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L.M..A.
25/11/18 .- MADRID .-
¿Es
Turquía asiática o europea?, fue el tema de la conferencia del periodista Sergio Vallejo Fernández-Cela, en Tertumed, la tertulia que dirige el historiador Víctor Morales Lezcano.
El planteamiento no es un tema meramente académico.
Está sobre la mesa en instituciones europeas, y además es objeto de discusión
en diversos ámbitos políticos, culturales y políticos. Y también en la propia
Turquía. La cuestión es: ¿la posición geográfica y estratégica del país es un
obstáculo en su aspiración a formar parte de la Unión Europea? Si hay algún
país que puede definirse como euroasiático, ese es precisamente Turquía.
El libro que nos ocupa,
"El imperio otomano y la República de Turquía: percepciones hispanas y
relaciones ruso-turcas", trata de mostrar el impacto del Imperio Otomano
en el sistema de relaciones internacionales europeo. La obra consta de cuatro
artículos independientes, cuyo hilo conductor es la presencia otomana, y
posteriormente Turquía, en el espacio europeo.
Ya desde desde principios
del siglo XX, la decadencia del Imperio Otomano fue objeto de interés político,
literario diplomático y militar por parte española.
.El primer
capítulo," La caída del Imperio Otomano y la fundación de la República
turca: una visión española", indaga en las percepciones españolas de la
decadencia del Imperio Otomano y el nacimiento de la República Turca en 1923. A
pesar de la literatura del Siglo de Oro, no existió en España un Orientalismo
(estudio de culturas asiáticas , musulmanas o no) equivalente al de otros
países europeos. Aquí el interés se centró en el norte de África, especialmente
en Marruecos.
En el artículo se exponen
las opiniones de políticos, intelectuales y escritores como Juan Donoso Cortés,
Emilio Castelar, Vicente Blasco Ibáñez o Ramiro de Maeztu. Se recoge la
visión de la prensa de la guerra greco-turca, el movimiento de liberación
nacional en Anatolia y el ascenso de Kemal Atatürk (entonces Mustafá Kemal) A
este respecto, destaca la opinión de Francesc Cambó. El político catalán supo
vislumbrar, tras un viaje a Turquía en 1923, los cambios políticos, sociales y
culturales que trajo la proclamación de la República turca en octubre de dicho
año. El final del capítulo nos ofrece los comentarios, algunos no exentos de
sarcasmo, de los impactos de las reformas del nuevo Estado sobre la sociedad.
El segundo capítulo
"Minorías étnicas y problemas internacionales en los Balcanes otomanos: la
cuestión de Macedonia", está dedicado a los problemas que surgieron en
este territorio otomano del sureste de Europa a partir del siglo XIX: el
despertar del nacionalismo en los pueblos balcánicos y la progresiva intervención
de las potencias europeas en los asuntos internos otomanos para debilitar al
Imperio. Con respecto a los Balcanes, se apoyó a los nacionalistas balcánicos
con el objetivo de crear nuevos Estados independientes.
La presencia
turco-otomana en los Balcanes se remonta a mediados del siglo XIV, con el
asentamiento de los ejércitos otomanos en Tracia, cerca de
Constantinopla,durante su enfrentamiento con el Imperio Bizantino. El resultado
de esta presencia fue una sólida huella a lo largo de más de quinientos años:
poblaciones islamizadas mezcladas con elementos étnicos turcos, costumbres,
monumentos y algunas palabras de origen túrquico en las lenguas balcánicas.
A lo largo de su
existencia, el Imperio otomano consiguió un equilibrio entre las comunidades
(llamadas millets) balcánicas, ya fueran musulmanas o cristianas,
favoreciendo o perjudicando los intereses de unas y otras. Aunque los Gobiernos
otomanos también practicaron, sobre todo desde el siglo XIX, una política de
represión directa cuando lo consideraron necesario. Mediante el traslado de
poblaciones, por ejemplo.
Tras el Congreso de
Berlín de 1878, las principal les potencias europeas llevaron a cabo una
política de modificación territorial de los Balcanes. Alemania, Francia, Gran
Bretaña,Rusia y el Imperio Austro-Húngaro intervinieron directamente en la
región. Con una fuertemente rivalidad las dos últimas. El punto culminante
fueron las Guerras Balcánica de 1912-1913 y el estallido de la Primera Guerra
Mundial. La última parte del libro se refiere a la situación de las poblaciones
de origen turco en los países balcánicos tras el Tratado de Lausana (1923)
Los turcos apenas
obtuvieron reconocimiento como minoría étnica, como estipulaba el tratado. Fue
a fines del siglo XIX cuando Macedonia (surgida después de la
desintegración de Yugoslavia) y Bulgaria reconocieron derechos
políticos,sociales y culturales a sus ciudadanos de origen turco.
El tercer capítulo,
"El Gobierno de los Jóvenes turcos: nacionalismo y orígenes de la
República turca (1908-1918)". El Gobierno de los Jóvenes Turcos, como eran
conocidos los miembros de Comité de Unión y Progreso (CUP), supuso el último
intento de frenar la descomposición del Imperio otomano mediante una serie de
amplias reformas políticas económicas y sociales. Los Jóvenes Turcos tomaron el
poder en 1908 tras derrocar al Gobierno autocrático del sultán Abdülhamd II.
Desde el primer momento este grupo de intelectuales, funcionarios y militares
se dispuso a modernizar el Estado otomano para evitar su descomposición. Uno de
sus objetivos fue poner en marcha un estado constitucional como marco para una
federación delos pueblos integrantes del Imperio. Pero con la pérdida de los
territorios del sudeste europeo tras las Guerras Balcánicas (1913-1913), ya era
tarde para la creación de un Estado plurinacional. Además, ante el inicio de la
rebeliones árabes en Oriente Próximo, se inició el proceso de turquización del
Estado otomano. Pese a todo, los Jóvenes Turcos continuaron el proceso de
reformas: organizaron elecciones legislativas, ampliaron los derechos políticos
y sociales de los ciudadanos.avanzaron en la laicización del Estado al
sustituir la Sharia por un código civil y dictaron las primeras medidas de
emancipación de las mujeres. También pusieron los resortes para reducir la
deuda y la dependencia económica externa del Imperio otomana de las potencias
europeas.
A pesar de la
interrupción de las reformas por la derrota en la Primera Guerra Mundial, el
Gobierno de los Jóvenes Turcos sentó las bases para la creación del nuevo
Estado con el nacimiento de República de Turquía. Entre aquellos miembros del
Comité de Unión y Progreso estaba el propio Mustafá Kemal, futuro Kemal
Atatürk.
El cuarto y último
capítulo, se titula "Las relaciones entre Turquía y la Rusia soviética y
la cuestión de los estrechos del Bösforo y Dardanelos: antecedentes y
repercusiones en la prensa española (1920-1926)"
El control de la
navegación por las aguas de los estrechos del Bösforo y Dardanelos, vía
marítima que comunica el Mar negro y el Mediterráneo, fue una de las claves del
enfrentamiento entre el Imperio otomano y el imperio ruso. Tras la toma de
Constantinopla en 1453, y el reconocimiento de la soberanía otomana por parte
del khanato tártaro de Crimea en 1475, los otomanos llegaron a la orilla norte
del Mar Negro. De este modo la Sublime Puerta (como se conocía en la jerga
diplomática al Gobierno otomano), pudo controlar una de las vías de
comunicación que, desde la Antigüedad, habían puesto en contacto el mundo
mediterráneo y las estepas euroasiáticas. Por otra parte, el Imperio de los
zares, sobre todo desde fines del siglo XVII, con la consolidación de la
dinastía de los Románov, comenzó su expansión territorial hacia el sur. A
partír de entonces, el conflicto entre los dos imperios fue inevitable.
En 1783, con Catalina II,
Rusia se anexionó la península de Crimea en 1783. Por otra parte, con el
Tratado de Kütcük-Kainardj de 1774, Rusia conseguía territorios, la libre
navegación de mercantes por el Mar Negro y otras concesiones. Además, y no
menos importante, el Estado zarista logró de la Sublime Puerta la
protección de los cristianos ortodoxos en el Imperio Otomano.
A partir del siglo XIX, y
hasta la Primera Guerra Mundial, el Imperio ruso no dejó de injerirse en los
asuntos internos del Imperio otomano, en uno de los episodios de lo que se
conoce como Cuestión de Oriente.
Tras la Primera Guerra
Mundial, se produjo un acontecimiento clave que convulsionó la política
internacional y las propias relaciones turco-rusas: la Revolución Rusa. Los
antiguos enemigos pasaban a ser aliados frente las potencias europeas y
occidentales. En marzo de 1921 se firmó el Tratado de amistad turco-soviético,
con el que el nuevo Gobierno turco coseguìa el reconocimiento internacional y
salía de su aislamiento diplomático. Además, la nueva Turquía consiguió en sus
comienzos nuevo el apoyo del nuevo estado surgido tras la
Revolución Rusa: la Unión
Soviética. El Gobierno Bolchevique contempló el nacimiento de la República
turca como un éxito en la lucha de los pueblos orientales frente al
imperialismo occidental.
En cuanto al problema de
los estrechos, en la Conferencia de Lausana, Moscú apoyó las reivindicaciones
turcas sobre la soberanía territorial en dichas aguas. Dicha pretensión
chocó con la postura de Gran Bretaña y las potencias aliadas, que
pretendían la internacionalización de la zona. En el Tratado de Lausana se
plasmaron las tesis británicas, hasta que se reconoció la plena soberanía turca
sobre los estrechos en la convención de Montraux en 1936.
La prensa española
reflejó en sus artículos y editoriales las nuevas relaciones turco-rusa y la
cuestión de los estrechos. Con respecto al Bósforo y los Dardanelos, los
periódicos españoles no dejaban de insistir en que las exigencias británicas de
"libertad de navegación" escondían en realidad la voluntad de control
sobre el Mediterráneo oriental. La comparación con el estrecho de Gibraltar era
recurrente.
Los diarios españoles
también se ocupaban de las relaciones entre los dos nuevos Estados. Para
la prensa española en general, y en particular la conservadora, no era
posible que los comunistas rusos y los nacionalistas turcos mantuvieran
relaciones cordiales. Éstas estaban condicionadas por la necesidad de
consolidarse en el nuevo sistema de relaciones internacionales nacido del final
de la Primera Guerra Mundial.
Otro aspecto comentado fue
la repercusión que el panturanismo pudiera tener en las relaciones turco
soviética. El panturanismo o panturanismo una noción elaborada por
intelectuales nacionalistas turcos en el siglo XIX, buscaba la unificación de
todos los pueblos de etnia turca. En 1922, Enver Pasha, uno de los hombres
fuertes del Gobierno de los Jóvenes Turcos murió en el Turquestán (Asia
Central), en un enfrentamiento con el Ejército Rojo. Enver Pasha se había unido
a una rebelión islámica y nacionalista en contra del Gobierno soviético. Pero
las repúblicas de Asia Central no entorpecieron las relaciones entre la
República de Turquìa y la Unión Soviética, que fueron excelentes hasta la
Segunda Guerra Mundial.
En resumen, puede decirse
que el Imperio otomano, y su heredera, la actual República de Turquía, siempre
han estado presente en Europa. Europa miró con temor y admiración al poderoso
imperio musulmán, y las élites otomanos, en la crisis final del Imperio,
miraron a Europa en busca de soluciones modernizadoras. Actualmente, Turquía se
debate entre dos opciones: una vuelta al pasado, con un
"neotomanismo" proyectado hacia Oriente Próximo, y la búsqueda de
nuevos aliados en países emergentes. O la espera a las puertas de la Unión
Europea, con vistas a una adhesión que no parece divisarse en un horizonte
próximo.