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Julia Sáez-Angulo
Algunas ideas quedaron claras tras
la multitudinaria manifestación del día 8, el llamado Día Internacional de la
Mujer Trabajadora: que fue multitudinaria, millonaria de a cinco en toda España
y que las mujeres se vieron convocadas por un hilo común: el de la desigualdad
con los hombres que se traduce en brecha salarial y de pensiones, en la equidad
en los trabajos y cargos superiores de mando, de poder, y en los derechos
humanos iguales para las hembras en sentido biológico.
No prosperó la fanfarria de la
explotación y desigualdad capitalista que algunos panfletos izquierdistas,
populistas y/o comunistas quisieron introducir en el mensaje del día, sin
mencionar al machismo visual y rampante de comunistas en China, Cuba y Corea
por poner algunos ejemplos. Hay que recordar la afirmación de Karl Mrach: “la
mujer es el proletariado del hombre”. Tampoco se abundó en la posición sangrante de retaguardia,
de varios pasos de la mujer respecto al hombre –en sentido literal- en los
países islámicos, pese a ciertas mujeres veladas.
Hay muchas fallas todavía en esas
convocatorias interesadas y sesgadas de ciertos feminismos, que parecen
manipulados por hombres políticos. El feminismo está fraccionado y ha de dar la
batalla centrando sus objetivos comunes o se perderá en los colectivos que
existen y se manipulan hacia una política global. Hay que buscar, táctica y
estratégicamente para avanzar, a los que ostentan el poder, es decir a los
hombres, o si no nos darán las uvas hasta conseguir la justa igualdad de situación
socioeconómica con ellos.