestra desconocida, un libro que
debiera de leer todo artista que se precie, porque es la obsesión y locura por
lograr la cima del arte, lo que no deja de ser una ambición casi diabólica, al
querer emular al mismísimo Dios, tiene mucho de soberbia.
Siempre he sostenido que en el arte
hay pocos genios, pero sí muchos talentos, sobre todo en España, país de luz en
el norte y en Castilla y de sol en Levante y Andalucía. La pintora Gloria
Vázquez Gutiérrez (Madrid, 1944) es una buena pintora, que tiene como
referentes a artistas como Nicolás de Staël, Esteban
Vicente, Juan Caneja, Cirilo Martínez Novillo, Vaquero Palacios… con ellos
tiene una afinidad espiritual y plástica.
Las formas
abiertas y deshechas, más que abocetadas, de la pintura de Gloria Vázquez, confieren
una impronta elegante a su pintura realizada al óleo y ocasionalmente al
acrílico. Sus bodegones son excelentes, sus veladores a lo Bonnard,
maravillosos –alguno ha quedado finalista en concursos de altura-, sus paisajes
soberbios… Los azules y los ocres son su paleta magistral. Algunos marchantes le
pedían que cerrara más las formas, que fuera más realista, pero ella no se
dejaba convencer y prefería seguir su código de coherencia. La galería Sokoa,
gestionada por Santiago Echeberría, desaparecida en 2011, admiraba y buscaba su
pintura.
Gloria
Vázquez, con sus manos prodigiosas hacía preciosos sombreros y muñecas de
fieltro en su adolescencia y juventud, que vendía muy bien en las tiendas y con ello
obtuvo sus buenos recursos en años jóvenes, pero la pintura era una llamada
vocacional y emocional más profunda y a ella se consagró, formándose en la
madrileña Academia Peña, por la que han pasado decenas de pintores de la capital
del Reino, entre ellos Gloria Vázquez. También aprendió y compartió
estudio/taller en la calle Marqués de Casa Riera, junto al pintor hispano
Leovigildo Cristóbal Valverde. De ahí pasó por sucesivos estudios individuales,
hasta que finalmente decidió instalarlo en casa, cuando los hijos volaron. El
peligro que se temía se confirmó: el salón de la casa se convierte a veces en almacén; también en comedor suculento cuando prepara cocido madrileño para los amigos.
Tuvo la suerte de encontrar un buen marchante en Japón que le compraba toda su pintura durante una buena temporada. Aquellos fueron buenos tiempos y así constan en los anales de su trayectoria artística.
Tuvo la suerte de encontrar un buen marchante en Japón que le compraba toda su pintura durante una buena temporada. Aquellos fueron buenos tiempos y así constan en los anales de su trayectoria artística.
La pintora madrileña ha obtenido
diversos premios y medallas a lo largo de su trayectoria artística. Gloria
comenzó a exponer en los 80. Entre los galardones recibidos: la medalla del BMW
(1996); la de Puerto Banús; el primer premio Fermín Santos 2004, en
Sigüenza; el Ciudad de Quintanar, 1997, el Tertulia Ilustrada y varios salones
de Otoño en Madrid. En el circuito artístico se la conoce, se la aprecia y se
la quiere, porque es persona grata, pese a sus quejas sobre el ansia de perfección en la pintura.
Gloria tiene la pupila educada,
porque aparte de su preparación artística, visita asiduamente las exposiciones
y se la conoce bien en los ámbitos del arte. Es una mujer voluntariosa, pues
después de un accidente automovilístico que
pudo haber tenido resultado mayores, sigue caminando con su cuerpo
dolorido, incluso ayudada de bastón en ocasiones, para seguir en primera línea.
Las operaciones se suceden. No se apea de su coche y se ha constituido junto a
él en una centaura. Tiene la “suerte” de poder aparcar en los espacios de
minusválidos, que los que pretenciosamente nos llamamos válidos, los miramos
siempre con envidia cuando están vacíos.
Su generosidad se ha hecho patente
cuando ha tenido algún colega o amigo enfermo, cuidándolo o llevándole comida
preparada. Así lo hizo con Antonio Morales, el que fuera director de la revista
Correo del Arte y con otros que me
consta, pero no voy a dar nombres. El lado humano de Gloria es digno de
resaltar y eso le honra, porque conviene ser persona antes que artista, algo
que no es habitual, porque el ego pierde a ciertos creadores. Ella colabora habitualmente con el Grupo pro Arte y Cultura, PAC, y recientemente lo hizo en la exposición "Simpatía con el expresionismo" en el Museo Jorge Rando de Málaga, con un cuadro soberbi, cuya réplica en matacrilato cuelga en la nueva galería de Mayte Spínola.
Por razones familiares viaja mucho en
avión y eso le ha abierto aún más las retinas y la mente. Nueva York la conoce
casi como la palma de su mano, donde visita museos y galerías y está al día
para envidia de algunos, entre ellos, yo. Últimamente viaja mucho a México,
donde reside uno de sus hijos y sus dos nietos gemelos, de allí vuelve con las pupilas
recargadas de color y emociones, al tiempo que nos cuenta sobre la enorme casa en
que reside su hijo en Coyoacán -a lo Macondo-, no lejos de la casa donde residían Diego
Rivera y Frida Kahlo, que hoy es uno de los museos con atmósfera de artista,
más visitados.
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Hola tengo un cuadro que pinto gloria Vázquez a mi suegro y quiero saber cuanto vale se llama bodegón azul
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