La X edición de los Premios Actúa
distingue a estas dos insignes figuras de los escenarios, el cine y la televisión
en España
L.M.A.
12.11. 18 .-Si a cualquier espectador de teatro se le pregunta el
nombre de un galán español, con toda probabilidad pronunciará el del asturiano
Arturo Fernández. De igual modo, si a un aficionado a la pequeña pantalla se le
reclama el de un intérprete entrañable, a buen seguro dará el de Fernando
Chinarro. Ambos actores, en activo y con una prolongadísima carrera plena de
reconocimiento, especialmente por parte de un público que los adora, forman
parte ya de la nómina de laureados de los Premios Actúa. La Fundación AISGE ha
resuelto su incorporación al palmarés de la décima edición de estos galardones
honoríficos.
Los dos estarán
presentes en la entrega de las estatuillas, que honran las trayectorias
profesionales y la integridad humana en las categorías de actores, actrices,
bailarines, actores de voz y Joven Talento (actor y actriz menores de 40 años),
cuya ceremonia tendrá lugar el lunes 3 de diciembre en el madrileño Teatro
Nuevo Apolo.
Cerca de cumplir
90 años y con casi 70 de ellos en el oficio, a Arturo Fernández se le
actualmente en el Teatro Amaya, donde representa Alta seducción junto a Carmen del Valle. Durante su andadura ha
derrochado galantería, diversión y, sobre todo, mucha profesionalidad. El del madrileño
Fernando Chinarro es de esos rostros populares que han transitado por la
televisión a lo largo del último medio siglo, con personajes que han pasado a
formar parte del imaginario colectivo de los españoles. ¿Quién no recuerda a
aquel Señor Chinarro que acompañaba a los legendarios payasos de la tele en el
programa El gran circo de TVE?
El Consejo de Administración
de AISGE (que agrupa a actores, bailarines, actores de voz y directores de
escena) irá completando en los próximos días el palmarés y anunciará los
nombres de quienes obtengan los décimos Premios Actúa, pero también los Premios
HazTuAcción, con los cuales se aplaude la labor de organismos o personas
admirables por su solidaridad y su empeño en construir un mundo mejor, más
justo y más humano. Hay dos estatuillas para ONG y una tercera que se concede a
algún profesional o programa del panorama mediático que contribuya a difundir el
trabajo de los intérpretes.
Arturo Fernández
Seductor, vividor, descarado, atento… Esas son algunas de
las muchas etiquetas que cuelgan de los personajes que ha interpretado a lo
largo de siete décadas este actor nacido en Gijón el 21 de febrero de 1929. Su
padre fue mecánico en el ferrocarril de Langreo y sufrió el exilio político. Su
madre quería que fuera oficinista. Lucha, aprendizaje y mucho trabajo han sido
constantes en alguien que empezó a caminar por el cine en los primeros
cincuenta. Por el séptimo arte se sentía fascinado: al principio fue figurante,
sus dos primeros papeles protagonistas se los concedió el olvidado Julio Coll
en Distrito V y Un vaso de whisky, con posterioridad intervino en numerosas
películas… Pero luego cayó en las redes del teatro y del gusanillo que produce
el contacto diario con el público. Y ha sido uno de los grandes nombres, quizás
el más grande por aquello de hacerle justicia, de lo que se ha denominado alta
comedia. Los espectadores quieren ver a un galán, y él no defrauda en ese rol
que lo encumbró. Tampoco le es ajena la televisión, para la que encabezó las
series Truhanes o La casa de los líos, en las que dejó su
divertida impronta. “ “El
día que me retire dejaré de ser joven”, confiesa. Y debe ser verdad, porque no
tiene ninguna intención de bajarse de las tablas. Al menos mientras sienta que
la juventud le acompaña.
Fernando
Chinarro
Al toparse uno con el extenso listado de participaciones
cinematográficas o intervenciones televisivas de este actor nacido en 1933 en Madrid,
lo primero que piensa es que su territorio natural es el que delimita el
objetivo de las cámaras. Su trayectoria, como le gusta recordar, se gestó desde
abajo. Empezó haciendo radio, estudió en la escuela de Arte Dramático, fue
actor de doblaje y poco a poco se hizo un hueco encima de las tablas. No son
pocas sus interpretaciones en teatro, hasta el punto de haber sido
repetidamente aplaudido en el Festival de Mérida, pero el suyo es un rostro de
pantalla. Grande y pequeña. Tras su paso por espacios de TVE como Primera fila, Estudio 1, Teatro de siempre,
Hora once o Noche de teatro, su fama alcanzó la cima gracias a sus correrías
durante nueve temporadas junto a los payasos Gaby, Fofó, Miliki o Milikito. Más
tarde vendrían series de enorme éxito que no hicieron más que acrecentar su peso
interpretativo: Farmacia de guardia, Médico de familia, Este es mi barrio, Querido
maestro… Y esa popularidad no le ha abandonado pese a los cambios
generacionales. También los grandes directores de cine han recurrido a su maestría
desde la década de los setenta. Camada negra, La guerra de papá, El diputado, Lorca, muerte de
un poeta, El caso Almería, Dragon Rapide o Balada triste de trompeta son algunos de los muchos títulos en
cuyos créditos aparece su nombre.
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